El padre que destapó el caso de los Maristas, Manuel Barbero, lleva este miércoles al Parlamento Europeo la petición para que se haga un registro único de pederastas. Barbero, satisfecho con las gestiones del Ayuntamiento de Barcelona, que está personado en el caso como acusación popular, y con el Parlament de Catalunya, está cerrando estos días las entrevistas con los parlamentarios europeos. "Me he puesto en contacto con las comisiones del Parlamento y todos los diputados españoles de la UE", explica Manuel Barbero a El Nacional. Se lo paga todo de su bolsillo convencido de que "desde la UE se pueden hacer muchas cosas. No puede ser que haya leyes tan diferentes". Y se muestra muy decepcionado con el Gobierno del Estado español que es el único que no se ha interesado por el caso de los abusos sexuales que a principios de febrero trastornó la opinión pública y llevó hasta los juzgados 38 denuncias contra nueve profesores y monitores de diferentes centros de los Maristas, de las cuales sólo cuatro siguen la instrucción porque el resto están prescritas.
Barbero viaja a Bruselas como presidente ya de la asociación que ha creado, Mans petites, para evitar abusos y ayudar y dar apoyo a las víctimas de agresiones sexuales. Entre las propuestas que plantea está el registro único de los pederastas, una propuesta que no es nueva y que ya batalló en su momento el padre de Mari Luz, la niña muerta a manos de un pederasta con antecedentes después de medidas judiciales a ciegas entre los jueces que lo citaron por varios casos. Lo que plantea ahora el padre de una de las víctimas del principal acusado y pederasta confeso de los abusos a los Maristas es que se haga un registro a nivel europeo que no sólo sea para la policía y los jueces, sino que lo puedan consultar los centros educativos en el momento de contratar un maestro o monitor. "La base de datos no es persecutoria", dice Barbero, "no tiene que constar el delito ni los datos personales. Sólo tiene que ser el acceso a un password autorizado por Justicia y una escala de colores que indique si el maestro no tiene nada pendiente con la justicia, ha sido investigado o condenado". Barbero plantea una escala de colores como un semáforo. Del verde al rojo.
Entre las propuestas que plantea el padre que destapó el caso de los Maristas hay una campaña de sensibilización, programas de formación de docentes, programas de sensibilización de niños entre los 5 y los 15 años, dotar las administraciones de ayuda psicológica para las víctimas y la creación de un comisionado que haga el seguimiento de estos temas.
Manuel Barbero se dirige a cada uno de los eurodiputados mediante una carta que acaba con un ruego: "La sociedad pide respuestas de ustedes y creo que tiene que haber una respuesta contundente, pues está en juego la salud física y mental de las personas que sufren el abuso y los malos tratos, que soportan los menores y lo arrastran toda su vida, y los grandes olvidados, estas personas ya mayores que no pueden acceder a la ayuda psicológica".
Barbero hará una rueda de reuniones el miércoles en la UE con los grupos parlamentarios españoles, igual que lo hizo hace unas semanas en el Parlament de Catalunya.
38 denuncias
De los 85 correos electrónicos que Manuel Barbero recibió desde el momento que hizo público su caso, 38 derivaron denuncias a los Mossos d'Esquadra y sólo cuatro continúan la investigación judicial y dirección hacia un juicio. La gran mayoría han prescrito y por eso no se pueden juzgar, incluso teniendo la confesión del agresor.
Joaquín Benítez es el principal acusado del caso. Es de hecho, ahora mismo, el único acusado con causas abiertas. De las 18 denuncias que se presentaron contra él, sólo han quedado cuatro viables. Las otras dejaron de ser justiciables a partir de los 3 años de los hechos. A Benítez lo acusan ahora de tres delitos de agresión sexual y tres de abusos, lo que podría suponer entre 30 y 40 años de prisión.
Entre los otros maestros denunciados está el subdirector del colegio de Sants-Les Corts. Lo apartaron de sus funciones el 11 de febrero, cuando empezó la investigación de los Mossos d'Esquadra. El juzgado tenía dos denuncias contra él, y una más la policía. Son delitos que habría cometido a finales de los años ochenta, cuando era el tutor de 8º de EGB. Dos de las víctimas denunciaron caricias, pero una tercera explicó que el maestro le había tocado los genitales cuando tenía 13 años. Las tres denuncias han prescrito.
En los juzgados hay todavía pendientes de resolver seis denuncias contra un monitor de comedor, también de Sants-Les Corts. Hay seis denuncias de niñas entre los 10 y los 12 años. Era un estudiante en prácticas de la Fundación Vicenç Ferrer, hacía sólo 17 días que trabajaba en los Maristas cuando llegó la primera denuncia, en diciembre del 2015.