Después de la polémica navideña que llegó a cuestionar si dar golpes de bastón al Tió era adecuado para la educación de los más pequeños, llega otra por Carnaval: los disfraces. Más allá de la conciencia social de los últimos años para evitar disfraces inadecuados o totalmente machistas, ahora se abren nuevos frentes que trasladan el debate a twitter pero también, desde las instituciones, se hacen eco. Sin ir más lejos, la misma Generalitat de Catalunya promueve desde el Departament de Consum un uso no sexista de los disfraces y evitar aquellas que puedan tener alguna consideración de este tipo: "Los disfraces infantiles se consideran juguetes. Mirad que sean adecuadas a la edad del niño y evitad la distinción sexista". Este es el primer punto y el de mayor importancia que dan en un artículo titulado 'Disfraces' donde dan otros consejos como los menores de 7 años "no lleven cintas en el cuello" o mirar la caducidad del maquillaje.

"Ni amas de casa ni hombres de negocios"

Ahora bien, ¿cuál es la fina línea de este argumento y qué interpretación puede conseguir un consenso mayoritario que no comporte una especie de prohibición social no escrita? Desde Consum detallan aquellos contenidos que, según este departamento, no se pueden llevar a la práctica en el disfraz de un menor: "Roles asumidos tradicionalmente se perpetúan. Las mujeres acostumbran a aparecer en espacios domésticos, en el papel de madres y de amas de casa, y se asocian a cualidades como la dulzura, la fragilidad, la sensibilidad y la pasividad. También se les atribuyen valores negativos como la envidia o la competitividad. Los hombres, en cambio, ocupan cargos de dirección y de poder, y se muestran fuertes, inteligentes y decididos. La mujer objeto y las relaciones sexuales se utilizan como reclamo para la venta de productos dirigidos a los hombres. El sexismo está especialmente presente en la publicidad de los juguetes: hay que se siguen considerando exclusivas para niñas (muñecas, objetos para la limpieza, cocinitas, etc.) y de otros que sólo se dirigen a los niños (coches, pistolas, ordenadores, etc.)".

En esta línea, también ha ido anteriormente el ministro español de Consumo, Alberto Garzón. El pasado domingo 12 de diciembre del 2021, durante una hora, de las 11h hasta las 12h, promovió una especie de huelga de juguetes para poner de relieve "el derecho a jugar con el 100% de los niños y niñas, no tan sólo del 50%." La campaña quería romper con las diferencias sexistas que, según Garzón, puerta implícitos muchos juguetes. Un vídeo donde aparecen diferentes personajes de estos juguetes corrió por las redes sociales y sale una de las protagonistas y dice: "Llevamos años soportando que nos encasillen, que nos digan que fuimos creados tan sólo para jugar con niños o con niñas. Aunque seamos de plástico o peluche, también tenemos nuestro pequeño corazón y ha llegado el momento de decir basta, reivindicar nuestro derecho a jugar con el 100% de los niños y niñas. Miedo eso hemos convocado una huelga. ¿Qué somos nosotros? Juguetes. ¿Y qué queremos? Libertad". Aunque los juguetes y los disfraces son vasos comunicantes, el tema del Carnaval trae otras derivadas.

Debate en twitter

A través de twitter, circula un tipo de circular escolar, sin firma ni procedencia, donde aconseja a padres y madres como disfrazar a sus hijos. Más allá de la veracidad de este texto, los usuarios lo han validado y han abierto un debate a las redes donde, una mayoría, también pide no caer en los extremismos y aplicar el sentido común sin tildar de machista o discriminatorio a aquel niño que vaya vestido con un estereotipo que, al fin y al cabo, forma parte de la realidad social. El escrito que ha comportado este debate dice: "Con el fin de ser coherentes con el proyecto de la escuela recordamos que hay que evitar elementos sexistas, como príncipes y princesas, bélicos como pistolas o superhéroes, punzantes como espadas, así como cualquier elemento de discriminación. Para evitar pérdidas conviene que no lleven nada a las manos". Algunas respuestas que se pueden leer al texto, tiran de polémica y cinismo para criticar la propuesta: "Propongo el disfraz de Nacho Vidal. Aparentemente no está prohibida y estoy seguro de que reconfortará los valores de la escuela"; "Eso reduce el número de disfraces considerablemente...empezando por sacar las más populares para los niños. Siempre se pueden disfrazar de burbuja"; "En nuestro colegio también nos lo pasaron. Mi hijo irá con un tridente"; "Y, si puede ser, que no vengan... Sólo les faltaba poner este final."; "Yo lo llevaría disfrazado de algodón, pero quizás ofendería a alguien, tienen la piel tan fina". Así pues, hay más de una escuela que ha aplicado estos criterios y los ha trasladado a los tutores de los menores.

TUIT

Estudios paralelos

Un estudio de la Universidad de la Rioja analiza los valores que se transmiten con los disfraces de los pequeños. Este recomienda seguir dos directrices que siempre se tienen que evitar: que sean violentos o discriminatorios. Además, también elabora una muestra y asegura que el 27% de las niñas prefieren los disfraces de princesas delante del 0% de los niños; al revés pasa con los superhéroes de los niños en un 29% por un 0% de las niñas; hay más monstruos y brujas niñas que niños; las profesiones proliferan entre los niños y tan sólo los disfraces de animales se reparten por igual. De las princesas Disney concluyen que hay que evitarlas porque transmiten una actitud delicada con colores suaves y la cabeza torcida y los superhéroes también porque son de carácter violento con una musculatura exagerada.

Las conclusiones que sacan son las siguientes: "Las niñas asocian su vida a una de fantasía y felicidad. Quieren ser chicas Barbie que tienen el coche de color rosa, una enorme casa y un cuerpo perfecto... Aspiran a ser guapas como las princesas, a saber cantar y bailar y esperar que llegue su príncipe azul para rescatarlas. Estos príncipes son sus superhéroes. Por otra parte, los niños tienen que ser fuertes y resolver los conflictos mediante violencia, donde sentirse frustrado o llorar no casa con su carácter". Por eso, apuestan para cambiar esta imagen y reforzar "otros más positivos". El estudio sin embargo, no explicita quién ha fomentado el disfraz: si ha estado por voluntad propia del menor o los padres ni tampoco si, realmente, prohibir un disfraz también comporta una consecuencia negativa.