La estación de Sants de Barcelona se ha convertido en uno de los puntos de atención a los refugiados ucranianos. Llegan cansados y con muy poco equipaje, lo que les ha dado tiempo de recoger en cuánto han sonado las alarmas de un inminente ataque ruso sobre sus hogares. Aproximadamente a las 19:30 de hoy una cincuentena de ucranianos han llegado a la principal estación de trenes de la capital catalana. La Cruz Roja les da, principalmente, atención psicológica. Han dejado todo atrás y muchos de ellos, como Emma y su hija pequeña, llegan solas, sin su marido, que se ha tenido que quedar luchando por su país. Es por eso que la mayoría de familias llegan sin hombres, que se han tenido que quedar para unirse en la resistencia ucraniana. El último tren viene de la ciudad francesa de Lyon, llega lleno de gente muy joven, que aunque sólo hablan en ucraniano han aprendido rápidamente a decir "hola" y "gracias".
Inha es una madre de un niño de ocho años y de una niña de tres años. Ha viajado desde la capital de Kíiv hasta Barcelona, donde, inesperadamente, se reencuentra con otros familiares dentro del punto que la Cruz Roja ha habilitado para los refugiados. Inha y su hermana se funden en un abrazo y estallan a llorar. Es más que un abrazo, son kilómetros de viaje, incomunicadas muchas veces, y que parece acabar. La guerra en Ucrania ha dividido a muchísimas familias. La mayoría de ellas por culpa del servicio militar, que las obliga a dejar a los hombres empuñando un arma mientras las mujeres y los niños huyen en busca de un techo sin la certeza de cuándo volverán a ver su marido, o padre. Son familias unidas, pero desmenuzadas por la guerra, ya que abandonan su casa, tienen el marido en el frente de batalla, muchas también tienen que dejar a las personas mayores y los que se han marchado, están en la otra punta de Europa.
Aparte de la estación de Francia, el aeropuerto de Barcelona también se ha transformado en un 'Punto de Encuentro' para los que marchan de la guerra. Según datos de la Cruz Roja, sólo una de cada diez ucranianas necesita ser acogida por la entidad humanitaria, a la mayoría de ellas ya las espera algún familiar en Barcelona, o son desviadas hacia la ciudad donde alguien las espera: Alicante, Madrid, Valencia, etc. Hay una cómoda sala donde sólo tienen acceso los refugiados, habilitada por Renfe y la Cruz Roja, que ha sido pensada para que los menores tengan la máxima comodidad. Por esta sala, sólo hoy, habrán pasado aproximadamente más de un centenar de niños.
"¿Qué harías tú si tuvieras que poner todo en una maleta y huir de casa tuya?", esta es la pregunta que una de las voluntarias de la Cruz Roja fórmula. Eso es lo que sienten todas las personas que ahora están en Barcelona, escapando de las bombas y la muerte. Los que se ocupan de la atención psicológica relatan que las familias no necesitan grandes ayudas, básicamente necesitan ser escuchadas, "poder sacarlo todo de dentro". Emma y su hija finalmente se reencuentran con una buena amiga de su abuela. Como Emma son muchos los refugiados que casi ni se detienen al punto de encuentro. Directamente, se marchan con una de muchas personas que se han presentado como voluntarias para acoger. "La comunidad ucraniana ayuda muchísimo, ha redistribuido a todo el mundo con familiares, conocidos o familias acogedoras", explica un trabajador de la Cruz Roja.