Cuando pensamos en prostitución a menudo caemos en la trampa de pensar que todo el mundo que la practica es porque se encuentra en una situación vulnerable y necesita dinero que no puede obtener de ninguna otra forma. Pero no siempre es así. Muchas personas, bastantes mujeres, pero también algunos hombres, por curiosidad, interés, placer, morbo o vicio, deciden libremente —y a veces sin estar condicionadas ni motivadas por ninguna necesidad económica imperiosa—, ofrecer sus servicios sexuales a cambio de dinero, es decir, ser prostitutas o prostitutos.
Marina [nombre falso que utilizamos para mantener su anonimato] nos explica su experiencia personal y la comparte con nosotros. En estos momentos tiene 27 años y su profesión (la principal o formal, tal como dice ella) es la de maestra en una escuela pública del área metropolitana de Barcelona. Marina nos abre la puerta de su casa para explicarnos cómo, paralelamente a la educación, se ha adentrado en conocer y a practicar una nueva profesión: la prostitución.
¿Cómo se introduce Marina en el mundo de la prostitución?
Pues mira, es graciosa la cosa, pero todo se inicia con mis vínculos con los feminismos. Estando comprometida con las mujeres y con la mejora social en general, empecé a conocer personas increíbles que hacían cosas increíbles. Algunas de estas personas se dedicaban al trabajo sexual y formaban parte de colectivos organizados de prostitutas feministas. Eso desde el minuto cero me llamó la atención, por la valentía que en ellas intuía, por el apoderamiento que desprendían, por la autonomía (en algunos ámbitos, hay que decir) que tenían, por la conciencia política y social que mostraban y por los cuidados que entre ellas se ofrecían.
Todo eso fue indispensable (sumado al importante factor de que soy una persona abierta de mente que siempre ha vivido el sexo de forma bastante libre y que no lo reconoce como sagrado, ni como tabú, etc.) para llegar al día en que le pido a una buena y especial amiga mía que es trabajadora sexual que me dé más detalles sobre su trabajo y le pregunto si se me daría la mano si apostara por entrar en este mundo, de entrada tímidamente, a explorarlo. Y es que últimamente la notaba radiante, y en buena medida era porque había empezado a ganar mucha pasta haciendo algo que a ella le encanta y que se le da muy bien: el sexo. Aparte de que eso de ser tu propia jefa, decidir cuándo trabajas y cuándo no, con quién sí y con quién no... siempre lo había interpretado como un puntazo. Efectivamente, me dijo que me acompañaría tanto como lo necesitara, en este proceso. Y lo hizo de forma alegre, desinteresada, cálida y segura. Me fiaba mucho de ella: se dedicaba a la asistencia afectiva sexual, en un primer momento, que es algo diferente al trabajo sexual. La asistencia afectiva sexual tiene como objetivo acercar la experiencia sexual, corporal y del placer a personas con diversidad funcional, ya sea física o mental. Ella lo hacía de forma totalmente altruista, aunque eso sea un trabajo remunerado para muchas personas que lo hacen. Eso siempre me alucinó. Para mí, dice mucho de ella. Así pues, me sentía en buenas manos.
¿Cómo empiezas, pues?
Decido probar porque intuyo que eso me puede aportar más libertad, en tanto que más dinero y, por lo tanto, más capacidad de hacer y deshacer en mi vida. La libertad la entiendo como una cuestión práctica, no teórica o mental. Una cuestión de poder, poder hacer. La libertad exige hechos y, por lo tanto, desgraciadamente, esta hoy en día tiene algo que ver con el dinero. Yo desde hace tiempo sé que quiero tener una vida cómoda y tranquila, y eso no implica en absoluto una vida lujosa, viciosa o ambiciosa (estoy muy lejos de todo eso, no me interesa nada), pero sí el hecho de no tener que preocuparme excesivamente o de forma constante por el dinero, de no sentirme tan limitada por el dinero. A menudo me he encontrado en esta situación, y no es nada agradable. Y es cierto que yo podría vivir sin este sobresueldo. Pero no atendiendo o contentando algunas necesidades, proyectos o deseos que tengo ahora mismo, como el de vivir sola, por decir uno bien sencillo.
Voy al grano y le digo a mi amiga: "¿Qué te parece si un día hacemos algo juntas para comprobar si me siento cómoda"? Ella, yo y un servicio conjunto a algún hombre. Y me dijo: "Marina, hoy tengo una felación, le pido al cliente si le importa que seamos dos." ¡Y, claro, el hombre contento!
¿Y cómo fue?
