En algunos lugares como Rusia hoy en día todavía está vetado que las mujeres puedan ejercer ciertas profesiones, como la de bomberas. Por suerte, aquí la cosa ha cambiado, pero todavía queda mucho camino por recorrer y es necesario un cambio estructural importante para visibilizar un trabajo que muchos todavía asocian con los hombres.
Míriam Galisteo (43 años) fue la primera mujer en entrar en el cuerpo de bomberos de Barcelona en el 2007, hace nada más 13 años, cuando aprobó las oposiciones. "Al principio estaba nerviosa, había estudiado farmacia y trabajaba en prevención de riesgos laborales, todo era nuevo para mí y todo eran hombres". Míriam reconoce que se autoejercía cierta presión por hacer las cosas bien hechas y para demostrar que podía hacerlo igual de bien que sus compañeros, la mayoría hombres.
El cuerpo de Bomberos de Barcelona lo componen 485 personas. De estas, 477 son hombres y solo 8 mujeres
Las oposiciones y los inicios
Recordando las pruebas para entrar en el cuerpo, Míriam explica que "era duro, tenía que ser muy disciplinada, yo trabajaba y después iba a entrenar cada día, sin perderme ningún entrenamiento". "Recuerdo que cuando estaba opositando, tenía un artículo colgado en la nevera de una bombera de la Generalitat —no recuerdo quién era— para motivarme".
[De repente, se ilumina y suena una alarma que se encuentra en medio de la cocina comedor, Míriam se levanta y dice mientras corre hacia el tubo para bajar a buscar el camión: "Me tengo que marchar, no sé cuándo tardaré en volver". Al cabo de pocos segundos, vuelve a sonar la alarma, han cancelado la emergencia. Continuamos].
Una mujer en un mundo de hombres
"Al entrar en el primer parque —en el histórico que había en el centro del Eixample— había muchos hombres a punto de jubilarse que pertenecían a otra generación. Eran compañeros a quienes sorprendió mucho que entrara una mujer dentro del cuerpo y algún comentario me cayó". En lo referente al funcionamiento interno, Míriam explica que era impensable que pudiera entrar en la zona donde estaban las camas y los armarios donde la gente se cambiaba. "Me hicieron dormir aparte, en una habitación enorme donde sólo había una cama y una taquilla".
Míriam: "No me dejaban pasar de la puerta de sus habitaciones, al principio no estaban nada acostumbrados"
Pero la cosa siguió igual con el cambio de parque. Una vez cogí confianza con los compañeros, tuvimos que cambiar de parque porque estábamos en un periodo de prácticas. Me tocó ir al de la Vall d'Hebron. Iba tranquila, tenía la confianza del Eixample y recuerdo que al entrar en el comedor, se quedaron muy callados. Bromeaban y, de repente, todos en silencio. Pensé; ¡No, otra vez no, que ya soy de la casa"!, recuerda ahora sonriente.
Galisteo explica que cuando empezó los parques no estaban adaptados y recuerda que al llegar al parque actual de Sant Andreu, ahora hace 7 años, le dieron una habitación en el piso de abajo para ella sola, hasta que se plantó y dijo: "Ya basta, duermo con los demás!". Ahora el parque se ve renovado, tienen dormitorios comunes y las 3 mujeres que trabajan tienen su propio vestuario. Míriam sonríe recordando cómo alguna vez han coincidido a propósito las mujeres del parque en una misma guardia, formando un camión sólo de bomberas.
"¡Hostia! ¿Hay mujeres bomberas?"
La sorpresa, explica a Míriam, está presente continuamente. "Todavía le sorprende a mucha gente, incluso padres y madres con niños que les dicen: '¡Mira, una bombera!' Hombre, habría que normalizarlo, que no sea un hecho extraño!". La bombera considera que la diferencia entre el número de hombres y mujeres en el cuerpo se debe a una falta de información por un lado y al hecho de que culturalmente no se relaciona a las mujeres con este mundo. "Muchas veces vamos a las escuelas a hacer charlas y los niños se sorprenden, cuando tendrían que ser los más neutros. La mayoría todavía asocian que los bomberos son hombres y no mujeres. Cultura, educación... Todavía hay mucho trabajo por hacer".
¿Y en Bombers de la Generalitat, cuántas mujeres hay?
