¿Existe una mejor forma de acabar el 2021 y empezar el 2022 que hacerlo en casa o en una habitación solos y confinados, sufriendo el coronavirus? Seguramente, si lo preguntamos a Lidia (51 años, Granollers), a Francesc (27 años, Barcelona), a Isabel (58 años, Lleida), a Dani (48 años, Riudellots de la Selva), a Anna (45 años, Barcelona), a Arnau (27 años, Cerdanyola del Vallès), a Vinyet (31 años, Sitges), a Núria (38 años, Barcelona), a Albert (45 años, Sarrià de Ter), a Jèssica (33 años, Mataró), a Mariona (25 años, Llambilles), a Pere (52 años, Badalona) o a Elena (42 años, Barcelona), nos podrían decir que no. Todos ellos, son el ejemplo de 13 personas que después de hacerse un test de antígenos o una PCR los días previos a las fiestas de Navidad, obtuvieron un resultado positivo. ¡"Un positivo que me cayó como una losa encima"!, exclama Pere.

"Cuando volví del ambulatorio en casa, pensé que, literalmente, no volvería a salir hasta el año que viene", recuerda Núria, que obtuvo el positivo el 22 de diciembre. El mismo día que se enteraba Mariona: "no me di cuenta del qué me venía encima hasta que la enfermera me dio el resultado" y después de ver como el test de antígenos habían salido dos rallas. "Me cayeron las lágrimas, quería decir Navidad, Sant Esteve, el cumpleaños de la abuela, del padre, del hermano y el fin de año sola". Unas fechas que coincidían con el contagio de Vinyet, cuando el martes 21 cenó con 5 amigos: "es la tercera vez que pillo el coronavirus, mis amigas médicos alucinan. Creo que formo parte de un experimento", dice sonriente una de las primeras tuiteras en reaccionar al llamamiento que hicimos a través de Twitter.

La mayoría, sin embargo, desconocen cómo se contagiaron, si en el trabajo, en comidas o cenas de empresa o bien a través de familiares o amigos. Pero, si en un hecho coinciden todos, es que se encuentran solos y aislados, disponiendo de un inmueble entero o, en el peor de los casos, cerrados en una habitación para no contagiar al resto de familia o compañeros de piso. "Estoy confinado en el dormitorio que debe hacer unos 12-15 m2", apunta Dani, que improvisó un escritorio delante la ventana para disfrutar del paisaje. Como él, se encuentra Albert, Francesc o Jéssica, que también celebra poder tener una ventana donde, "por suerte, puedo ver el cielo y la montaña, así no me siento del todo atrapada".

Vistas desde la ventana de Jessica, en Mataró

Vivimos un momento donde la pandemia del coronavirus se encuentra en alza, en plena sexta ola y con una variante predominante que es mucho más contagiosa que las anteriores, la ómicron. "Fiebre, mal estar, dolor de garganta muy fuerte... Me he encontrado muy mal, la noche del 23 acabé llamando al 061, tenía miedo y estaba sola", recuerda Anna, que se queja de cómo la red de salud pública no tiene en cuenta a la gente que sufre los efectos del coronavirus porque viven solos. "Yo aquella noche tendría que haber estado acompañada". Otros, como lo Arnau, le suman la pérdida del gusto y del olfato, "me encuentro muy cansado físicamente a pesar de tener las dos dosis de Pfizer, la última, del mes de agosto". Todos ellos, coinciden en que anímicamente se encuentran resignados. ¿"Nos ha tocado vivir eso? ¡Pues adelante"!, dice Dani, que sufre el coronavirus de forma prácticamente asintomática.

Una Navidad y un Sant Esteve diferente: a la cama o con videollamada

En unos festivos como estos, la sopa de galets, los canelones y los turrones no acostumbran a faltar en la mesa. ¿Sin embargo, cómo se vive la Navidad y el Sant Esteve cuando tienes un virus que te hace estar aislado del contacto humano y de estas mesas donde abunda la comida, los dulces, el cava, las risas y las sobremesas infinitas? "Decidí que no podía maldecirme para no poder ir en casa de los padres a preparar la comida y a compartir estos días con la familia, así que me arreglé como si fuera a salir, puse la mesa para mí sola, e hice gala de una buena sopa y cocido que me hicieron llegar", explica Lidia, que añade como tampoco faltaron unas cuantas videollamadas que la mantenieron acompañada. De igual forma lo celebraba Vinyet, que a pesar de llorar los dos días para no compartirlos con la familia, recuerda cómo el padre le trajo los canelones y la sopa de galets en la puerta de su piso. "Creo que ha sido el mejor regalo de Navidad de toda mi vida, y os aseguro que no exagero". Una sopa de galets que también olió y probó Francesc, que lo vivió como un hecho extraño, dice: "parecía que simplemente, como decían en Plats Bruts, fuera un día normal, pero la verdad es que no lo era del todo".