¿Pues sabes que el hombre no se presentó? No sé por qué: no hemos vuelto a saber nada más de aquel tío. Habíamos quedado en una plaza, era de noche, y no lo veíamos. No contestaba al teléfono y, ostras, que extraño... ¡Mi primera vez y nos dejan plantadas! ¡Qué mal empezar! Nunca más me ha vuelto a ocurrir. Siempre he apreciado mucho (mi) tiempo. Así que me crispa un poco cuando me lo hacen perder. Total, como somos dos chicas que no se dan por vencidas fácilmente, buscamos una alternativa. Ella disponía de una agenda de clientes, así que pensamos que sería una buena idea ofrecernos a alguien directamente. Enviamos algunos mensajes en plan propuestas deshonestas a los tres primeros y, sí, el primero en leerlo nos dijo que OK, que fantástico. Pasó a buscarnos en coche donde estábamos y nos propuso ir a la playa. Como hacía calor porque era verano y era noche cerrada (nadie nos vería), nos pareció una buena idea. Al principio estaba nerviosa y tenía los ojos abiertos como platos: hice una foto a la matrícula de su coche, me fijaba en todos sus detalles, estaba nerviosa e indecisa por si tenía que hacerme la sexi o no... Pero entonces se me fijaba en mi amiga, tan tranquila y normal ella, y pensaba: "OK, Marina, relájate...". ¡Y el tío también! Un chico joven y guapo, muy normal... Opté por advertir al cliente: "Eh, es mi primera vez, estoy un poco nerviosa...". "¡Ah, tranqui! Aunque ahora yo también lo estoy un poco, ¿eh?", me dijo. Todo fue muy bien: rapidito, cómodo y con respeto. Así fue. O así lo viví y sentí yo. No noté mucha diferencia con otras veces en que he estado con personas no clientes, sino conocidos, amigos o con alguno aquí te pillo aquí te mato. Quizás lo que más destacaría como novedad era la sensación de sentirme más sexi, supongo que por el hecho tramposo de pensar que te están pagando con el fin de recibir eso de ti... No sé.
A partir de entonces, ¿empieza una nueva vida laboral?
El chico poco después ya empezó a ser un fiel cliente mío. Pedía a menudo servicios conmigo y... ¡se enamoró! ¡Eso es algo que acostumbra a pasar (o a pasarme, no lo sé!), pero me encuentro con muchos que se acaban enganchando y tengo que saber poner límites entre el amor y el sexo y entre la Marina-maestra y la Marina-puta. Yo, por ejemplo, soy una prostituta cariñosa, me gustan las caricias, los besitos, los abrazos... tanto como la intensidad en los actos sexuales. De hecho, ser afectiva me facilita la tarea, me hace sentir más cómoda, más natural. Si no pudiera dar abrazos ni besos ni establecer algunas conversaciones con mis clientes el trabajo se haría pesado: tendría que pensar demasiado. De la otra manera puedo fluir más. Pero a muchos clientes eso, que no lo tienen en casa, les hace alucinar. Y aquí está donde hace falta que yo deje las cosas bien claras: "Estáis con una prostitua, y todo lo que hace es parte de su rol, tengámoslo siempre presente y no nos confundamos, por favor." Pero bien, ya se sabe que las emociones, y en especial el amor, a menudo no se escogen...
¿Cómo haces para proteger tu verdadera identidad?
Mi amiga es quien se anuncia por internet. Empezó a pasarme clientes que ya conocía y que consideraba seguros y respetuosos, a fin de que yo fuera entrando en el ámbito de manera cuidada y semiprotegida. Se dio la coincidencia, además, de que por cuestiones personales suyas tuvo que ir a València y se quedó casi un mes.Así que todo lo que le iba entrando durante aquel tiempo me lo pasaba a mí. ¡Cuánto trabajo, si se quiere! Flipé. Así que desde entonces tengo una buena colección de señores que se sienten bien conmigo: algunos son 100% fieles a mí, otros combinan diferentes prostitutas según el momento, servicio o situación económica. Con todo, ya lo ves, mi fuente principal de clientes me la proporcionó mi amiga. Yo no quiero anunciarme por internet, me la jugaría demasiado: tengo otro trabajo a proteger, el cual reconozco como principal empleo y amo infinitamente. Ahora he empezado a usar una plataforma personal desde donde me propongo a quien considero, y me funciona bien.
¿Cuál?
Prefiero no detallarlo en un medio públicamente.
Tu amiga te empieza a enviar clientes, sin que tú antes los veas y sin que ellos antes te pongan cara...
