Eugeni Rodríguez (1965) es el presidente del Observatori contra l'Homofòbia, una entidad que cumple 15 años este 2023. El aniversario del Observatori llega en un contexto marcado por los contrastes. Por una parte, en los últimos años se han aprobado más leyes en defensa de los derechos del colectivo LGTBI, sin embargo, por otra parte, el auge de la extrema derecha amenaza los avances de la comunidad en las últimas décadas. Según adelanta Rodríguez, los datos de la entidad que preside muestran que este año ha habido 150 denuncias de todo tipo de agresiones LGTBIfóbicas. Comparadas con el total de 237 del año 2022, en estos momentos ya se muestra un aumento. Si bien el aumento de denuncias puede ir ligado al hecho de que Vox cuestione los derechos del colectivo en plena campaña para el 23-J, eso hace que entren en el debate público los derechos y las libertades de parte de la población. Justamente en este contexto, el Observatori contra l'Homofòbia se prepara para conmemorar el Día del Orgullo o el Día Internacional de la Liberación LGTBI+ bajo un lema muy claro: "Hagamos frente al odio, paremos el fascismo y la LGTBIfobia".

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Has calificado el año 2021 como el año de la LGTBIfobia y el 2022 como el año de la transfobia. Para lo que llevamos de 2023, ¿cómo se perfila este año para el colectivo?
El 2021 es un año paradigmático porque se produce el asesinato de Samuel Luiz. Pero durante muchas horas se habló de muerte, cuando no había tenido una muerte natural: era un asesinato. Mucha gente dijo basta. Basta de naturalizar e interiorizar el maricón de mierda, travelo asqueroso o el bollera. Hubo muchísimas denuncias, una pequeña revuelta en torno al caso de Samuel. Por eso fue el año de la LGTBIfobia. En 2022, llega la ley trans y LGTBI y origina una polarización terrible. Se habla del "borrado de la mujer" y se dicen barbaridades. Por ejemplo, se empieza a cuestionar el tema de las mujeres trans en las prisiones de mujeres, cuando desde 2005 se vive con total normalidad. Fue un año absolutamente terrible. Pronto daremos los datos de 2022, pero sí que lo podemos resumir como el año de la transfobia. Me preguntas por el 2023, pero estamos a medio año. Puedo decir que si en el año 2022 hubo 237 denuncias, ahora estamos ya en 150. De media sería un aumento muy grande. Además, hemos visto la lona de la vergüenza en una calle de Madrid. Es un histórico, el fascismo siempre nos ha tirado a la papelera. Este discurso de odio que es la antesala del delito de odio. Por lo tanto, yo diría que este está siendo el semestre del discurso de odio.

Justamente, estamos viendo cómo la extrema derecha está entrando en las instituciones y se les está poniendo la alfombra roja. ¿Cuál crees que será el impacto de la institucionalización de este discurso a través de estos gobiernos municipales y regionales?
Es terrible porque el fascismo siempre ha utilizado las estructuras democráticas para cargárselas. Parece un oxímoron, pero es así. Yo creo que se tiene que ser muy responsable. Y ahora sí que me quiero dirigir sobre todo a la gente joven: tienen que ser muy conscientes de que este antisistema que nos presenta la extrema derecha, lo es porque se enfrenta a la democracia. Porque antisistema democrático es fascismo, y el fascismo es autoritarismo, es violencia, es oscuridad. Tenemos que ser conscientes de que hay caminos que son muy difíciles de revertir. Por lo tanto, tenemos que ser conscientes de que los derechos y las libertades de las mujeres y de las personas LGTBI no se pueden subastar, ni pueden estar en discusión. Estas alfombras rojas tienen que tener una línea roja, valga la redundancia, que no se puede cruzar.


Exigiremos a los poderes públicos que sean absolutamente contundentes, como son ellos. Ellos no tienen ningún problema a revertir muchas veces el orden constitucional. El lema para este 28 de junio, para hoy, es: "Hagamos frente al odio, paremos el fascismo y la LGTBIfobia". Yo creo que ahora que vienen las elecciones generales, este es el mensaje que queremos dar.

Hay movimientos de extrema derecha por toda Europa, dentro de los cuales vemos diferencias. Por ejemplo, hay movimientos muy agresivos contra todo el colectivo LGTBI como Vox u Orbán en Hungría, y hay otros, como Le Pen, que tienen discurso de aceptación por algunas partes del colectivo. ¿Hay una parte de la extrema derecha que trata de hacer pinkwashing para ser menos agresiva?
La extrema derecha tiene un indicador en todo el mundo que es el odio al de fuera. Este es el que los une absolutamente en todas partes. Luego está la LGTBIfobia o cuestionar la violencia de género, porque miran en cada lugar determinado cuál es la coyuntura en el país en concreto. No es que no lo sean, sino que no se dan las características propicias para decirlo. Pero son LGTBIfóbicos, son autoritarios, son el esquema uniforme, de manera que están en contra de todo lo que se salga de esta uniformidad.

