A media tarde los vecinos del bloque de pisos de la calle Montpalau, que el ladrón de Pineda de Mar (Maresme) se hizo suyo la semana pasada, están trajinando arriba y abajo. Uno de los propietarios, que ha venido expresamente desde París al saber que habían entrado a robar en el piso que se compró para veranear, pone en la puerta una pegatina que avisa de que en el edificio hay cámaras de seguridad.
Los vecinos han podido echar al ladrón que vació 3 pisos y ocupó otro con todos los muebles que había robado a vecinos de la misma escalera. En el edificio hay en total 16 pisos. Algunos son segundas residencias, pero en otros viven todo el año. El ladrón entró en algunos de ellos por los balcones, saltando de una galería a la otra y forzó las cerraduras de la puerta principal del edificio y de la azotea.
Lágrimas durante la detención
Los propietarios que viven en Pineda llamaron por teléfono alertando a sus vecinos que viven fuera, cuando vieron la situación que había provocado el individuo. El ladrón hacía días que entraba y salía tranquilamente del edificio, y había instalado a una pareja amiga suya. Iba vestido con la ropa de alguno de los propietarios de los pisos, que había encontrado en una de las casas.
"Me lo encontré en la puerta con mi ropa", explica uno de los vecinos detallando lo que sucedió el miércoles pasado. ¡"Esta es mi ropa"!, gritó mientras otro vecino intentaba que el ladrón no se escapara, a la espera de que llegase la policía. "Lo cogimos y llamamos a los Mossos", detalla uno de los vecinos que ayudó al arresto que practicó la policía catalana. "Le pusieron las esposas y lo detuvieron. Estaba tan tranquilo, cuando llegaron los Mossos", detallan.
El vecino que llamó a la policía describe que era sorprendente la serenidad que el individuo mostró durante todo el rato. "Él sabe que vienen, lo detienen, está 24 horas retenido y que vuelve a salir". Dos hombres explican el relato incrédulos todavía de que el ladrón de Pineda se instalara en su casa. Uno de ellos habla del sospechoso con cierta condescendencia: "Empezó a llorar cuando llegaban los Mossos y lloriqueaba porque le habían sacado la ropa". Explica que iba vestido con la ropa de un vecino. Era parte del botín que había cogido de la casa de un hombre que justo ahora está acabando la rehabilitación del piso. La semana que viene le tienen que venir a acabar la cocina, pero antes ya pasó al ladrón y se le llevó la nevera y otras pertenencias.
El ladrón de Pineda utilizó el 4º 4ª del mismo edificio donde se produjeron estos hechos, como almacén. Allí han encontrado todos los muebles y varios perros encerrados en la terraza. Estaba muy sucio. "Apestaba mucho, no te lo puedes ni imaginar", detalla otro vecino mientras muestra los restos de excrementos que hay.
El ladrón se había llevado tanto objetos de valor como los que no tienen. "Se me ha llevado las zapatillas, la tostadora, ropa de mi mujer. Todo apareció en la casa de al lado". Tampoco le dejó dos botellas de ron que tenía en casa. "La nevera nueva no la encontré, no. Una parte del mobiliario, sí", dice resignado.
"Qué locura"
Cuatro de los propietarios de los pisos explican que hacía días que oían hablar del ladrón de Pineda. Uno de ellos vive en la urbanización PineMar, donde el ladrón saqueó varias casas. "La gente lo conoce y sabe a qué se dedica", dice un vecino. "Todo el mundo sabe quién es el ladrón de Pineda", añade otro.
Explican que no se imaginaban que les podía tocar a ellos hasta que lo han tenido dentro de su casa y que ahora el temor se va extendiendo por el pueblo. La urbanización PineMar está en el otro lado de la carretera, pero el bloque de pisos está ya dentro del pueblo, junto a la iglesia, y el ladrón y su grupo de amigos se van adentrando en el casco antiguo. Ahora según los vecinos, están en un piso de la calle Barcelona, vacío, que es propiedad de un banco.
Los vecinos aseguran que viven en una situación de alarma social. Una alarma que el juez ha negado por ahora en sus argumentaciones para dejar en libertad al ladrón, pero que los vecinos replican: "Estamos en una situación de alarma social real", insiste uno de ellos. Comentan que "está todo el mundo pendiente". "¿Me tocará a mí? Me tocará a mí?". Otro vecino admite que tiene miedo, y de hecho ninguno de los vecinos quiere que salga su nombre en la prensa por prudencia: "Es una sensación de inseguridad muy bestia".
"Qué locura todo eso", lanza otro mientras va reconstruyendo los últimos días. "Hace una semana que vamos arriba y abajo, vigilando y llamando a los Mossos". Están contentos del trabajo de la policía pero no entienden qué tiene que pasar para que el juez encierre al ladrón en la prisión y se le acabe juzgando. "Esperamos que eso sirva como medida de presión para que la reacción de la Justicia sea más contundente", añade.