Naima y Noura son dos vecinas de Rubí, de origen marroquí, que en tan solo medio año han aprendido a hablar catalán. Desde el noviembre pasado se reúnen dos veces a la semana, los martes y los jueves, con su grupo de conversación en el Institut Escola Teresa Altet de la ciudad vallesana. En las sesiones, donde participan ocho aprendices, conversan de manera informal, en un entorno seguro y en confianza para probar y equivocarse, y tejen una amistad que traspasa el aula. Sus maestros, "acompañadores" en el aprendizaje de la lengua dicen ellos, son Raquel y Eric, también vecinos del barrio de Ca n'Oriol de Rubí. Él, además, es de origen ecuatoriano y solo hace un año que vive en Catalunya: después de un extraordinario aprendizaje en tiempo récord, en el que ha ayudado su mujer catalana, habla un catalán correcto y se ha aventurado a compartirlo como maestro, profesión que había ejercido antes de llegar aquí.
Todos ellos son participantes de Vincles, un proyecto de la asociación Òmnium Cultural nacido en 2022 para dar respuesta a la demanda creciente para aprender catalán. Tres años después, la red de Vincles para aprender la lengua llega a 265 grupos en toda Catalunya, repartidos en una setentena de municipios de todo el territorio. En suma, más de 2.000 aprendices y unos 500 acompañantes, organizados a través de entidades locales, asociaciones culturales, escuelas o centros cívicos. También en las calles, en los mercados y en las plazas, cuando salen a poner en práctica lo que han aprendido. Se reúnen una o dos veces a la semana y hacen uso de la lengua de manera informal, un lenguaje coloquial útil para el día a día. También aprenden la cultura y participan en festividades de la mano de sus mentores locales. El objetivo primero era lingüístico, sin embargo, tal como explican sus participantes e impulsores este lunes en conversa con El Nacional, va más allá y se vuelve pura integración social de la diversidad. "La lengua se entiende como un conector y no como un peaje", asevera al presidente de Òmnium, Xavier Antich, este lunes en rueda de prensa para presentar los resultados del proyecto.
"Me ha servido mucho para poder ayudar a mis hijos con los deberes, ahora tengo muchas ganas de trabajar con ellos porque entiendo más", explica Naima, y añade que ahora también hace un uso habitual del catalán a la calle, con los vecinos y a las tiendas. Antes de apuntarse con su grupo de Vincles tenía unas nociones básicas de la lengua, ya que había hecho un curso, pero lo entendía poco y no lo hablaba. "Es muy duro vivir en una ciudad y no saber la lengua, no poder entender a la gente, no poder ayudar a tus hijos, eso es mucho llevar", asevera. Por eso, ahora anima a todo el mundo que conoce a sumarse a su grupo de conversación. "Ahora empiezo a entender, y he conseguido confianza para hablar. Ha sido un espacio de práctica muy bonito. Para aprender, para trabajar, por mis hijos, para tener relación con otras mujeres", celebra. "De todo lo que decimos aquí, entenderán un 95%, eso es muy importante", añade Eric, uno de sus mentores.

Ayudar a los hijos a "tirar adelante", la principal motivación
Noura explica también que ahora utiliza el catalán habitualmente cuando va al médico y con las reuniones a la escuela de sus hijos, para "estar a su lado y sacarlos adelante". Ayudar a los hijos y el vínculo con la escuela es, de hecho, la principal motivación que impulsa a las participantes en el programa. En este sentido, la sociolingüista de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) Maite Puigdevall ha analizado el proyecto de Òmnium para valorar de manera cualitativa los resultados y asevera que la participación ha sido muy femenina, con la "primordial" motivación de "poder participar en la vida escolar de sus hijos". Después, sin embargo, han conseguido un gran cambio en su día a día, explica la académica, como poder hablar de tú a tú con su médico, a los maestros de sus hijos o con las administraciones sin necesidad que alguien medie por ellas. "Así dejan de sentirse excluidos de ciertas conversaciones o situaciones en que antes se hubieran autolimitado o autocensurado, y se sienten valientes para entenderla e intervenir", apunta el estudio, también codirigido por el sociolingüista Joan Pujolar.
"La lengua es un recurso más, simbólico, y tenemos que compartirlo. Así das derecho a hablar", afirma Puigdevall este lunes en rueda de prensa. Y añade que con Vincles se ha buscado ofrecer "un acompañante que no les juzga, que no les mete prisa, y cada uno a su ritmo, tiene espacio de confianza para poder equivocarse, para perder el miedo y la vergüenza". Asimismo, la experta lamenta que "generalmente pensemos que el catalán no lo querrá hablar nadie, porque el castellano circula por todas partes, y cuando nos dirigimos a la gente de fuera creemos que no hablan catalán y lo hacemos en castellano". Así lo corrobora Noura, que lamenta que en su día a día, cuando entra en una tienda, habitualmente no le hablan en catalán.