Exacto. Ella me pasa el contacto, yo los acepto y empezamos a hablar por Whatsapp. Piden fotos, servicios, precios, disponibilidad... Yo les muestro fotos y les explico mis condiciones. Depende de cómo, yo también pido alguna foto o descripción personal (tema edad, ámbito profesional, gustos sexuales...). Estos datos me ayudan a situarme un poco, aunque me importe un bledo si alguien es guapo o feo o es más joven o más viejo, pero sí me gusta poder contextualizar y valorar lo que me transmiten, qué rollo me dan, etc., antes de sacar adelante un servicio o no.
¿Qué haces si no te gusta físicamente la persona?
No me muevo tanto por el físico —tampoco en mi vida "formal"—, sino que me fijo más en el trato, cómo se expresan, qué esperan de mí... y eso a menudo lo noto rápidamente vía Whatsapp. Si detecto alguna intención que no me gusta mucho o que no va conmigo, o si veo que el tipo de servicio que buscan es algo que no ofrezco o que no me apetece... pues les digo que no y ya está. Es así de sencillo, no pasa nada. Por el físico, no he topado con nadie que me dé repelús. A menudo son personas a quienes no hubiera mirado nunca, claro, a pesar de que en algunos casos sí, y reconozco que cuando sucede tiene más gracia la cosa. Pero en general he encontrado a muchos hombres en quienes nunca me hubiera fijado y con quienes nunca me habría enredado por mi cuenta fuera de este escenario, como hombres viejos y jubilados u hombres más bien tradicionales a la hora de enfocar su vida, pero llegado el momento debo decir que siento cierto morbo por todo eso: la combinación de sexo y dinero me atrae ahora mismo. Y quizás también contribuye el saber a ciencia cierta que a ellos los atraigo yo. Tengo un cuerpo joven que es bastante normativo. Lo utilizo para mi beneficio, que al mismo tiempo, y en cierta medida, también es el suyo. Me parece entrañable. Como también me lo parecen otros servicios, propuestas y consensos socialmente menos estigmatizados (actores y actrices y público, músicos y oyentes, masajista y cliente, propietario de piso e inquilino...).
¡Qué valentía! ¿No has sentido nunca alguna sensación desagradable?
Nunca he sentido asco, en ningún caso. No estoy obligada a nada, recordemos que escojo: ¡me siento privilegiada! Pienso que la gente menos agraciada también tiene derecho al placer, bueno, "derecho al placer" no sería la expresión más idónea si la interpretamos literalmente, pero ya nos entendemos... Yo, mientras me respeten, pienso "mira qué bonito estos dos cuerpos que se están entendiendo...". Se trata de un favor mutuo: ellos me quieren o me necesitan a mí, yo los quiero o los necesito a ellos. Y atención, porque tengo que reconocer que en más de bastantes ocasiones he tenido mejor sexo, relaciones más agradables, placenteras, conscientes y gratificantes, con clientes que con algunas exparejas o rollos de fuera del mundo de la prostitución. Con muchos clientes llego al orgasmo —a los orgasmos! ¡Y no son fingidos!
Tengo que reconocer que en bastantes ocasiones he tenido mejor sexo, relaciones más agradables, placenteras, conscientes y gratificando con clientes que con algunas exparejas o rollos de fuera del mundo de la prostitución
¿Cuál es el perfil de personas con el que te encuentras habitualmente?
Tan diverso, Guillem...
¿Todo hombres?
Tan solo me he citado con una chica, pero era por un tema de un trío con otro chico, no para una relación lésbica con ella. Debo decir que si bien es cierto que yo puedo sentir atracción tanto afectiva como sexual hacia chicas, creo que trabajando me siento más cómoda con hombres, porque tengo más experiencia y creo que puedo ofrecer mucho más, cualitativamente hablando. Con una chica me gusta jugar y explorar, pero quizás si alguna mujer me solicitara como prostituta no llegaría a satisfacerla de manera profesional, no sería muy crack en la cama... ¡Y sería deshonesto dedicarse a ofrecer servicios que no dominas mucho!
Así que volviendo al tema del perfil, este es muy diverso... pero hombres, sí, todo hombres. Tengo desde camioneros a pescadores, empresarios, economistas, músicos, profesores de universidad —¡y me consta que son muy buenos profes!—, banqueros, montañistas, cámaras de televisión, carpinteros, jubilados... ¡Incluso, un deportista de élite!
¿Cuál es la media de edad de los hombres que tienes? Jóvenes debe de haber pocos.