Montse Martínez tiene 33 años y trabaja en el Parc de Bombers de Granollers, donde es la única mujer. Antes había estudiado INEF y trabajaba en un pabellón deportivo haciendo actividades dirigidas. Martínez coincide con Míriam respecto a las desigualdades entre sexos dentro del cuerpo, "creo que es un tema cultural y de educación. De pequeña a mí nadie me dijo que podía ser bombera, siempre que veía dibujos o cuentos, eran hombres los bomberos. Eso hace que se cree una falsa sensación de que las chicas no pueden dedicarse a ello". Montse se muestra satisfecha con la evolución, "ahora las escuelas vienen al parque, ven bomberas, las ven en la tele... el hecho se va normalizando", aunque reconoce que nunca ha trabajado con ninguna mujer, ni cuando hacía campañas forestales los veranos.
El cuerpo de Bombers de la Generalitat de Catalunya consta de 2.260 personas: 2.219 son hombres y solo 41 mujeres
Coincidiendo con Galisteo, Montse explica que "machismo no me he encontrado, pero sorpresa sí, a diario. Me dicen: '¡Ostras, una bombera!'. O voy a poner gasolina y oigo: '¡Nunca había visto a ninguna bombera!'". Montse asegura no haberse encontrado nunca con ninguna situación desagradable, "excepto típicos comentarios entre compañeros que pueden ser en broma y que puedes encajar mejor o peor. A veces cae alguna broma que se tendría que cambiar, pero vaya...".
La bombera se muestra contundente al afirmar que "es positivo que el cuerpo sea variado, trabajamos en equipo y se nota cuando hay mujeres, porque podemos aportar otras cosas que complementan los hombres, y a la inversa".
Tanto Galisteo como Martínez coinciden en recordar la mejor experiencia que han vivido dentro del cuerpo. "Lo mejor es llegar aquí y ver que has conseguido lo que querías. Las pruebas son duras, el nivel es muy alto y somos muchos los aspirantes a conseguirlo", recuerda Montse, quien llevaba muchos años persiguiendo este sueño. "Compartir el día a día con los compañeros, las salidas, eso es lo mejor", remarca la bombera. Comparte la misma visión Míriam, quien recuerda que "entrar en el cuerpo de bomberos, poder dedicarte a ello y formar parte de esta gran familia es lo mejor, el trabajo en equipo nos une mucho". Además, como tienen aficiones similares y los mismos horarios, Míriam aprovecha los días festivos para quedar con los compañeros y hacer excursiones o salidas por la montaña.
Por otra parte, no se olvidan de que trabajan en una profesión donde el riesgo lo viven de cerca. "La peor experiencia fue la muerte de un compañero en un servicio. Murió electrocutado en un transformador intentando rescatar a un niño que había perdido una pelota. El compañero tenía 28 años, y aquí te das cuenta del riesgo que corremos", explica Míriam.
La dificultad de las oposiciones
Isa Montero tiene 26 años y estudió derecho en la UPF. Una vez acabado el grado hizo el máster de acceso a la abogacía y otro de especialización. Montero asegura que no era feliz y sentía que no era el trabajo de su vida. Aprovechando que su cuñado opositava por el cuerpo decidió intentarlo, "es difícil pero no imposible".
"¡Yo no te veo. eh?", "Son muy difíciles, las pruebas para entrar, ya tendrás cuerpo para eso?", "Y tú, ya te ves en un accidente?". Este es el pan de cada día para Isa, que, por suerte, asegura tener el apoyo del entorno más próximo, que ha estado a su lado desde el primer minuto.
Para Isa, la prueba que le resulta más difícil es la física, porque estudiar no le cuesta mucho. En estos momentos, necesita tener el carné de camión. "Me tengo que sacar una teoría, una parte de mecánica y dos partes prácticas, una que consiste en tres maniobras en un circuito cerrado y otra de circulación".
Isa: "No conozco a ninguna chica que esté opositando o quiera ser bombera"
Tal como explicaban a Míriam y Montse, el camino en el que se encuentra Isa es muy solitario. "No conozco a ninguna chica que esté opositando para ser bombera. Siempre se ha asociado a los bomberos con un trabajo físico, y estas profesiones que requieren un esfuerzo físico se relacionan todavía hoy día con los hombres". Isa remarca que "eso viene de una evolución social que todavía no hemos vivido en este tipo de profesiones".
"Estoy convencida de que es un trabajo que podemos hacer todas y, al final, el equipo que pueden formar un chico y una chica a la hora de empatizar, de coordinar o de ayudarse, enriquece mucho más". Isa acaba haciendo un llamamiento a todas aquellas chicas a las que les pueda despertar la curiosidad esta profesión: "Que se animen más chicas para no sentirme sola en este camino, que, a veces, se hace difícil!".