"Montserrat es nuestro Sinaí", dejó escrito mosén Cinto Verdaguer; "Catalunya será cristiana o no será", afirmó el obispo Josep Torres i Bages. La corriente histórica que une el catalanismo con el cristianismo como una relación indisoluble -los hay que le llamarían 'comunión'- a lo largo de los años ha quedado afianzado este domingo, 27 de abril, día de la Virgen de Montserrat, con un acto que, para los que han tenido el gozo de asistir, solo hay un calificativo simple para definirlo, histórico. Y es que no solo se ha tratado de sacar la Moreneta en procesión por primera vez en este siglo XXI, que también, sino porque la abadía ha querido, en su milenario, renovar su pacto con el pueblo catalán como referente espiritual.
Es por eso que la procesión de la Moreneta ha sido, la parte más efectiva de la celebración, y evidentemente la más visual y popular, que han podido seguir en la explanada de Montserrat unas cinco mil personas, pero más allá de la escenificación colorida y la liturgia solemne y, evidentemente, de las palabras de recuerdo en el papa Francisco y la confianza en una elección acertada por parte de los cardenales del nuevo obispo de Roma, Montserrat aporta un intangible donde el hecho espiritual se mezcla con el hecho patriótico. Montserrat es el corazón espiritual de Catalunya y por eso, incluso para los no creyentes, que siempre pueden disfrutar de las vistas y de la fuerza telúrica de la montaña santa, no pueden liberarse a esta sensación de trascendencia.
Y es que Montserrat quiere seguir siendo el referente espiritual de Catalunya, "nuestro Sinaí" de Verdaguer, al menos por otro milenio, y las esperanzas de supervivencia del pueblo catalán y de su lengua, también milenaria, siempre encuentran cobijo en esta abadía. Es por todo ello que sacar a las plazas a la Moreneta es solo la punta del iceberg de una corriente de fondo mucho más poderoso que una talla románica de negritud dudosa paseando entre los fieles. Montserrat es, claro está, la Moreneta, y la escolanía, y el 'Virolai', y la propia geología de la montaña santa de los catalanes, pero es sobre todo trascendencia.



Con todo, el reclamo de la jornada era la salida en procesión de la Moreneta, y aunque se ha hecho esperar, ya que la salida ha sido muy breve y solo para dirigirse al altar, acabada la eucaristía sí que se ha podido ver sobradamente, con un recorrido por las plazas de delante del monasterio donde se han podido sentir algunos vivas a la Virgen, mientras la escolanía interpretaba el 'Virolai'. El efectismo del momento, en qué no ha faltado alguna bandera del Barça y algún grito de "Viva Catalunya", ha sido el colofón de una homilía de más de dos horas, oficiada por el padre abad Manel Gasch, con presencia de las principales autoridades eclesiásticas del obispado de Sant Feliu de Llobregat, con el obispo Xabier Gómez al frente. La representación civil ha sido encabezada por el conseller de Justicia de la Generalitat de Catalunya, Ramon Espadaler.
Con la misa en las postrimerías, el padre Bernat Juliol, comisario del Milenario, ha expresado su gozo por la jornada, avanzando la cifra de 5.000 asistentes y apuntando que se ha tratado de una jornada "histórica". "Solo hace falta que miréis las caras de la gente", ha asegurado en una breve comparecencia a los medios de comunicación desplazados al monasterio, sin renunciar a que la procesión "la podamos volver a vivir alguna otra vez", para añadir que la festividad de Montserrat se ha querido organizar como "una fiesta abierta a todo el mundo", y con unas palabras también para los no creyentes, "que también se sienten acogidos en Montserrat".
"Mil años acompañando la cultura catalana"
Volviendo a la misa y la procesión que han empezado justo cuando se ha esfumado la niebla, cabe decir que las lecturas han incluido la carta de San Pablo a los cristianos de Éfeso y un fragmento del Evangelio según san Lúcas, pero ha sido la homilía del padre abad la que ha marcado el tono de la celebración, con las referencias ya citadas a Verdaguer y a Torres i Bages, donde ha reivindicado el papel de los monjes como "custodios de Montserrat durante mil años", para añadir que Montserrat lleva "mil años acompañando a la cultura catalana, en todas las circunstancias y especialmente su lengua". El compromiso de Montserrat con Catalunya ha quedado, pues, prorrogado por mil años más.