El sábado pasado 35.000 personas salían a la calle para dejar claro que la escuela catalana no se toca, y que si se toca, la sociedad responde, porque la inmersión lingüística es una cuestión de Estado y de consenso. Y del catalán en la escuela han reflexionado varios expertos en el coloquio organizado por ElNacional.cat,  perfiles que han coincidido en diferentes cuestiones: el modelo de inmersión lingüística es un éxito; su aplicación, mejorable; la necesidad de que la administración dé más apoyo a los profesores, imprescindible; y la urgencia de tener un Estado propio para poder defender el modelo de escuela catalana como es debido, el principal objetivo.

El acto, que ha llevado por nombre La immersió, en perill? La immersió, viva! ha sido moderado por la periodista Marta Lasalas y ha contado con las intervenciones de Joaquim Arenas, jefe del Servei d'Ensenyament Català (1983-2003) e impulsor de la inmersión lingüística; Meritxell Ruiz, secretaria general de la Fundació Escola Cristiana de Catalunya y exconsellera de Ensenyament (2016-2017); Bernat Dedéu, filósofo, musicólogo y articulista, y Marc Rovira, profesor de instituto y fundador de La Lectora. A pesar de haberse planteado en un primer momento como un acto presencial y por streaming en la Sala Cotxeres del Palau Robert, finalmente se ha realizado sin público de acuerdo con la situación sanitaria que se está viviendo en el país por el aumento de los contagios de covid.

Pero antes de abordar el debate, ¿cuál es la historia de la inmersión lingüística en Catalunya? Fue un modelo que empezó a causa de la situación que vivía el país: el catalán se redujo de manera drástica por la fuerte ola migratoria que llegó al territorio, y en el año 1983 se aplicaba el Programa de Immersió Lingüística (PIL) en 19 escuelas públicas de Santa Coloma de Gramenet, donde la mayoría de la población era castellanohablante. El éxito de la prueba piloto permitió que la inmersión estuviera presente en más de 700 escuelas del país en el año 1989, hasta el punto que en el año 1992 la escuela en catalán se convirtió en el modelo de enseñanza en toda Catalunya. A partir de aquí empieza todo este modelo de consenso en Catalunya hasta que, como ha destacado Lasalas, el Tribunal Superior de Justicia de Catalunya sentenció en el año 2014 que el catalán no puede ser la única lengua vehicular en la escuela.

Arenas: el problema, en la aplicación

La primera pregunta planteada por la periodista ha sido para aclarar si la inmersión es o no un modelo de éxito y la respuesta de los ponentes ha sido clara: la inmersión es un método bueno y funciona. Ahora bien, a partir de aquí ha habido varias opiniones. Quien fue uno de sus artífices, Joaquim Arenas, ha definido la inmersión como un conjunto de estrategias metodológicas que supone un éxito y que tiene un objetivo muy claro, conseguir que cuando los alumnos acaben la escuela hablen catalán. Así, ha opinado que el problema no es del método sino de su aplicación y la dejadez de las administraciones.

 

Eso sí, ha apuntado a la administración como responsable de no hacer suficientes iniciativas para que el catalán que se aprende en la escuela dé el salto a las calles: "El éxito de la inmersión es indiscutible". Así pues, ha puesto el acento sobre las administraciones, de las cuales ha dicho que son las responsables de luchar contra el pensamiento que el catalán es únicamente una lengua escolar, y ha cargado contra la dejadez vergonzosa de los últimos años hacia la lengua, que cree que también en parte es culpa de la dejadez de los docentes. En este sentido, ha añadido que la escuela en catalán no es solo un modelo en lengua catalana, sino que también significa un espacio que ayuda a pensar, a crear personas con personalidad y conciencia social y espíritu crítico. En definitiva, que el método es un éxito, pero no funciona como debería.

Ruiz: el catalán se aprende en la escuela

En el debate está la riqueza y así lo ha demostrado este coloquio. La exconsellera de Enseñanza Meritxell Ruiz, como docente ha defendido incondicionalmente lo que ha hecho la escuela en los últimos años con toda la gente de fuera que ha venido, un trabajo que ha calificado de espectacular. Ha dicho, sin embargo, que seguro que hay docentes que pueden mejorar: "No tenemos un problema del conocimiento en catalán, no le podemos dar la culpa a la inmersión", ha añadido reiterando el trabajo de los docentes y poniendo la mirada en el uso social del catalán.

 

Eso sí, sobre la pregunta de si se tiene que desobedecer o no a la sentencia del Supremo que impone el castellano en las aulas, Ruiz ha sido muy clara: "Los maestros no tienen que desobedecer", sino que son las instituciones las que tienen que proteger el modelo con las normativas necesarias: "La responsabilidad no nos la pueden trasladar, nuestro trabajo es otro", cuestión que ha apuntado que pasa por la plena aplicación de la Ley de normalización lingüística.

Rovira: Los docentes tienen que desobedecer

Como decíamos, el debate estaba servido, y es que para el también profesor Marc Rovira los docentes sí tienen que desobedecer. Desobedecer porque un juez no debe poder decidir cómo se tienen que dar las clases, y ha apuntado que el problema no está tan en los porcentajes sino en la indefensión que supone que venga un tribunal y te diga que tu trabajo no vale porque ellos tienen el poder y mandan: "Es un menosprecio".

Eso sí, también ha atribuido a las administraciones la responsabilidad de dar la cara y no limitarse a administrar, y ha descrito como frustrante que los políticos no hacen el trabajo que consideran que tendrían que hacer: "Tenemos un problema puramente de poder", ha añadido, asegurando que se puede salir a la calle a protestar, pero no se conseguirá nada si las administraciones no se ponen manos a la obra y, sobre todo, definen qué se hará en un futuro: ¿aceptar que Madrid atraque los consensos o tirar por otra vía?

Dedéu: desobediencia colectiva organizada

Finalmente, para el filósofo Bernat Dedéu la respuesta es clara: contra cualquier ataque que el Estado español haga contra el catalán, desobediencia colectiva organizada, haciendo el símil con lo que significó el 1-O. "Si la desobediencia es coordinada y el poder político responde y se pone al frente diciendo que esto no se toca porque es sagrado, no se tocará", por lo cual ha pedido políticas más ambiciosas y no tener complejos a la hora de utilizar el catalán.

Igual de rotundo ha sido con otra cuestión, y es que para Dedéu no hay solución posible hasta que Catalunya tenga un Estado propio. Es así como ha pedido no olvidarse del tema más importante, la independencia: "Hasta que no tengamos un Estado no podremos salvarlo y hacerlo crecer. No podemos desvincular el debate por la lengua del debate de la independencia".

 

 

En la imagen principal, Bernat Dedéu, Joaquim Arenas, Marta Lasalas, Meritxell Ruiz y Marc Rovira al coloquio de ElNacional.cat / Sergi Alcàzar