Quizás la media que atiendo yo es de unos 40 años. Pero, ¡uy no..! [Suspira.] ¡Jóvenes también hay muchos! Lo que me sorprende, porque los hay bien guapos y exitosos sexual o relacionalmente hablando. Chicos que tienen buen sexo paralelamente o relaciones de pareja muy sanas y nobles, pero a quienes debe de gustar el hecho de tener más sexo o relaciones sexuales de otro estilo. O el hecho de pagar a algunos les da morbo. ¿Cuestión de poder? Puede ser. Pero hay de todo, y a espuertas.
Yo soy una maestra-prostituta —y muchísimas otras cosas más, claro—, pero estoy convencida de que muchos de mis colegas son maestros-clientes
Entrar en este mundo me ha desengañado muchísimo. ¡Yo soy una maestra-prostituta —y muchísimas otras cosas más, claro—, pero estoy convencida de que muchos de mis colegas son maestros-clientes (¡e incluso sé a ciencia cierta que no soy la única maestra-prostituta!). Pero ni ellos, ni ellas ni yo lo iremos diciendo alegremente por nuestras escuelas. Sabemos que son informaciones y condiciones que no son bien reconocidas socialmente y que, por tanto, nos pueden pasar factura. Hace falta que nos escondamos. En fin... tanto chicos jóvenes, guapos y exitosos, como personas más solitarias o con problemas de pareja o viudos o simples vividores... Hay de todo.
¿Qué vínculos establecéis? ¿Te explican si tienen pareja, si están casados o si tienen hijos?
Sí. Muchos te explican muchas cuestiones personales, muchos de ellos ya en la primera cita o por Whatsapp mismo, antes de quedar. Son personas muy normales y corrientes. Yo pienso, sin embargo, que algunos al inicio me engañan, porque se intentan justificar sobre el porqué están haciendo lo que hacen, y es que son ellos mismos los que tienen prejuicios en torno a la prostitución e intentan venderte la moto a fin de que no los encasilles dentro de lo que hace la mayoría o no les pongas la etiqueta de putero. Pero bien, parte de mi trabajo es que se sientan cómodos y tranquilos. Yo no los juzgo. Tampoco me gusta que me juzguen a mí. Realidades hay tantas... antes de emitir un juicio hace falta conocer y comprender muy bien. Y conocemos y comprendemos poco, habitualmente.
Por otra parte, se crean vínculos muy bonitos y eso se debe en buena medida a que muchos, la gran mayoría, repiten sistemáticamente. Hay hombres que buscan relaciones semanales, y con la coña acabas dudando si son clientes o son amistades.
Piensa que yo los mimo mucho y ellos a mí también. Por Navidad casi todos me enviaron felicitaciones, bombones, me regalaron una cosita u otra, fruta de sus huertos... Preciosos, los detalles
No es fácil mantener el rol 100% de prostituta escondiendo aspectos de tu otra vida personal con alguien que ves tan a menudo y con quien te comunicas de una forma tan íntima. La gente tiene el concepto de "cliente persona potencialmente peligrosa mantener siempre la alerta", pero mi experiencia normaliza al cliente. Yo estoy tranquila con ellos. Está claro que hace falta cuidarse y vigilar y no ir con el lirio en la mano ni ignorando lo que algún día puede pasar: ¡existe riesgo en este trabajo!, ¡los psicópatas existen, y los machistas o los impresentables también! ¡Y las enfermedades venéreas! Pero la realidad es que, al menos en mi caso —reitero que lo hago porque quiero, como, cuando y con quien quiero—, me topo con personas normalmente amables, simpáticas, curiosas e interesantes. Eh, también me he topado con personas de quienes pienso: "¡Buah, estoy tan lejos de ti, a nivel político, mental, emocional o interpretativo en general!". Pero en fin, c'est la vie, ¿no? Comprendo que si yo tengo un criterio es porque desestimo otros. Hace falta que haya gente con otros criterios para que yo pueda tener el mío. Así que es obvio que conoceré a personas distintas de mí. Me parece lógico, aceptable y respetable. Y lo cierto es que con este últimos me cuesta menos ser solamente la prostituta.
¿Y quien engaña a la pareja para verte a ti?
