El arquitecto japonés Arata Isozaki ha muerto este jueves a la edad de 91 años, según ha informado su estudio. Nacido en Oita, en la isla de Kyushu, Isozaki se crio en el Japón que había quedado destruido por la Segunda Guerra Mundial. Tenía 14 años cuando estallaron las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki. Más tarde estudió en la universidad de Tokio, dónde uno de sus profesores fue el conocido arquitecto Kenzo Tange. Al finalizar los estudios trabajó con su maestro hasta 1963, cuando estableció su propio despacho.
Los primeros proyectos de Isozaki se caracterizaron por la combinación de la tradición japonesa con las estructuras modernas, realizadas con tecnología avanzada. A partir de 1970 su estilo fue cambiando, y empezó a sustituir los elementos tradicionales por elementos postmodernistas, es decir, formas como bóvedas, esferas y elementos geométricos.
A pesar del cambio de estilo que hizo, Isozaki siguió combinando elementos orientales con elementos occidentales. E incorporó a sus edificios efectos visuales, de manera que la imagen varía según el ángulo de observación. Según él mismo, "cada uno de los diseños es una solución específica nacida para el contexto del proyecto". En el conjunto de su carrera, siguió tendencias brutalistas, metabolistas y postmodernistas. Isozaki fue distinguido con numerosos premios internacionales, entre ellos el Pritzker 2019, así como el de la Asociación de Arquitectos de Japón, el del Royal Institute of Architects británico y el de la American Academy, entre muchos otros. También fue profesor visitante en Harvard, Yale y Columbia.
El Palau Sant Jordi
Isozaki fue el responsable de diseñar el Palau Sant Jordi, uno de los nuevos equipamientos que Barcelona estrenó para los Juegos Olímpicos de 1992. El palacio fue terminado en 1990, dos años antes del acontecimiento. Se construyó sobre un antiguo vertedero de basuras, concebido como un espacio polivalente donde además de las competiciones deportivas se pudieran celebrar espectáculos musicales y teatrales y encuentros sociales. Fue considerado la joya de la llamada Anella Olímpica de Montjuïc, que también integraban las instalaciones del estadio Lluís Companys, la piscina de saltos de Montjuïc o las piscinas Bernat Picornell.
El Palau Sant Jordi ha quedado como la instalación olímpica más utilizada de Barcelona. Para acontecimientos deportivos tiene una capacidad de 16.670 espectadores (todos sentados, aunque ocupando únicamente los dos laterales y el fondo norte, porque en el fondo sur no se habilitan graderías), mientras que para conciertos tiene una capacidad máxima de 18.000 personas. La gradería tiene forma de U para dejar espacio al escenario. Sobre la gradería, 62 columnas robustas soportan el peso de la cúpula y delimitan el vestíbulo de circulación perimetral del público.
La cúpula, de las mismas dimensiones que la pista, se construyó con el sistema Pantadome, ideado por el ingeniero Mamoru Kawaguchi. Este sistema está formado por una malla de 4.000 barras cilíndricas y 500 nudos esféricos donde se insertan los tubos. En su momento, la construcción de la cúpula significó una obra de ingeniería muy nueva y compleja. La cúpula se construyó a nivel del suelo y, una vez acabada, se elevó mediante 12 gatos hidráulicos controlados con mucha precisión por un sistema informático. Finalmente, se aseguró la cúpula donde se juntan todos los gajos, se construyó la semicubierta y se aisló con teja, cerámica y cinc. En la estructura de la cúpula, cuando se levantó, se colocó otra gran estructura metálica de color amarillo con todo el equipamiento de iluminación y de sonido y un marcador con pantallas por los cuatro lados.