Varios camiones con milicianos revolucionarios de Monistrol llegaron a las puertas del monasterio de Montserrat poco después de la sublevación de 1936 para tomar el control de la abadía. Los anarquistas tenían intención de incendiarla y marcharse, pero un escamot de agentes de los Mossos d'Esquadra, reunidos de toda Cataluña y enviados desde Barcelona la noche anterior, lo evitó. Una quincena de hombres, con el cabo Pere Montgai al frente, tomaron posiciones la mañana del 22 de julio, sabiendo que los anarquistas y milicianos del comité local de Monistrol tenían intención de asaltar el monasterio.
El consejero Ventura Gassol -de la Selva del Camp- había ordenado la protección del monasterio, y la Generalitat había firmado un decreto que aseguraba que se apropiaba la titularidad del recinto para evitar que fuera tomado por los incontrolados, la mayoría anarquistas de la CNT-FAI. Los monjes seguían en el interior y ya habían escondido las imágenes más emblemáticas, por si la resistencia oficial caía y los hombres del comité antifascista conseguían pasar; entre otras, la Virgen de Montserrat, la icónica Moreneta.
Los Mossos bloquearon el paso a los anarquistas
Los accesos estaban protegidos por los Mossos, que se enfrentaron, aunque sin disparar, contra los milicianos. El cabo que llevaba la voz cantante aseguró que él se había convertido en la autoridad en el monasterio, que ya era del pueblo, y que los del comité local no tenían nada que hacer allí. Aunque iban armados -parte del arsenal robado del asalto al cuartel de Sant Andreu, en Barcelona- y con camiones protegidos con colchones, y tenían órdenes de entrar en Montserrat y prenderle fuego, al ver que los Mossos tenían la orden de evitar por todos los medios el acceso de los anarquistas al monasterio, que ya era formalmente de la Generalitat de Cataluña, hizo desistir a los milicianos. Sin armas ni los objetos incendiarios que llevaban para quemar Montserrat, accedieron en pequeños grupos al recinto, y finalmente volvieron a cargar los camiones y se marcharon de Montserrat. La historia dice que incluso degustaron Aromes de Montserrat antes de volver a bajar y dirigirse hacia Osona, donde tenían el encargo de seguir quemando conventos e iglesias.
La rápida acción de la Generalitat apropiándose del monasterio y habiendo desplegado una quincena de agentes de los Mossos de toda Cataluña evitó, en aquellos días poliédricos, la quema de Montserrat, y que, hoy en día, el espacio esté tal como lo conocemos y no tuviera que ser reconstruido, como ya ocurrió durante la Guerra del Francés, que hasta en tres ocasiones fue saqueado. Los Mossos también se desplegaron en Santes Creus y en Poblet, entre otros puntos estratégicos de carácter religioso por todo el país, para evitar que fueran convertidos en cenizas. La historia de los agentes que protegieron Montserrat y de los monjes -los Mossos también tenían la misión de escoltar a los monjes hasta Barcelona, escondidos como civiles-, como otros miembros de la cúpula eclesiástica, como la del propio Ventura Gassol, que tuvo incluso enfrentamientos con la FAI, y que tuvo que exiliarse, ya es otro capítulo. Durante la guerra Montserrat también sirvió de residencia para los presidentes Companys, Azaña o Negrín.
El vínculo de los Mossos con Montserrat
Estos días, coincidiendo con las celebraciones del Milenario de Montserrat, los Mossos d'Esquadra han recordado este vínculo que une a la policía de la Generalitat, con más de 300 años de historia, con el monasterio más emblemático de nuestro país. Con varios actos, con la presencia de la consejera de Interior y Seguridad Pública, la socialista Núria Parlon, y los máximos mandos del cuerpo, se ha celebrado esta fecha histórica de Montserrat con siete días de actos.
Los Mossos han instalado en la zona de la estación del cremallera una exposición sobre el cuerpo, que se puede visitar hasta el mes de enero; se han hecho demostraciones de las unidades policiales y se ha hecho la ofrenda a la Virgen de una lámpara votiva que quedará ubicada de manera permanente dentro de la Basílica. La zona del monasterio de Montserrat recae en la Región Policial Central, que ahora comanda el comisario Carles Anfruns, y con la oficina policial que los Mossos tienen les permite mantener el contacto con la comunidad benedictina, una colaboración que funciona desde la fundación del cuerpo, que siempre ha estado presente en el monasterio para garantizar la seguridad y preservar su patrimonio histórico.
El acto de inauguración de estos días contó con la Guardia de Honor de los Mossos al completo, que también sirvió de homenaje al intendente Guillot, que se jubila, y que, además de ser hasta hace poco el subjefe de la Región Central, también ha liderado el escuadrón de gala de la policía catalana los últimos años. Guillot, desde la región, también ha dinamizado actos importantes en la zona de Montserrat y de estrecha relación con el monasterio y la comunidad, junto con el exdirector general de la Policía, Pere Ferrer, que lideró, antes del cambio de Gobierno, esta celebración y la implicación de los Mossos en los actos del Milenario de Montserrat, una de las joyas nacionales.
La exposición sobre la relación de los Mossos d'Esquadra con Montserrat la ha liderado el subinspector González Fraile, responsable del servicio histórico de los Mossos, con los cabos David Hidalgo y Miquel Ruiz, este último, uno de los agentes con más conocimiento de la historia de la policía catalana en el Baix Llobregat y la zona del Montserratí.