Hay casos, sí. Ya te he comentado que yo no me meto en las vidas y decisiones personales de mis clientes. Entiendo que cada escenario es diferente y a menudo complejo. Gran parte de los clientes casados son personas que no se satisfacen sexualmente con sus parejas (ni, supongo, viceversa), muchas porque alacnzado cierto tiempo de relación ya no se tocan ni con un palo. Aquí yo veo muchos aspectos y variables que interfieren y que habría que analizar cuidadosamente, porque nos dirían muchas cosas sobre las personas y la sociedad. A menudo llego a conclusiones tristes, pero no sé si ahora vienen al caso. Pero claro está que si fuera por mí yo animaría a todo el mundo a vivir sin demasiado miedo de mostrarse tal como es a sus parejas, con sus vulnerabilidades y necesidades. Eso pasa por cuidar mucho la comunicación y la confianza entre el uno y el otro. Pero diría que precisamente muchas relaciones actuales, ya sean jóvenes o de cierta edad, están caracterizadas por la ausencia de estos dos ingredientes. Sería bonito que todo el mundo supiese lo que tiene en casa. Con quien duerme. Pero también es cierto que mucha gente prefiere vivir en la mentira y que poca gente se atreve a aceptar o a decir: "Eh, tú y yo ahora no funcionamos sexualmente, ¿qué podemos hacer para atender maduramente esta realidad"?.
Sería más ético que las parejas no se engañaran, si han establecido previamente que la mentira no tiene cabida en su relación. Pero en fin... cada uno sabe sus cosas. Prefiero no meterme porque si no no salgo
¿Hay hombres que te prefieren a ti antes que a sus parejas, afectivamente hablando?
Sí... [Se entristece.] Algunos, más de lo que podría haber imaginado nunca, se enamoran. Muchos hace tiempo que no reciben muestras de atención y cuidado por parte ya no solamente de sus parejas, si las tienen, sino tampoco por parte de otros familiares o amistades. Hay necesidades emocionales desatendidas, en mucha de la gente que he conocido como cliente. Y sabe mal. Yo, como te he dicho, soy cariñosa (diría que no puedo escoger no serlo). Y nos miramos a los ojos y nos preguntamos y jugamos y nos hacemos cosquillas y caricias y nos damos besos... Eso puede desestabilizar más que estabilizar a según quien. A mí me gusta ser honesta y sincera con la gente que se relaciona conmigo: dejo claro que la prostituta está trabajando. Pero hay momentos en que alguien se confunde. Incluso me he encontrado en la desagradable pero al mismo tiempo cómica situación de que se pongan celosos cuando se imaginan que trabajo con otros o cuando investigan si tengo pareja o no. Ánimos, chicos....
¿Ellos saben que tú tienes otra profesión muy diferente?
Sí, algunos sí que lo saben. ¡Y alucinan! "Pero ¿por qué haces esto?", "¡Si tú eres una chica normal"!, "¿Y nunca té has encontrado con el padre de algún alumno tuyo"?, me dicen la mayoría. No lo explico a todo el mundo, claro, y mucho menos en las primeras citas, pero con aquellos a quienes ya tengo tanta confianza ha sido imposible que no se me escapara o que no lo descubrieran. Recuerdo que al principio yo mantenía mucho más las normas de no decir absolutamente nada de mí a nadie; sin embargo, ¿qué ocurre? Que cuesta horrores obviar conocimientos, experiencias e inquietudes que tienes relacionadas con lo que eres más allá del trabajo sexual. Ellos agradecen cuando te quitas máscaras. Yo, de alguna modo, quizás también. Pero con atención, siempre con atención... Por ejemplo, nunca diré dónde trabajo, ni mi nombre completo.
¿Utilizas un seudónimo?
Tengo un nombre artístico, tal como se dice, y es divertido porque yo me llamo Dèlia.
¿Por qué, Dèlia?
Justamente viene de una escena sexual que tuve con una Dèlia. Hace unos años, en unas fiestas mayores, estaba con unas amigas y nos empezamos a liar tres compañeras, una de ellas Dèlia. Recuerdo que mientras estábamos enrollándonos Dèlia no paraba de decirme: "¡Joder, eres sexo, Marina, eres sexo!". Y claro, cuando llegué al mundo del trabajo sexual solo me venían a la cabeza ella y la idea de que yo "era sexo". Lo vi claro: ¡me tenía que llamar como ella! Debo decir, sin embargo, que en un primer momento me entusiasmé con la idea de tener ante mí la oportunidad de poder llamarme como siempre había querido. Pero rápidamente cambié de idea, puesto que si algún día tengo una hija me gustaría ponerle este nombre, mi preferido. Así que no, mala idea. El entusiasmo duró poco.
¿Dónde acostumbras a atender a los clientes?
Depende. Las primeras citas acostumbran a ser en su casa, o en su coche o en alguna zona pública pero íntima y tranquila, donde nadie pueda vernos... Es cierto, sin embargo, que por comodidad mía he invitado a mis clientes más habituales y de confianza a encontrarnos en mi piso. A mí me va genial esta opción, pero solamente la puedo llevar a cabo con quien sepa a ciencia cierta que es responsable y de fiar.
¿A qué precio cobras tus servicios?
