Rápido, piensa en uno de los lugares más místicos y mágicos de Catalunya. ¿Ya lo tienes? Hay un 99,9 % de posibilidades de que hayas pensado en la montaña de Montserrat. Y es que este paraje tan mítico es el hogar de una multitud de historias sobrenaturales: avistamientos de ovnis, presuntos portales hacia otras dimensiones, apariciones espectrales... Hoy, por eso, nos centraremos en su leyenda más antigua: la que asegura que Montserrat es el escondite definitivo del santo Grial, la copa de Cristo que, en teoría, otorga la inmortalidad a todo aquel que bebe de ella. Un secreto de este calibre, si fuera cierto, se convertiría en todo un peligro si cayera en malas manos. Y es precisamente lo que estuvo a punto de suceder cuando los nazis llegaron a la montaña mágica con la misión de encontrar este artefacto. ¿Quieres averiguar qué pasó? Tienes dos formas de hacerlo: la primera es escuchar el episodio correspondiente de Bona i misteriosa nit (el pódcast de misterios de ElNacional.cat) o bien leer la apasionante crónica que te he preparado.
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Un objeto legendario llega a la montaña de Montserrat
La montaña de Montserrat está ligada a la leyenda del santo Grial desde la Edad Media, puesto que la tradición dice que el objeto llegó al cenobio benedictino de Montserrat después de hacer un itinerario secreto transpirenaico. Toma nota de la ruta: desde el país de los cátaros, saliendo de Montsegur en el siglo XIII, pasando por San Juan de la Peña en Aragón y escondiendo el Grial finalmente en la montaña de Montserrat para evitar que fuera descubierto por los sarracenos. Aquí, en el monasterio y en la sierra montañosa, los francos primero buscaron el Santo Grial, que quiere decir la "Sangre real de Dios" y un siglo después también lo hicieron los nazis.
En el año 1809, las tropas francas comandadas, por el general Louis-Gabriel Suchet, conquistador de las ciudades de Tortosa y Tarragona, fueron a Montserrat. Durante la conquista de Catalunya, este general adepto al esoterismo decidió obviar la captura de otras ciudades importantes catalanas para dirigirse directamente a la montaña de Montserrat con la finalidad de apoderarse del Santo Grial. Y es que su emperador, Napoleón (otro apasionado por el mundo oculto), quería tener esta reliquia sagrada y ostentarla como símbolo de poder. Pero Suchet no lo encontró. Enfurecido por su fracaso, el general franco quemó y arrasó todo el monasterio, quedando solamente de pie unas pocas columnas del patín del cenobio benedictino original, que había sido fundado el año 1025.
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La obsesión de los nazis por el santo Grial
Un siglo después se repitió la misma historia. El 23 de octubre de 1940 aparecieron en Montserrat los nazis con el mismo objetivo de buscar el santo Grial. Esta búsqueda formaba parte de la obsesión del Tercer Reich de apoderarse de todas las reliquias sagradas del mundo. En concreto, querían el santo Grial para asegurarse la perpetuidad eterna, para conseguir que la raza aria consiguiera la vida eterna (que es el poder que se rumorea que otorga el objeto de nuestra crónica de hoy). El capo nazi de las SS y segundo Führer del Reich alemán, Heinrich Himmler, subió a Montserrat acompañado del general Karl Wolf que era jefe militar de las SS y la Gestapo. No iban solos: venían acompañados por otros miembros del partido y guardias personales del ejército alemán. Entre el séquito también estaba el capitán general de Catalunya, el gobernador civil, el alcalde de Barcelona y otras autoridades franco-fascistas españolas. Los recibieron los monjes de Montserrat, pero los monjes no eran ni mucho menos simpatizantes de estos regímenes y aquí se produjo el primer enfrentamiento entre los conquistadores fascistas y nazis de un país y los conquistados por la fuerza de las armas.
¿Por qué el Reich estaba tan convencido de que la reliquia se encontraba en Catalunya? Los nazis seguían la tradición creada por el trovador alemán del s. XIII Wolfran Eschenbac en su Parsifal y potenciada por el músico también alemán Richard Wagner, de que la montaña del Montsalvatge de la leyenda es en realidad la montaña de Montserrat. Sería allí donde está escondido el Santo Grial, fuente de la inmortalidad, desde la caída de los cátaros en el siglo s. XIII.
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El extraño episodio del maletín
Cuando la mañana del 23 de octubre de 1940 los nazis llegaron al aeropuerto de Barcelona-El Prat, el general Wolff llevaba un maletín negro encadenado a su muñeca. ¿Qué había dentro? Presuntamente, había información sobre la ubicación del santo Grial suministrada por el esotérico escritor, arqueólogo y oficial de las SS, Otto Rhan. Consistía en el mapa del mundo subterráneo del interior de la montaña de Montserrat. También llevaba La Atlántida y el Virolai, de Jacint Verdaguer, así como los libros La cruzada contra el Grial y La corte de Lucifer, del mismo Rhan.