Quién tampoco se perdió las celebraciones fue Elena, que paró la mesa para simular que "lo celebraba un poco", y agradece el detalle de una vecina, que sabía que estaba confinada y le subió la comida hecha por ella. Un día que "a pesar de estar sola físicamente, no me lo sentí gracias a las videollamadas", apunta también Núria, que se arregló para compartir estas fechas con la familia de forma virtual. Y otra que tiró de videollamadas fue Mariona, que explica como de esta forma se sintió una más en la mesa con el tió incluido: "los regalos que me cagó el tió me iban entrando por la ventana". Sin embargo, aunque las videollamadas estan al orden del día y nos han facilitado mucho las comunicaciones, en unas fechas como estas y en el contexto actual, el contacto humano ayuda a llevarlo mejor. Un contacto que Pere añoró especialmente el 25, que recuerda como "comí solo en la habitación la sopa y el cocido y fue triste". Un hecho que decidió poner remedio al día siguiente, cuando ya cambió su mentalidad.

El plato de sopa de galets que se comió Pere en la habitación donde está confinado haciendo el aislamiento

La suerte de estos, contrastaba con la Navidad y el Sant Esteve que vivieron Isabel, Jéssica, Albert o Anna, que precisamente pasaron unos días estirados a la cama y, en el peor de los casos, con fiebre. "Estaba en un momento tan álgido del virus, que me pasé el día durmiendo, como si no hubiera habido Navidad," comenta Anna, que recuerda emocionada como sus hijos de 16 y 17 años, se presentaron por sorpresa a visitarla. "Se quedaron en el rellano de la escalera y los pude ver a través de la puerta, fue el mejor regalo que podía tener".

"En el mundo hay personas con problemas más graves que los míos y, afortunadamente, yo no estoy sola", Núria

Viajes, cenas, amigos, padres, hijos, conciertos, obras de teatro, vacaciones... Estas, son algunas de las cosas que han tenido que renunciar los que han sufrido el coronavirus estos días. "El coronavirus te obliga a parar, a centrarte contigo", apunta Núria, que a pesar de sentirse resignada como el resto, considera que "las cosas vienen como vienen y no queda otro que aceptarlo". Aun así, es habitual pasar por todos los estadios, tal como apunta Lidia, "primero lo encaré con optimismo, no quería que los míos me vieran desfallecer y yo los animaba a ellos, después, al cabo de un par de días me vino el disgusto y estaba enfadada con el mundo". Ahora, explica, encuentra la parte positiva, disponer de tiempo para ella.

Otros, se sorprenden por su reacción. "Estoy sorprendido de cómo me lo he tomado anímicamente, pensaba que estaría peor, pero hablando con el entorno he visto como de común ha sido esta situación en muchas otras familias", explica Francesc. En esta línea lo sigue Elena, que se lo ha tomado bien porque de alguna forma y viendo el entorno, ya se lo veía a venir: "mal de muchos, consuelo de tontos," y reflexiona sobre como "la salud y el miedo a poder contagiar al resto de familia, pesan más que las ganas de celebración". Un pensamiento que comparte Jéssica, que apunta que "cuando has superado la fase de encontrarte mal, te queda la frustración de ver cómo vuelan por los aires todos los planes". La misma, confesa como "alguna lagrimita ha caído", y que el humor, en ocasiones es difícil de encontrar. Albert y Dani también nos hablan y coinciden con este sentimiento de resignación que sienten al sufrir la covid por estas fechas. ¡"Suerte tenemos de las nuevas tecnologías, no imagino un confinamiento en los años 80 o 90"!, dice Dani.

El Paraulògic, el aliado ideal para sobrevivir a las cuarentenas

Todos tenemos un primo, un hermano, un amigo, un compañero de trabajo o un vecino, que le ha tocado vivir esta lotería del coronavirus y, estará de suerte, si es la primera vez que lo pasa y de forma relativamente leve, como es el caso de estos 13 testimonios. Pero, a pesar de pasarlo de forma leve, esta lotería comporta un premio bien especial: una cuarentena de 10 días -ahora 7, si no hay síntomas-, que se acostumbran a hacer largos y a menudo, muy pesados. ¿Qué opciones tenemos pues para hacer las cuadragésimas más ligeras? Sin duda, muchos coinciden con el juego del momento: el Paraulògic. "Me tiene muchas horas ocupada", exclama Isabel; "nos ha salvado muchas horas muertas", apunta Albert. Un juego que a la mayoría los mantiene ocupados durante un tiempo, sin olvidar la importancia de las rutinas, que ponen en valor con el fin de no volverse locos.

El Paraulògic agrupa a más de 120.000 usuarios únicos que juegan a lo largo del día

"Me estoy tomando el lujo de no sentirme mal para no hacer nada, y lo estoy disfrutando", Francesc

¿Otros sin embargo, han optado por pelearse con Ryanair por unos vuelos perdidos a Estocolmo, para vaciar fotografías de móviles viejos, para teletrabajar, para coger la escoba y hacer limpieza, para mirar aquella serie o películas pendientes, para descoser un vestido y coser uno nuevo, para colgar cuadros, ordenar el piso o la habitación, escuchar podcasts, tocar la guitarra o el ukelele, para escribir un diario a mano, para charlar gracias a las videollamadas, para engancharse a Netflix, para mirar el WhatsApp, chismorrear en Instagram, comentar por Twitter, escuchar música, leer, hacer yoga, estirar y, también, por qué no, para hacer un vídeo resumen de este 2021 con los mejores momentos, verdad Jèssica? ¡Seguro que también ha habido, claro que sí! Mil y una actividades para escoger y, como no podía ser de otra forma, tampoco han faltado aquellos momentos de mirar por la ventana y disfrutar de las vistas.