He modificado precios hace poquito, por año nuevo. Ahora, según el servicio, oscilo entre 150 y 600. El factor tiempo para mí es relevante y eso condiciona bastante el precio. Siempre estoy abierta a negociar ciertas prácticas y sus precios. Y según el día digo que sí o no a algo "fuera de carta".
Ganas un buen sueldo a fin de mes...
¡Gano un buen sobresueldo y podría ganar mucho más si quisiera! Trabajo hay para no parar. Pero claro, yo quiero —¡y necesito!— parar. ¡Y más teniendo en cuenta que tengo otro trabajo que exige compromiso y responsabilidad y que me quiere despierta, enérgica y prepositiva! Así que no quiero ser demasiado ambiciosa: trabajo cuando me apetece teniendo en cuenta lo que necesito para poder sacar adelante la vida que me dibujo en la cabeza. Es importante para mí que mi tiempo libre no solamente lo ocupe la prostitución, sino que tiene que haber espacio para todos mis seres amados, familia, amistades, vínculos especiales, animalitos peludos y para mi descanso y los trabajos domésticos.
¿Los clientes cumplen con el pacto económico que establecéis?
Sí. Aunque en alguna ocasión me he encontrado con que algún cliente que ya te conoce te dice que aquella semana tiene X dinero (por ejemplo, 200 euros) y que si podría tener el servicio de siempre por aquella cantidad ligeramente inferior a la habitual (pongamos que el servicio cuesta 220 euros). Yo, según quién sea y según lo que me explica, acepto: entiendo que no siempre estamos todos como querríamos, económicamente hablando y, al mismo tiempo, prefiero el clima de confianza que eso genera entre ellos y yo. Eso sí, si por norma me piden rebajas, ¡puerta!
¿Tienes la sensación de que estás vendiendo tu cuerpo?
¡No, en ningún momento! En ningún caso vendo mi cuerpo porque en todo momento el cuerpo me pertenece a mí. Es un servicio que ofrezco a través de mi cuerpo, pero no es mi cuerpo en sí el servicio, sino el sexo que con él (junto con el suyo) podremos tener. El cuerpo nunca deja de ser mío, nunca pasa a ser de otra persona. De la misma manera que mi fisioterapeuta no me está vendiendo sus manos cuando me toca, sino que pone a mi disposición un servicio que se traduce en una práctica que requiere sus manos para darse. De hecho, no hay ningún oficio que se pueda desarrollar sin nuestro cuerpo, ya sea el cerebro, las manos, la boca... ¡La de maestra también! Aunque entiendo que el hecho de que sean los genitales los que se utilicen hace que se entienda este oficio como de otro "nivel" (o que eso haga que ciertas personas no lo puedan entender como oficio), pero para mí, que tengo muy naturalizada la sexualidad, no es tan relevante. En todo caso, soy yo quien establece las normas y los límites. Más consciente de mi cuerpo nunca lo había sido.
¿Con qué anécdotas te has encontrado?
Un cliente me dijo hace muy poco que a él también le gustaría ganar dinero practicando sexo. Así que me ha propuesto entrar conjuntamente en el mundo del voyeurismo: nosotros follamos mientras alguien nos paga por mirar. Me estoy pensando la respuesta...
¿No te da miedo que te puedan reconocer un día por la calle, en un restaurante o en la escuela donde trabajas?
No ando con miedo, no. Piensa que, en general, los clientes son los principales interesados en preservar su intimidad y reputación. Ellos son los primeros a quienes les cuesta reconocer que son puteros, porque saben que existe un gran prejuicio hacia ellos. Entonces estoy bastante segura y tranquila en este sentido, no me irán a buscar problemas si nos encontramos en un sitio público (lo que nunca ha pasado, de momento), porque tienen las de perder. Supongo que si algún día pasa los dos alucinaremos y o bien nos pondremos muy nerviosos o bien se nos entrará la risa. Puede ser divertido.
Solicitada, deseada... ¿Y el entorno familiar, ya lo sabe?
¡Pues precisamente en Navidad decidí decírselo a gran parte de mi familia! Qué fechas más ideales para comunicar algo así, ¿verdad?
¡La mejor época del año!
¿Verdad que si? [Se ríe.]
¿Cómo fue? ¿Tenías ganas de explicarlo?
