Una de las promesas cuándo Ada Colau ocupó el Ayuntamiento de Barcelona fue disolver la unidad antidisturbios de la Guardia Urbana. El que entonces se llamaban Unidad de Policía Administrativa y de Seguridad (UPAS), creadas por Joan Clos y Jordi Hereu, y reformuladas por Xavier Trias, a Unidad de Apoyo|Soporte Policial (USP), asumiendo más tareas de intervención y colaboración con seguridad ciudadana, eran el objetivo de la alcaldesa y su gente, que aseguraban que eran una unidad violenta.

Imagen de la nueva furgoneta de la UREP de la Guardia Urbana de Barcelona / Cedida

Ya instalada en el despacho del Ayuntamiento, la alcaldesa vio que, lejos de lo que se imaginaba, esta unidad hacía muchos servicios, y no siempre orden público, una competencia, hace falta recordar, que tienen los Mossos d'Esquadra. Pero la promesa ya estaba escrita y había que cumplirla. Desde Sant Jaume se ordenó a la Prefectura dar un vuelco a esta unidad primero diciendo que no harían nunca más tareas de orden público, que no volverían a salir para dispersar manifestaciones, desalojar o contener una protesta. También les cambiaron el nombre, la USP se bautizó como UREP, Unidad de Refuerzo de Emergencias y Proximidad. El decreto de disolución se firmó, sí, pero los 140 agentes que forman parte de ella, sin ni cambiar de uniforme, vehículo ni compañeros, y sin abandonar el material antidisturbios, siguieron haciendo su trabajo.

La dura realidad, contra Ada Colau

La realidad no siempre es como los políticos querrían. El cambio de nombre -no fue ni estético, iban vestidos también de antidisturbios- se produjo y la alcaldesa intentó dar por cumplida la promesa de 2015, pero la UREP siguió haciendo las tareas que ya hacía la USP, sobre todo, en controles de masas, participando incluso en dispositivos de orden público en incidentes en la vía pública, haciendo desalojos de propiedades del consistorio e, incluso, desalojando concentraciones y acampadas en medio de la calle, en el marco de protestas políticas y sociales. Sin embargo, habiendo "desaparecido".

Desde el consistorio, sin embargo, han optado por vender el mensaje de la disolución mientras, de puertas adentro, han ido reforzando esta unidad, que también se dedica, cuando así les encargan, desalojar a los manteros que cada vez con más frecuencia se instalan en el centro de la ciudad. Este 2022 se han ampliado las plazas en esta unidad, que pronto llegará a los 180 agentes, y además, este jueves han recibido otra buena noticia, que demuestra también el buen estado de salud de esta unidad, a pesar de los intereses de Ada Colau: tendrán nuevas furgonetas.

Nuevas furgonetas antidisturbios de la Guardia Urbana de Barcelona

Las furgonetas de la UREP se renovarán, serán cambiadas la totalidad de las que actualmente están en servicio. Ya están en la base de la policía y después de 13 años las antiguas serán relevadas, hoy alguna ya ha entrado en servicio. Serán Volkswagen Crafter y, tal como se puede ver en las primeras imágenes que se han podido ver, traen la nueva imagen corporativa, mucho más visible, y también lleva defensas delante -que han alargado la entrega, por un problema de homologación- y protección antidisturbios por los cristales. La inversión supera el millón de euros.

La furgoneta es la misma que llevan las Áreas Regionales de Recursos Operativos (ARRO) de los Mossos y se han equipado en el mismo lugar, a Bergadana, la empresa líder del sector. Está previsto que el Ayuntamiento de Barcelona las presente públicamente los próximos días.