La nube de dióxido de azufre generada a partir de la erupción del volcán Cumbre Vieja se acerca a Catalunya. Desde este mañana ya cubre Eivissa, Formentera y Murcia y esta tarde ha llegado por el sur al País Valencià. De esta manera, se van cumpliendo las predicciones de los expertos que auguraban que la nube llegaría al país mañana viernes.
Copernicus, el sistema europeo para el control del medio ambiente, ha detectado ya esta tarde partículas nocivas en el sur del País Valencià, pero se espera que el indicador se dispare durante la jornada de mañana. Según sus últimas previsiones, el nivel máximo de dióxido de azufre se registrará en las provincias de Alicante y Valencia. En la capital, las previsiones indican hasta 91 miligramos por metro cuadrado y el nivel más será en torno al Campello, con 141.
¿Lluvia ácida?
Según ha explicado el Instituto Volcanològic de Cànaries (Involcan), durante estos días en La Palma se han emitido entre 6.140 y 11.500 toneladas de dióxido de azufre. El viento ha trasladado buena parte de esta sustancia, que ya ha pasado por el norte de África y después de recorrer Catalunya seguirán fluyendo hacia Francia.
Por otra parte, la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) ha descartado que el ácido de azufre proveniente del volcán canario pueda provocar un episodio de lluvia ácida ni a la Península ni a las islas Baleares. La lluvia ácida era la principal amenaza de que suponía la aproximación de esta nube tóxica, ya que no podía afectar directamente a las personas porque llega muy diluido. La poca fuerza con la cual llega al Mediterráneo es también el motivo por el que el Aemet considera "poco probable" y, en todo caso, "puntual" que se produzca lluvia ácida, según recoge el ABC. Con todo, sin embargo, este sí que se podría dar al territorio afectado por la erupción.
El mar, un horizonte muy lejano
La velocidad con que se desplazan las coladas de lava ha ido variando desde el momento en que el nuevo volcán canario entró en erupción. A pesar de las diferentes velocidades, siempre se ha seguido una misma tendencia: un desplazamiento muy lento. Al principio los ríos de lava se desplazaban a 700 metros por hora. Posteriormente ha ido reduciendo el avance de 120 metros la hora a los actuales 4 metros la hora.
La repentina ralentización de la lava pone en duda las previsiones que aseguraban que acabaría desembocando en el mar. Ahora, ya no es tan seguro. Algunos expertos señalan que si bien el contacto con el agua marina de la lava es una situación de relativo riesgo, el hecho de no llegar al mar da más potencia destructiva a las coladas. Eso es porque en vez de desembocar en el mar, la lava se seguirá esparciendo muy lentamente sobre la tierra.