¡Muchas! Yo sabía que se lo tenía que decir pero no encontraba el momento. El 24 por la noche, después de hacer cagar el tió, dije: "Pasemos a los gintónics porque los necesitaremos" [Se ríe.] I nada, les dije: "Tengo una noticia bomba pero quiero que la adivinéis vosotros porque no me atrevo a decírosla yo misma". Me cogió una risa nerviosa, y la familia empezó a hacerme preguntas: "¿Estás embarazada?", "¿vuelves a tener pareja"?, "¿te has enamorado de una mujer?", "¿estás con un hombre mayor"?... Y cuando preguntaron eso último, empecé a decir: "Bien, no lo estoy, pero quizás va por aquí la cosa...". Entonces una de mis hermanas dijo muy hábilmente: "¡Eres prostituta!". ¡Y les dije que sí y levanté la copa para brindar!
¿Ellos la levantan?
[Se ríe.] Sí, con la mano temblorosa. Hubo un momento de silencio y de shock, de comprobar si realmente lo estaban entendiendo bien y lo encajaban. Primero de todo me preguntaron cómo estaba. Después nos reímos bastante... Lo que más les preocupa es mi integridad, mi salud y seguridad, como es lógico. Hablamos abiertamente y se quedaron más tranquilos al saber cómo lo hacía. Les dije que muchas personas se arriesgan igualmente o incluso más cuando quedan con tantas personas por Tinder... Aun así, sé que, sobre todo mis padres, preferirían que no lo hiciera. Una de mis hermanas me dijo: "¡Toda la vida llamándote 'puti' y 'putilla' y ahora lo eres de verdad!" Y mi madre reconoció que no se lo esperaba, pero que no la sorprendía (me conoce bastante).
Una de mis hermanas me llamó: ¡"Toda la vida llamándote 'puti' y 'putilla' y ahora lo eres de verdad!"
Después de los nervios, las incomodidades y de las risas que se generaron, vino el momento de reflexión conjunta, en que hicimos consciente la potencia de lo que acababa de suceder, de la confianza que exigía aquella escena y de la estima incondicional que vertebraba a nuestra familia. "Gracias por explicárnoslo", me decían todos. Y yo: "No, gracias a vosotros por haber propiciado el clima y la confianza que me han llevado a querer explicároslo". Sentirse acompañada, aceptada, apoyada, no juzgada y amada es importantísimo.
¿Tienes pareja?
Estoy conociendo a alguien. Los dos tenemos una mentalidad libre y abierta. Aun así, no nos describiríamos como pareja. Sí como personas especiales que se tienen consideración y muchas ganas de encontrarse, de ir descubriéndose, de cuidarse y de amarse.
¿Sabe a qué te dedicas?
Él inicialmente no sabía nada de eso, pero cuando empezamos a vernos con cierta regularidad consideré que lo tenía que saber. Nos sentamos en el sofá de mi casa y le dije: "Tengo que explicarte algo. Estoy un poco nerviosita, sin embargo... me dedico, también, al trabajo sexual." Él es una persona extraordinaria, pero extraordinaria, ¿eh? (Quizás por eso me gusta tanto). Cuca, ¿estás bien? ¡Pues me alegro mucho por ti!" Era una de las primeras personas a quien se lo explicaba. Él con la integridad que lo caracteriza me valoró y agradeció mucho que le confiara eso. Yo, en el fondo, sabía a ciencia cierta que por su parte no me encontraría juicios ni rechazo.
¿Nunca ha habido ningún episodio de crisis o de envidia?
No, en absoluto, él se no muestra para nada así... Es cero así. Y nuestra relación es libre y abierta. Él supongo que hace y deshace con quien considera. Yo también. Nos estamos conociendo y nos gustamos. Es bonito así.
¿Cómo es el sexo de Marina y el de Dèlia?
Para mí el rol de cada una es diferente. Dèlia es más guarra que ninguna otra [Sonríe.]. Y Marina aprende mucho de ella. Aunque Dèlia necesita la esencia de Marina para existir, y no sabe escapar de ella.
¿Te molesta que la gente sepa que te dedicas a ofrecer servicios sexuales?
Hombre, según cómo, sí, claro. No todo el mundo cree que sea ético este trabajo. Y a mí no me apetece gestionar posibles faltas de respeto, desacreditaciones o cambios en la mirada que me puedan devolver personas que conozco. Sé a ciencia cierta que algunas personas me tildarían de lo que soy, de puta, pero con todas las connotaciones negativas que esta palabra tiene en el mundo y con las que no estoy nada de acuerdo. Otros, de sopetón me desposeerían de toda la dignidad que tengo. Otros, con todo el paternalismo del mundo, se querrían convertir en mis salvadores, e incluso habría quien, motivado por el morbo, empezaría a hacer preguntas que no tengo porque responder o querrían aprovecharse de la situación y acabarían pasándose de la raya. No, todo eso no me interesa, ahora mismo.
