Oussama, de 23 años, acompaña a su amigo Yussuf, que ha perdido la casa por el terremoto de Marruecos, que de momento cuenta con un balance de al menos 2.000 muertos. Yussuf está acampado en la calle delante del resort de golf de lujo de Marrakech, justo a la salida de la ciudad hacia el Atlas. El hogar de Oussama está bien y esta noche, tras dos acampado, volverá a su hogar, pero su amigo no ha recibido ninguna indicación de ningún tipo de autoridad sobre donde puede ir. "Dormirá en la calle hasta que le digan alguna cosa", dice el Oussama, que reconoce que "la población puede hartarse de esta situación si el gobierno no empieza a dar soluciones". Enseguida, ofrecen té a los periodistas.
Oussama, además, trabaja en un 'riad', como se conocen las casas-hoteles, y muestra en fotos los daños que tiene el edificio. Como el resto de hoteles, siguen durmiendo turistas. "Los hoteles y casas están dañados, sigue durmiendo gente y nadie ha comprobado si es o no seguro estar allí". Este hecho también lo ha vivido el periodista que firma esta pieza en el hotel donde durmió la primera noche, delante de un edificio fuertemente dañado que podía caerse encima.
Miles de personas hace dos noches que acampan en las calles de la ciudad después de que el terremoto más fuerte de la historia del país, con fuerza 7 en la escala de Richter, dejara al menos 2.000 muertos, cifra que no para de crecer a medida que se encuentran cuerpos, y miles de afectados, sobre todo en la región de las montañas del Atlas y en Marrakech. Oussama es uno de los jóvenes más valientes a la hora de pedir explicaciones al gobierno, sin levantar la voz ni dedicar una mala palabra, pero pidiendo respuestas. Por ahora, el gobierno ha anunciado ayudas económicas y ha recorrido pueblos del Atlas para supervisar la situación y repartiendo ayuda y comida, pero los acampados de Marrakech no han recibido ninguna indicación.
Además de su amigo, también el tío de Oussama ha perdido la casa y enseguida se marcha a ver cómo está al finalizar la entrevista. Un amigo suyo ha perdido a sus padres, que vivían en el Atlas, por el terremoto. "Ayer ni siquiera podía hablar", dice. La mitad del día, Oussama lo pasa acompañando a su amigo y su tío, afectados por el terremoto, y por la noche se marcha al 'riad' a trabajar. "Algunos turistas se marcharon al aeropuerto pero al ver que no había vuelos volvieron al hotel", explica.
Campamentos improvisados
Mientras que los que tienen ligeros daños en las casas van abandonando los campamentos urbanos donde han dormido miles de ciudadanos estos días, las calles seguirán siendo los refugios para los que han perdido las casas. Telas con maderas dando sombra, camping-gas para cocinar y hacer el té, mucha conversación y oraciones ocupan el día de aquellos que no van a trabajar, sobre todo de las mujeres, algunas con hijos de pocos meses todavía en la calle.
Ryan, de 15 años, que duerme con su familia de 24 personas de tres casas adyacentes a la medina, dice que su casa tiene daños y no acaba de tener claro si estará seguro o no, pero esta noche ya volverán a casa. "Tenemos miedo, pero estamos sanos", dice. Su primo de 26 años de vida ha perdido la vida en Imdil, a uno de los pueblos del Atlas más golpeados por el terremoto. A pesar de todo, mantiene el buen humor y se le enciende una sonrisa al hablar de Barcelona y de Morad, rapero de l'Hospitalet con padres de Marruecos que es toda una estrella en todo el país. "Él es marroquí", reivindica mientras muestra la 'L' hecha con el dedo característica del rapero catalán y su compañero Beny Jr, también de l'Hospitalet.