Entre el 2 y 6 de marzo, el plenario de la Conferencia Episcopal Española escogerá su presidente, y el cardenal arzobispo de Barcelona, Juan José Omella i Omella, parte como primero en las quinielas. Omella sería tanto el favorito del Vaticano como el del Gobierno para sustituir a Ricardo Blázquez, que se retira por motivos de edad.
Pero nada está decidido: según alega El Mundo, los sectores más conservadores de la iglesia española serían partidarios, no obstante, del arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes, o incluso de Antonio Cañizares. Los sectores ultraconservadores, muy potentes en el episcopado, serían partidarios de un enfrentamiento abierto con el gobierno, en tanto que el Vaticano apuesta por más prudencia y por reconstruir puentes con el PSOE. Hay muchos temas en juego: el IBI, la memoria histórica, la presencia de la iglesia en la escuela y, sobre todo, la financiación. En caso de bloqueo, según Religión Digital, podrían ser elegidos como solución intermedia Mario Iceta, obispo de Bilbao, Ginés García Beltrán, obispo de Getafe o Jesús Catalá, obispo de Málaga.
Mientras desde el gobierno se valora que Omella fuera partidario del diálogo con los independentistas e hiciera de mediador entre Rajoy y Puigdemont, desde el soberanismo se ha acusado a Omella su defensa del unionismo.
Omella es un obispo que tiene conexión directa con el Vaticano y se considera el favorito del Papa; ahora bien, eso podría desfavorecerlo, porque algunos sectores del episcopado están decididos a implicarse en la lucha contra las reformas de la Iglesia propugnadas por Francisco.
Omella nació en 1946 en Cretes, en el Matarranya, en la Franja de Ponent. En 1970 fue ordenado y en 1996 fue consagrado obispo. En 1999 fue nombrado obispo de la diócesis de Barbastro-Monzón. En 2004 pasó a la diócesis de Calahorra. En el 2014 el Vaticano lo incorporó a la Congregación para los Obispos, que escoge a los nuevos obispos. En 2015 fue designado arzobispo metropolitano de Barcelona y en 2017 el papa Francisco lo nombró cardenal.