La labioplastia, conocida como ninfoplastia o reducción labial, es un procedimiento para alterar los labios menores y mayores, los labios que rodean la vulva. Sin embargo, ¿es necesaria esta cirugía? Hay dos motivos para hacérsela: las mujeres que buscan la cirugía genital estética y las que experimentan una incomodidad física y que, por lo tanto, no tienen más opción que hacérsela.

"Normalmente de las mujeres que vienen o que quieren hacerse esta cirugía, el 50% tienen un problema físico y el otro 50%, estético", detalla el ginecólogo Miguel Barroeta y añade que "el problema existe igual, sea físico o mental". "Mucha gente se ha dado cuenta de que hay muchos problemas psicológicos y muchos bloqueos y no sabemos de dónde vienen. Hay chicas que no podían tener relaciones sexuales con su pareja con la luz encendida o que se escondían en los vestuarios", resalta.

Precisamente en este sentido habla la sexóloga Montse Iserte y subraya que "hay mucha presión estética". "A nivel genital, no importaba nada la estética, era funcional y punto", sentencia. ¿De dónde sale esta obsesión? La experta comenta que hay varios motivos. "Las mujeres no nos vemos nuestros genitales a no ser que queramos coger conciencia. Y, a menudo, tenemos una autoestima deteriorada que nos hace evaluar de forma negativa" y remarca que se ha mitificado la idea de "vulva infantil, que es la imagen que se encuentra en los libros de texto. Cuando se enseña educación sexual no se ponen imágenes reales, da la sensación como de muñeca, una raya y basta".

¿El porno es culpable?

La idea de cuerpos perfectos no es nueva, pero para la sexóloga hay algunos elementos que cada día nos recuerdan cómo de alejados estamos de la perfección. "El porno: la mayoría de mujeres que trabajan tienen los labios operados, están perfectamente depiladas y con el ano blanqueado. Esta imagen contribuye a la infantilización de los genitales y si lo comparas con los tuyos piensas '¿qué tengo ahí'?".

"Muchas mujeres tienen un complejo porque su pareja se lo ha hecho coger. Hay que tener la autoestima bien trabajada para que estas cosas no te afecten", observa. "El porno no tendría que ser un referente de la realidad".

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Y sin ir más lejos, Iserte hace referencia a un caso recurrente en sus consultas: el desconocimiento y la falta de comunicación. "Viendo el porno parece que solo llegues al orgasmo con penetración y con una embestida cuando es conocido que la mayoría de mujeres no llegan así". Después todo son dudas. "El hombre culpabiliza a la mujer por no llegar y descubren que quizás el 90% de las mujeres con quien han estado les ha engañado". Y por lo tanto, para no afectar a su virilidad o "mantener la autoestima de pareja", la solución que encuentran es "fingir".

Eso sí, el doctor Barroeta coincide que la publicidad que se ha hecho en los últimos años ha hecho proliferar muchas operaciones de este tipo sin la preparación adecuada. "Muchos se han subido al tren sin unos mínimos de preparación y eso es un problema", resalta. "Estas intervenciones se tienen que hacer bien a la primera. Hay que considerarlo una intervención, quizás no de máximo riesgo pero sí de riesgo medio. Algunos creen que es una operación vulgar, pero se puede llegar a perder hasta el 50% o 60% de la sensibilidad en la zona y esta no se recupera", expone.

La educación sexual es deficiente

¿Pero por qué han aumentado tantísimo estas operaciones? "Creo que se debe a diferentes factores. En primer lugar, la educación sobre la salud sexual es deficiente en muchos países", explica la ilustradora y creadora del proyecto The Vulva Gallery, Hilda Atalanta. "A los jóvenes no se les enseña que los genitales se pueden ver de muchas maneras. En muchas imágenes pornográficas se ven las vulvas de color rosa, pequeñas y casi sin pelo, eso no es una representación justa", señala. "Eso, junto con la falta de educación y que no estamos acostumbradas a hablar de nuestros genitales y cómo se ven. Y este hecho, puede comportar sentimientos de inseguridad y miedo a ser 'diferentes' y 'feas'. Haciendo una búsqueda en Google sobre 'labios internos largos', los sitios web que aparecen te dicen rápidamente '¡podemos solucionarlo!' y te recuerdan que alguna cosa en ti no está bien".

Barroeta cree, sin embargo, que esta operación no tiene edad: "No se puede decir que tenga incidencia en mujeres jóvenes, he operado niñas desde 14 años hasta los 72". La también ginecóloga Maite Fernández resalta que no son "cirugías complicadas". Y subraya que los genitales femeninos siempre han sido los grandes olvidados y que ahora "se miran más". De esta manera considera igual de válido "arreglarse los genitales que arreglarse los dientes".

Además, Fernández considera que las mujeres "lo hacen por ellas" y "porque quieren" y constata que no lo hacen condicionadas por sus parejas. Así, asegura que la labioplastia "no es una moda".

The Vulva Gallery

Atalanta no lo ve así. De hecho, su proyecto surgió después de que asistiera a una clase de la Universidad de Amsterdam donde estudió psicología clínica. Allí observó que había un aumento muy importante de este tipo de cirugía y se preguntaba por qué. "Vi varias representaciones de vulvas en medios de comunicación tradicionales y normalmente hay muy poca diversidad. No hay muchas personas que hablen abiertamente sobre la diversidad genital. Cuando era pequeña, no aprendíamos gran cosa sobre la diversidad genital, solo sobre biología y sexo seguro –o más exactamente como no quedarse embarazada o no coger enfermedades de transmisión sexual—", explica Atalanta.

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"Daba la sensación de que había algo equivocado en nosotras, pero no. Para demostrar eso, empecé The Vulva Gallery en el año 2016", detalla. El proyecto no es otra cosa que "una galería en línea y una plataforma educativa que celebra la diversidad de la vulva, con el objetivo de mejorar la educación sobre salud sexual y la apertura de conversaciones sobre temas que todavía están siendo estigmatizados. Y actualmente estoy preparando un libro con ilustraciones que recoja todo el proyecto".