El operativo policial contra los narcopisos desmanteló una organización que había impuesto su ley a base de violencia en Ciutat Vella. El grupo criminal dominicano se había hecho con el control de la mayoría de puntos de venta y consumo de droga del Raval, contribuyendo a un nivel de narcotráfico en el barrio que no se veía desde los ochenta.
El núcleo duro de esta red era muy jerárquico y estaba integrado por ciudadanos dominicanos que respondían a sobrenombres como "Guadaña, Guiri, Belleza o Franki". A partir de los dirigentes, la organización desplegó toda una estructura externa de colaboradores a diferentes niveles (encargados, dependientes, vigías, correos) que dificultaba una actuación policial que tenía como objetivo descabezar a la organización.
Tácticas de control
El afán territorial del grupo criminal los llevó a utilizar toda una serie de tácticas con el fin de hacerse con el control del narcotráfico en la zona. Una de las estrategias empleadas consistía en la apropiación de narcopisos activos. El punto de venta y consumo de drogas del número 50 de la calle de Valldonzella es un ejemplo. Esta macro narcosala que sellaron los Mossos d'Esquadra el pasado 30 de octubre -después de que los vecinos alertaran que había vuelto a estar ocupada pasadas menos de 24 horas del primer desalojo policial- llevaba en manos de la mafia dominicana apenas tres meses.
Antes de ser absorbidos por la organización, estos bajos ya habían funcionado como punto de venta de droga en dos periodos anteriores. Un pequeño grupo que se dedicaba al tráfico de sustancias estupefacientes pero de manera muy residual ocupaba el local cuando la red criminal se interesa por el espacio.
Después de ver como la policía desmantelaba dos de los narcopisos que regentaban en la misma calle Valldonzella, el grupo dominicano se pone en contacto con los ocupantes y consiguen echarlos de los bajos. Según los vecinos, los inquilinos recibieron una suculenta oferta para abandonar el local de manera inmediata.
Violencia interna y externa
Según explicó este lunes el intendente Antoni Rodríguez, jefe de la División de Investigación Criminal de los Mossos, la coacción no era el único mecanismo que utilizaba el grupo criminal desmantelado para consolidar su presencia territorial. La red dominicana no dudaba en utilizar la violencia no sólo con el fin de someter los adversarios sino también como método para mantener la disciplina interna.
Pacto de no agresión
A pesar del marcado carácter violento de la organización, la relación con los narcopisos regentados por ciudadanos pakistaníes -su potencial gran competidor en la lucha por el control del narcotráfico en la zona- no era especialmente problemática debido probablemente a los intereses comerciales mutuos.
La mafia dominicana no manejaba grandes partidas de droga al mismo tiempo, por una cuestión estratégica de cara a posibles registros o cacheos policiales, y se podía dar la situación de que hubiera un exceso de demanda. Por esta razón, al grupo criminal le interesaba mantener un trato cordial con los narcotraficantes pakistaníes a fin de que estos pudieran suministrarles el material en caso de necesidad.
De la misma manera, al grupo pakistaní no le interesaba entrar en una lucha violenta por el control territorial con la red dominicana, con la condición de que pudiera mantener su actividad, que está orientada principalmente a clientes de la misma nacionalidad.