Los nazis se hospedaron en el primer piso del hotel Ritz y mientras ellos comían, el maletín permaneció custodiado por los dos miembros de las SS armados y apostados en la puerta de entrada en la habitación presidencial, pero aquí se produjo un hecho misterioso de gran importancia. Cuando, después de la comida, los nazis subieron a la habitación... ¡el maletín había desaparecido! No obstante, por la tarde, los nazis igualmente subieron a la montaña de Montserrat a buscar el Santo Grial, pensado que los monjes colaborarían. Sin embargo... ¿quién robó el maletín, por qué y cómo lo hizo? Presuntamente, fue un anarquista miembro de la residencia republicana antifranquista que, desde la azotea del edificio, se dejó caer por la fachada o por un conducto interior del hotel hasta llegar a la habitación del primer piso, pero allí alguien le tendría que haber facilitado el acceso. Todo este episodio todavía hoy es un auténtico misterio. Por cierto, si el caso de hoy te recuerda a una peli, seguro que se trata de la tercera entrega de Indiana Jones, donde el arqueólogo encuentra precisamente el Santo Grial. Te dejamos con una de las escenas míticas por si no la recuerdas.
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El tour del Tercer Reich en el monasterio
Los nazis y su comitiva compuesta de unas 30 personas subieron a Montserrat la tarde del 23 de octubre de 1940. En la explanada del monasterio formaron a un batallón uniformado de miembros de las SS que marcaban el paso de la oca. Los monjes se sentían violentos, pero se vieron obligados a recibir con educación a Himmler y su séquito. En la plaza estaban haciendo obras y entonces un joven aprendiz de peón, Joan Mossats, lo vio todo. Anós después cuando ya era mayor me lo explicó todo cuando lo entrevisté en Catalunya Ràdio.
El abad Marcet y el padre Escarré no quisieron recibir a Himmler, así que lo recibió el joven monje Andreu Ripol, que hablaba muy bien alemán. Himmler visitó el monasterio donde vio a nuestra virgen negra, la Moreneta, y dijo que era de una raza inferior. Después visitó la biblioteca buscando libros sobre el Grial y finalmente se paseó por el museo benedictino donde había expuesto el esqueleto gigantesco de un íbero, a lo que Himmler dijo que era una persona de raza aria. Allí mismo vio la maqueta judía del Templo de Salomón (el primer banco del mundo) donde acto seguido nos acusó a los catalanes de ser judíos. Finalmente, Himmler quiso firmar el libro de honor de visitas, con el pesar de los monjes que no querían que el nazi dejase testimonio escrito de su visita a la montaña sagrada de Montserrat.
Incidentes, enfrentamiento y un ritual enigmático
Los insultos y las miradas de menosprecio recibidas por parte de los capos nazis no fueron nada comparado con lo que sucedería acto seguido. Se produjo el primer enfrentamiento entre Himmler y el monje Andreu Ripol, cuando el capo nazi, acercándose a la cara del monje, le manifestó su deseo de visitar el mundo subterráneo de la montaña. En concreto, exigió que le enseñaran el mundo interior de Montserrat donde presuntamente él sabía que allí se encontraba escondida la copa del Santo Grial. Pero el padre Ripol, con mucha sangre fría, contestó a Henri Himmler, vice-Führer del Reich alemán, con una frase sorprendente: "Efectivamente, el mundo interior existe, pero es el mundo que todos llevamos dentro nuestro". No le gustó nada a Himmler que no le quisieran enseñar el mundo oculto de Montserrat, entonces exigió subir a la cumbre de la montaña sagrada de Montserrat.
Acto seguido, Henri Himmler, el general Wolff y el padre Ripol subieron con el teleférico a la cumbre de Sant Geroni y aquí se produjo el segundo incidente grave. Durante el trayecto, los nazis le hicieron una serie de reproches al monje, volviendo a manifestarse el menosprecio hacia la Moreneta y a los catalanes port tener una patrona negra. Se volvió a hablar de la raza aria como la superior a todas. Este diálogo tenso acabó con una amenaza: Himmler le diría a Franco el mal recibimiento y el mal comportamiento por parte de los monjes de Montserrat contra ellos, que eran los dirigentes de un país aliado. El viaje dentro de la vagoneta fue muy angustiante hasta el final. Eso me explicó el mismo monje Andreu Ripol cuando lo entrevisté antes de que muriera.
Al llegar arriba a la cima de Sant Geroni, Himmler manifestó que quería quedarse solo y entonces el general Wolff le cerró el paso al monje Ripol para que no lo siguiera, para que no diera un paso más. Parece que Himmler llevaba una pequeña caja en el bolsillo, la cogió y acto seguido el vicecapo nazi se adentró solo por los pasillos existentes entre los mazos pétreos de los tubulares de las montañas de Montserrat para desaparecer de la vista de los presentes durante aproximadamente un cuarto de hora. Cuando Himmler volvió al teleférico ya no llevaba consigo la cajita. ¿En qué grieta de la montaña debió dejarla? ¿O quizás la precipitó por alguna sima? ¿Qué había dentro de la enigmática cajita? ¿Qué tipo de ritual hizo Himmler cuando estaba solo? Y la pregunta primordial de toda esta enigmática historia es esta: ¿sabía Himmler dónde estaba escondido el Santo Grial en la montaña de Montserrat? Misterios de nuestra tierra... Esperamos, por eso, que, si realmente el Grial está en Catalunya, que ninguna fuerza oscura lo acabe encontrando. El secreto de la inmortalidad, en malas manos, sería muy peligroso.