He seleccionado conscientemente a las personas que he querido que lo sepan y las que prefiero que no
Entiendo que es un tema controvertido y que según los valores que tengas o las interpretaciones que hagas sobre el sexo, los hombres, las mujeres, los cuerpos, las relaciones, la cultura, la libertad, el amor, etc., puedas ser "prosex", como se dice, o no. ¡Incluso las feministas estamos divididas en eso! Por decirlo muy resumidamente, nos encontramos con dos grandes grupos de feministas, las regulacionistas y las abolicionistas. Las primeras velan por regular, normalizar y legalizar la prostitución y la situación de las trabajadoras sexuales con el fin de dignificar el sector y ofrecer más seguridad a las trabajadoras, entendiendo que es un trabajo como otro y que no tiene porque haber cosificación ni abuso en la libre prostitución y utilización de tu propio cuerpo. Las segundas, las abolicionistas, quieren acabar con todo tipo de trabajo sexual, ya sea el que se relaciona con la esclavitud o el que se practica de manera voluntaria. Y es que interpretan que de ninguna manera alguien puede acabar prostituyéndose libremente si no está condicionado por los valores machistas que todavía nos contaminan a todas y que, por lo tanto, se trata de una decisión orquestada por el patriarcado, lo que hace que sea condenable y deseablemente aniquilada.
Yo en el fondo pienso que hay parte de razón en ambos discursos, aunque, como comprobarás, doy apoyo a las regulacionistas porque sus tesis me parecen más contrastadas, menos negacionistas de una realidad y menos idealistas, y muchas de sus propuestas me parecen necesarias. Hay que decir que hablo en términos muy generales porque eso también daría para otra entrevista o reportaje. Con todo, sin embargo, que quede claro que trabajo sexual y prostitución no pueden entenderse como sinónimo de trata de personas o de esclavitud sexual. ¡No estamos hablando de lo mismo! El trabajo sexual y la prostitución lo desarrollan personas que voluntariamente escogen intercambiar sexo por dinero: hay libertad en su decisión y acción. Las víctimas de la trata de personas precisamente lo que no tienen es eso, libertad. Tanto las feministas regulacionistas como las abolicionistas estamos de acuerdo en que la esclavitud sexual, la figura del proxeneta, el tráfico de personas, etc., son una lacra que hay que combatir, porque comporta abusos y violencias constantes y produce grandes horrores a menudo irreparables. De la misma manera que no condenamos toda la agricultura por el hecho de que gran cantidad de los trabajadores del campo a nivel mundial sean personas esclavizadas, con la prostitución hay que aprender a discernir contextos, escenarios y realidades.
Si no tuviéramos prejuicios, veríamos la belleza del oficio
¿Te has encontrado con malas experiencias?
Una. Un cliente fiel, semanal. Se le giró la castaña, él se había enamorado de mí y la verdad es que no sé si aquel día me tenía rabia al ver que por mi parte solo era trabajo...
¿Qué te pasó?
Mi norma es que para penetrarme se tienen que poner preservativo. Me pidió una posición sexual concreta donde él me penetraba y yo le daba la espalda (el perrito, se llama), y aprovechando que yo no podía ver nada, se quitó el preservativo sin que yo lo supiera. Acabó el acto así y, encima, eyaculando dentro de mí. Me juró y perjuró que no entendía qué había pasado. Acabé creyéndomelo. Se mostró muy preocupado y se ofreció para ir corriendo a una farmacia a buscarme la pastilla del día siguiente. Dije que OK. Sin embargo, claro, tonta de mí: no volvió. Y me bloqueó en el Whatsapp. Pastilla a mi cargo, revolución de hormonas para mí, tiempo para ir a hacerme pruebas médicas completas, la intranquilidad que todo ello comporta... Fatal. Por suerte nada grave pasó. Pero podía haber pasado. Este tío me violó.
Ostras Marina, qué mala experiencia...
Y recuerdo otra semidesagradable, y diría que no he tenido ninguna otra, aparte de estas dos: me contactó por Whatsapp un militar y me pidió fotografías. "Hala, que buena que estás, que ganas de follarte". "¡Ui, qué pereza!!", pensé yo. Pero después, continúa: "Espera, acaba de legar mí hijo que tiene 18 años recién cumplidos. Muy alto y guapo el chaval. ¡Le acabo de enseñar tus fotos y dice que también te quiere catar! Primero yo, después un día él y si eso un día té follamos los dos juntos sin parar". Hala, adiós.
¿Tienes algún servicio hoy?
¡Hoy había quedado contigo!
Un placer escucharte, Marina. Gracias por tu sinceridad.
¡Gracias a ti y a todo el equipo, Guillem! ¡Un gusto!