Después de unas semanas intercambiando correos y llamadas, encontramos el día en que los pronósticos meteorológicos marítimos son favorables para quedar con Josep Pascual (71 años), quien nos espera un miércoles de buena mañana delante de la estación meteorológica del paseo de L'Estartit, en el Baix Empordà, donde reside y donde ha vivido toda la vida uno de los observadores meteorológicos más excepcionales que tiene Catalunya. "Soplará viento de gregal, pero tendremos buena mar", avisa el experto, que nada más saludarnos, mientras acabamos de desayunar delante del bar de la estación meteorológica, ya le preguntamos por el tiempo que hará y por si caerá o no algún chaparrón con el cielo gris que cubre todo el Empordà. De camino hacia el puerto, Pascual nos explica que toda la vida se ha dedicado a trabajar por su cuenta, midiendo parcelas, campos o calculando el número de árboles que podían meter en un terreno, un trabajo que le ha permitido tener cierta flexibilidad para salir a tomar la temperatura del mar en la barca que le deja Pere, un amigo pescador jubilado, después de utilizar la barca de su padre que ya hacía aguas después de 75 años.

Su afición convierte a Josep en un caso excepcional, porque no hay ningún otro observador meteorológico en todo el territorio catalán que salga de forma regular a alta mar a tomar datos meteorológicos, concretamente de temperatura —superficial y en profundidad—, conductividad, oleaje y la observación de la fauna que se le puede cruzar en su camino hacia su punto de análisis. "Esta es una afición que tienes que llevar dentro. Saliendo a tomar las medidas dos veces por semana, tengo que controlar el estado del mar y la previsión del tiempo que hará", explica Pascual, que recuerda que este pasado invierno estuvo 17 días seguidos sin poder salir por el mal tiempo. Sus registros y medidas continuos, le han permitido una citación en la NASA y observar en primera persona que desde que sale a analizar la temperatura del mar en superficie, esta ha subido en torno a un grado, una evidencia que el cambio climático ya se está produciendo y que si no actuamos al respecto, la situación será irreversible.

Pascual lleva más de 40 años saliendo a medir la temperatura del mar en superficie y en profundidad

Josep observa los datos de temperatura que acaba de medir / Foto: Guillem Maneja

Josep, que siempre acostumbra a salir solo a tomar las medidas, nos confiesa que por la mañana es el momento más idóneo para hacerlo, "porque la oscilación de la temperatura del mar en superficie —que es donde oscila más— es muy pequeña, siendo esta la media del día". Eso se explica porque después de la salida del sol, se obtiene la mínima y hacia las 15 o 16 horas del mediodía, se obtendría la máxima. Con el motor en marcha, nos dirigimos a su punto de observación o de medida, pasando de largo las islas Medes, orientándose por las montañas que recorren la costa. "Fíjate en la punta del Montgó, cuando veas cinco o seis casas blancas, pararemos", avisa mientras prepara los utensilios y las cuerdas, sentado en la cubierta de la barca acompañado siempre de su hoja de registro, donde se apunta todos los datos y observaciones que lo acompañan en sus salidas.

Toda una vida observando y alertando del cambio climático

Pero la temperatura marítima no es la única medida que Josep lleva anotando a lo largo de los años. También se encarga de tomar la temperatura, la pluviometría y el viento de la estación meteorológica que hay en el paseo de L'Estartit, instalada y gestionada por la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), en paralelo a las medidas que toma desde la estación que hay en la cima de la Roca Maura —la montaña que hay sobre el pueblo de L'Estartit—, donde llevó varios aparatos que tenía instalados en el terrado de su casa para determinar la temperatura para estudiar las inversiones térmicas, así como la instalación de un anemómetro casero que le permitía determinar la velocidad del viento debido a la ausencia de obstáculos del entorno. A día de hoy, en la Roca Maura se encuentra una estación Davis, subvencionada por el Ayuntamiento de Torroella de Montgrí y de L'Estartit, que recoge datos que se pueden consultar en la web que gestiona el mismo observador meteorológico.

"En vez de instrumentos de pesca, siempre he traído termómetros"

Pero la afición de Josep no acababa aquí, aparte de anotar los datos del tiempo de todos estos puntos, también mide el oleaje mediante marcas en la roca de Boni —visible desde el mirador del cabo de la Barra; datos de insolación, gracias a un heliógrafo casero que tiene en el terrado de casa; la marea, mediante un mareógrafo que gestiona desde el mismo puerto de L'Estartit y la temperatura o caudal de otros lugares como del río Ter, l'Estany de Banyoles, y de algunas fuentes de la zona que analiza una vez al mes.


Colaborador del Meteocat, de TV3, de RTVE o del AEMET, entre otros

La afición de Josep no adquiriría la relevancia que lo ha llevado a ser un personaje reconocido entre los aficionados de la meteorología y la climatología si de todos los datos que recoge, estos quedaran encerrados en un cajón de su casa. Por eso, comprometido siempre con las instituciones, medios de comunicación y organizaciones que velan por la información meteorológica, desde principios de 2009 que colabora diariamente anotando los datos que recoge en la web del Servei Meteorològic de Catalunya o con la AEMET. Un trabajo que compagina y que comparte con otros medios de comunicación donde, a menudo, veréis su nombre en pantalla, como en el caso de Televisió de Catalunya o Televisión Española con delegación en Catalunya, entre otros.

Las tormentas, el mayor temor de Josep

Preguntándole por anécdotas, el apuntador meteorológico recuerda que lo que le ha dado más miedo y lo que más le ha asustado a lo largo de sus observaciones son las tormentas. "Pocas veces las he encontrado, porque al ver la previsión ya no salgo. Sí que hace 6 o 7 años que, al llegar al punto de observación, me cayó una que acabé bajo la cubierta tumbado, con el motor apagado para prevenir los rayos, estando una hora a la deriva". Pascual recuerda con miedo el episodio, que al salir de la cubierta se encontró con dos dedos de granizo, un capítulo que no tiene ganas de repetir.

Otra anécdota que recuerda con ilusión es, cuando a principios de 1971, iba a la sede del Servicio Meteorológico Nacional a pedir material para hacer observaciones. Una de las veces que fue, dejó sobre una mesa un gráfico con datos de temperatura del mar de unos cuantos meses que había obtenido a pie de playa. "Días más tarde, me llamó el doctor Ballester y me hizo ir a la antigua sede del Instituto de Ciencias del Mar". Ballester lo acompañó al almacén y le dejó una botella Nansen —para obtener muestras de agua en profundidad—, un termómetro de inversión —para tomar datos en profundidad— y le explicó cómo utilizarlo. Le dijo: "Ten en cuenta que yo no te he dejado nada, este material sigue estando en el almacén", recuerda sonriente Pascual, que se marchó contento del ICM.

Josep anota en su hoja de registro las observaciones del tiempo y de la fauna que nos cruzamos por el camino / Foto: Marc Ortín

"Esta afición me ayuda a vivir, me hace feliz", dice visiblemente emocionado Josep, preguntado por cuánto tiempo más se ve observando los datos meteorológicos. "Poder ofrecer estos datos a la gente que me lo pide, ya sea para un trabajo o por el motivo que sea, es lo más bonito que hay", concluye el observador, que siente así como se le agradece el trabajo que hace y toma un sentido su dedicación. "Lo seguiré haciendo hasta que pueda física y mentalmente", concluye.