Un problema institucional: "Voluntad de integración hay"
Según el último informe FOESSA, solo el 33% de la población catalana vive en situación de plena integración y, en el caso de las personas de origen extranjero, se señala que el 45% está en riesgo de exclusión social (el informe no solo habla de lengua, sino también de factores socioeconómicos). Ante esto, los acompañantes quieren reivindicar que hay voluntad de integración entre las personas recién llegadas en Catalunya, pero el que faltan son medios para hacerlo. "Hay de todo, pero si se ponen medios al alcance de la gente que quiere aprender la lengua, hay muy buena respuesta", afirma Raquel, mentora de Naima y Noura. Desde Òmnium, Antich lamenta que la oferta para aprender el catalán es "insuficiente" ante la "preocupante" última encuesta de usos lingüísticos, que señala una importante caída del uso habitual del catalán a lo largo de la última década. El número de personas que acceden al catalán nos queda bajo el conocimiento demográfico y no es por marca de interés por aprender, sino por falta de espacios y oportunidades para hacerlo. La demanda es de dos millones de personas y la oferta de cursos es de 120.000 plazas cada año", afirma el presidente de la entidad.
En este sentido, Eric apunta que la integración no es solo una cuestión "personal", sino "institucional": "Cuando llegué en enero de 2024 me puse en contacto con el Consorci per a la Normalització Lingüística y con una escuela oficial de idiomas y no había curso o quizás empezaba en cuatro meses", lamenta. "Pues hice un curso en Parla.cat por mí mismo. Yo en aquel momento no estaba trabajando y aproveché. También me ayudó que mi mujer es de aquí y me facilitó material para aprender. Pero no todo el mundo tiene el mismo tiempo, recursos, las habilidades o la motivación", relata este acompañante de Vincles en Rubí.

Aparte de la disponibilidad, tanto acompañadores como aprendices avisan de que un factor clave que dificulta aprender catalán es el horario de los cursos y de las escuelas oficiales de idiomas. Naima empezó un curso básico, pero lo tuvo que dejar porque el horario no le iba bien, dado que por la tarde tiene que estar pendiente de sus hijos cuando salen de la escuela. Raquel considera que el éxito de Vincles se explica en parte por el horario de mañana, dado que estas mujeres pueden participar mientras los niños están en la escuela. Al salir, los recogen. "Nos tenemos que acostumbrar a adaptar estos cursos a la disponibilidad real de las madres, no les podemos pedir que se marchen a la otra punta, en otra ciudad, con unos horarios que no son reales para ellas, avisa. Eric, por su parte, reclama más horarios y más flexibilidad.
"Dejar el luto por el catalán y ponerse a trabajar"
El sociolingüista Joan Pujolar señala que muchos acompañantes que participan en Vincles lo son porque han visto que Catalunya "ha cambiado mucho" en los últimos años y que "el castellano se oye más". "Eso ha impactado, sobre todo fuera de Barcelona, donde el catalán es lengua mayoritaria", apunta. En este sentido, el experto lamenta que a veces "se aísla lo que viene de fuera" y con él se sirve la que hace de "lengua franca", el castellano, lo cual "segrega". "Los discursos xenófobos vienen del miedo, de no conocer", argumenta, si bien añade que en realidad "está muy lleno de gente que intenta aprender, tener nociones de catalán." Así, el experto celebra que Vincles "pone a la gente en otra tesitura" y ha ayudado a un cambio de mentalidad de algunas personas: "Eso ha cambiado la manera de sentirse de alguna gente. Dejar el luto y ponerse a trabajar ha sido una recuperación de moral", una manera de canalizar "la angustia", afirma. "Nosotros también tenemos responsabilidades en la integración. Los cambios sociales los hace la gente", concluye.