Son las once de la mañana y es imposible andar por los pasillos del mercado de Sant Antoni. Hoy ha abierto puertas después de casi nueve años de obras, nueve años de esfuerzos para el barrio y para los paradistas. "¡Qué chulo!", "¡Ooooh, qué bonito!", "Después de 12 años de obras no me extraña que haya quedado tan bien... ¿12? ¿o 14? No sé, muchos", "Sí, sí, pero cuando se tiene que venir es dentro de una semana, a ver si hay tanta gente", son algunos de los comentarios que se oían esta mañana.

La parada de la línea 2 del metro es un nido de gente venida de toda Barcelona pero también de las poblaciones de los alrededores. Es el caso de Piedad, Ángeles y Anita, que vienen de Badalona y Santa Coloma de Gramenet. No han sido nunca usuarias del mercado pero han venido a "curiosear". "¡Hoy no se podía comprar nada, demasiada gente!", dice la Piedad que después de descubrir que la línea lila "te deja en frente" no descarta venir a menudo.

"Tengo 90 años y me pensaba que no vería el mercado acabado"

Y entre los curiosos, está la gente de toda la vida, como la Àngela Montori que tiene 90 años y nació en Sant Antoni. "Me pensaba que no lo vería acabado", dice. Recuerda que su madre, que vivía "justo al lado", la llevaba a comprar y que cuando lo cerraron lloró "con ganas".

Dolors y Josep son madre e hijo, ella ronda los ochenta y él los cincuenta largos. Han venido a situarse, el hijo reconoce que con el cambio, su madre "está desorientada" y ha decidido hacerle una ruta con los puestos de siempre porque "así el viernes podrá venir sola, sin liarse".

Y en medio de este batiburrillo de gente, una pareja de los Mossos d'Esquadra que hoy hace de punto de información. ¿Todo el mundo se les acerca, "¿Dónde están las carnicerías? ¿Cómo se llega abajo? ¿El pescado dónde me queda?".

Lágrimas en los ojos entre los paradistas

Maria Carmen Àvila, que regenta una carnicería, asegura que hay "muchos nervios". "Parecemos de parvulitos, no damos pie en bola. Nos piden cosas, decimos que no tenemos y en realidad es que no sabemos dónde lo tenemos". Dice que de los nervios se está quedando "sin voz" y no puede acabar de hablar porque las lágrimas le llenan los ojos y le rompen la voz.

Bienvenidos sean los turistas

Uno de los miedos que se cierne sobre el nuevo mercado de Sant Antoni es que se acabe convirtiendo en un polo de atracción para los turistas, en una nueva Boqueria. Pero no todo el mundo lo ve así, es el caso de Neus García, d"Infantil Neus" que se pregunta: "¿Qué problema hay en que vengan los turistas? Mi público comprará un vestidito para el nieto o la nieta y a mí me es igual que sea ruso, chino o alemán", asegura. "Nosotros el cajón todavía lo tenemos que hacer", dice mientras afirma: "¡Bienvenidos sean los turistas!".