Empezar el año con buen pie: aislado y en cuarentena

Pero por si la Navidad o el Sant Esteve no les fuera poco para todos los que lo han tenido que vivir confinados y aislados, todavía les quedaba una cita especial que han tenido que pasar alejados físicamente de la familia o de los amigos, la noche de Fin de Año. "Este año no ha habido vestido de gala, he preferido la comodidad del pijama o ropa de estar por casa", apunta Arnau, que confiesa que "eso ha sido magnífico"!. Vinyet también ha pasado de engalanarse, y nos explica que le pidió a su madre que le cocinara una sopa de pescado para hacerla sentir así acompañada del resto. Y, claro está, "la uva tampoco faltó". Las videollamadas han seguido están al orden del día, como la que tenía agendada Mariona con los amigos que también cayeron positivos. Se reunieron todos juntos con una buena cena que le hizo la familia y miraron las campanadas juntos, "como es de triste pensar que estás sola en estos días importantes para la mayoría, pero cuando vi a mi familia por la ventana cantando con la guitarra, pensé que incluso sería un recuerdo de unas fiestas diferentes". Quién sí que se ha puesto el uniforme sin embargo, ha sido Francesc, que siguió las campanadas acompañado de un gin tonic, "brindando porque el 2022 si que pueda pasar una Navidad con los míos".

Pero la tendencia y los ánimos generales, no incitaban al desenfreno. El contexto y el momento actual que vivimos, donde se detectan a diario más contagios que nunca, no invitan a un ambiente festivo, no hay ganas de celebraciones, y lo deja bien claro Lidia, que explica cómo este fin de año no le apeteció celebrarlo. "Cerré el móvil y me puse a dormir. Mañana será un nuevo día y sumaremos un año más". Pere lo vivió de una forma similar, "mi marido fue a casa unos amigos a celebrarlo y yo cené como cualquier otro día, me puse una película y me he despertado temprano la mañana para ver a salir el sol", -cuándo ya cumple el séptimo día de confinamiento sin síntomas y se ha podido acercar a la playa de Badalona-. Isabel tampoco se perdió las uvas, celebrando que "por fin, se ha acabado el 2021", un hecho que también celebró Anna, llorando por el año que dejamos atrás.

"En este 2022 le pido que la covid no sea la protagonista"

Para acabar: ¿qué le pides a este 2022? Con esta pregunta, ponía fin al cuestionario que enviamos a la muestra de los 13 testimonios que nos han compartido su vivencia mientras sufrían el coronavirus en estas fechas tan relevantes. Todos ellos, coinciden en una cosa, con la salud por delante de todo y con el deseo de que el coronavirus deje de limitarnos y privarnos de libertad. "Que podamos disfrutar de salir a la calle y quedar con los nuestros, sin barreras o impedimentos. Quiero dejar la mascarilla en casa de una vez, que mi barba también lo agradecerá," apunta Arnau. "Poder pasar la próxima Navidad con la familia y más vacaciones para los sanitarios", dice Francesc. "Poder hacer los viajes pospuestos, incluido el de bodas que tenemos pendiente desde el 2020," recuerda Jéssica. "Recuperar el trabajo que perdí por culpa de la covid", expone Isabel. "Salud y buen humor", acaba Dani, y añade Pere: "que esta pesadilla acabe". La esperanza es el último que se pierde y, como mínimo, tengamos fe en que todo eso acabe pasando muy pronto.

¿Por cierto, recordáis que en total os hemos explicado la vivencia de 13 personas, ni uno más, ni uno menos? Sumemos otra más, no fuera que eso del 13 nos trajera mala suerte en este 2022 que hoy empezamos... "Di positivo a una hora de la comida de Navidad, al lado de la mesa parada", confiesa el último testimonio que vive por segunda vez el coronavirus. Guillem (29 años, Manlleu), ha tenido la suerte de ser asintomático y aquel, era el tercer test de antígenos que se hacía por precaución antes de sentarse en mesa con la familia. Un ejemplo más, que se suma a los millares de personas que han pasado las fiestas aisladas y en soledad, sufriendo este maldito virus. Un virus que en muchos casos comporta vivir situaciones peores que las expuestas, no lo olvidemos. El último testimonio aprovecha para desearos una muy buena entrada de año nuevo, y una mejor recuperación para todas las personas que los ha tocado vivir las fiestas de esta forma -especialmente a los 13 de más arriba, que me habéis tenido entretenido durante esta cuarentena. Mirémoslo por el lado positivo, tal como estamos ahora, en el 2022 sólo nos puede traernos que alegrías. ¡Salud y abrazos virtuales!