Conxita era una de las personas más conocidas en el Mercado Central de Tarragona, donde todo el mundo iba a comprar y disfrutar de sus recomendaciones a su puesto "Pollastres Conxita". Esta tienda sigue en el mismo lugar que hace casi 50 años, pero con la persiana bajada. Ella estuvo al frente hasta que hace dos años empezaron a notar, no solo los clientes de toda la vida a los que daba a veces mal el cambio, sino también la familia, de que había alguna cosa que no acababa de ir bien. Y, desgraciadamente, así fue: el 2 de noviembre de 2022 le diagnosticaron Alzheimer. Tenía 69 años y hasta entonces había estado al pie del cañón vendiendo sus pollos en la capital tarraconense.
Alzhéimer, discapacidad y deniegan la dependencia a Conxita
Días antes de este diagnóstico, vino una clienta a alertar a Jordi, el hijo de Conxita, diciéndole que "su madre no estaba bien". Él explica a ElNacional.cat que más tarde tuvieron la confirmación tras numerosas pruebas médicas: Alzhéimer y 65% de discapacidad. "Pedimos la dependencia, por la Ley de Dependencia actual. Pero se le denegó", asevera. No saben por qué. Esta resolución llegó hace muy poco, el pasado mes de octubre, después de dos años esperando y cuando Conxita ya ha cumplido los 71 años. No entendía cómo le podían negar a su madre eso, cuando cada vez tenía más problemas para hablar y comunicarse e incluso olvidaba recetas de platos que había hecho toda la vida.
Entonces cayó: la persona que había venido para evaluar a su madre le había advertido que seguramente no le darían la dependencia. "Me dijo, al verla, que estaba muy bien de salud física y que eso complicaría que no le dieran la dependencia", remarca Jordi. Es cierto que las analíticas a Conxita le han salido los últimos años espléndidas, sin ningún tipo de problema proteico o de otra clase, pero la razón para pedir la dependencia no es física: "El neurólogo dice que no puede estar sola. De hecho, nos hizo un nuevo informe y vio que había empeorado...". Esto hace que él mismo se pregunte cuál ha sido el criterio si "médico o económico", recrimina a la Administración, para una persona que no puede hacer lo que sería rutinario o su "día a día" y es Josep, la pareja actual de Conxita, quien la ayuda y ha asumido las funciones que ella hacía hasta ahora.
Recurso y más burocracia
La dependencia es, entre otras cosas, necesaria en según qué casos y este tipo de instrumento evitaría hacerla responsable de actos que pudieran implicar una estafa o que la Administración cuidara de ella, teniendo en cuenta el hecho de que solo recuerda como ir en el Mercado Central de Tarragona y de vez en cuando se pasea por las paradas. Ahora, Jordi presentará un recurso, "si me dejan", que puede tardar un año más en resolverse. "Es muy injusto, que una persona con Alzhéimer y el 65% de discapacidad le digan que continúe este proceso que, si no lo estuviera haciendo yo, como el de las deudas de la tienda o la concesión del Ayuntamiento de Tarragona, ella no podría hacer", sentencia, especialmente las últimas que son todas por Internet. No es el primer caso en el que falla alguna cosa en los caminos burocráticos, ni Conxita es la única ni será la última. Quizás nunca conseguirá la dependencia o llegará tarde, como ha pasado algunas veces, pero la memoria social de Conxita continuará presente en el mercado tarraconense por el cual ella pasea esporádicamente y donde atendió a miles de personas en más de cuatro décadas.