Atención, porque la que acabaremos con películas en blanco y negro, sin sonido, donde pondrán ellos sus subtítulos

Antes hablábamos de la campaña que ya arranca de cara a las próximas generales, donde de sopetón se cuestionan los derechos del colectivo LGTBI. ¿Crees que la extrema derecha puede estar secuestrando el discurso de esta campaña del 23-J?
Ellos no innovan. El fascismo históricamente ha utilizado las mismas herramientas. Siempre han contado con los medios de comunicación. Exceptuando los públicos, que hay un control, los privados está clarísimo que están en manos del dinero. Esto también tiene que hacer reflexionar. Sí que es cierto que han instalado un discurso que en un momento de precariedad, en un momento de crisis económica, todo lo que sea creer que la culpa la tienen los demás, o las minorías, a ti te hace sentir mejor. En definitiva, lo de siempre: la costumbre y lo mayoritario. Nos tenemos que preguntar: ¿realmente queremos una fotografía NO-DO, en blanco y negro y que todavía no sea cine sonoro, sino mudo? Porque esta es la sociedad que queremos dibujar, en la que ellos ponen los subtítulos de lo que tienes que decir. Atención, porque acabaremos con películas en blanco y negro, sin sonido, donde pondrán ellos sus subtítulos.

Es dura una agresión física, pero hay violencias silenciosas como el acoso, el bullying, el aislamiento. Todo eso genera mucho dolor y mucha exclusión

¿Tenemos una percepción errónea de lo que es la violencia contra las personas LGTBI+, es decir, estamos estancados en identificar solo la violencia física?
No tenemos una buena percepción, porque a veces creemos que la violencia necesariamente tiene que ser física. Dentro de nuestro colectivo también reproducimos esta imagen, por ejemplo, con fotografías con sangre en la cara en Instagram. Es dura una agresión física, pero hay violencias silenciosas como el acoso, el bullying, el aislamiento. Todo esto genera mucho dolor y mucha exclusión. Por ejemplo, que las mujeres trans no accedan al mercado laboral. Eso es una violencia impresionante porque si tú no puedes trabajar, no te puedes independizar, no puedes tener una vida digna.

Anteriormente, has apuntado que el odio al colectivo en internet está disparado. ¿Hay una normalización de estas violencias en los espacios digitales?
Sobre esto, casi hay una exclusiva. De aquí a muy poco tenemos pedida, junto a la Plataforma Trans estatal, una reunión con el nuevo fiscal de delitos de odio, que aparte es Miguel Ángel Aguilar, que proviene de Barcelona. Es un tema que nos preocupa y nos ocupa muchísimo. Son más de 125.000 los mensajes que hubo en la red (sobre todo Twitter) en contra de las personas trans. Es una cloaca de grandes imensiones y con una impunidad total, de manera que exigimos que por parte de la Fiscalía haya unos indicadores clarísimos para Twitter, para Instagram, para Facebook y que sean de obligado cumplimiento.

Para este 28-J, el Observatori contra l'Homofòbia ha escogido como lema: "Hagamos frente al odio, paremos el fascismo y la LGTBIfobia". Foto: Anna Gibert

Hace unos meses que se aprobó la nueva ley trans y LGTBI. ¿Cómo valoras el proceso y los primeros meses de aplicación?
La ley está empezando ahora a caminar, pero en medio de este camino, al mes, se disolvieron las Cortes, que son las que lo tienen que implementar. Estamos en un impás y realmente el miedo es a que el próximo gobierno pueda derogar esta ley, si eso pasa, nos tendrán enfrente. Sin embargo, ha costado muchísimo. Yo creo que es una herramienta muy potente, pero, por otra parte, también en Catalunya, nuestro espacio, nuestro país, tenemos herramientas propias. Tenemos la ley 11/2014, que ahora, a finales de julio, se aprobará su modificación y que también será una herramienta muy potente.

Viendo la evolución de la campaña hacia el 23-J, ¿podríamos contar con que la ley tiene los días contados?
Yo espero que no gane la derecha, ni la extrema derecha, y que no se derogue. Pero si pasa, nos tendrán delante luchando para que vuelva. Aparte, es una ley que ha sido aplaudida a nivel mundial por las organizaciones de derechos humanos y por las organizaciones internacionales de derechos LGTBI. Pero tenemos que ver qué pasa.

¿Por qué no se quiere a la mujer transexual? Porque de una forma cuestiona el modelo patriarcal de toda la vida. Es un cambio de paradigma que no han querido aceptar, cuándo realmente es una aportación para dar pluralidad dentro del concepto de mujer

El discurso de odio contra la comunidad trans sobre todo se centra en las mujeres trans, dejando la transmasculinidad relativamente de lado. ¿Las mujeres trans están tanto en el punto de mira porque la intersección entre patriarcado y LGTBI-fòbia hace que se fiscalicen los cuerpos femeninos constantemente?
Con la ley trans ha pasado un fenómeno que nos ha aturdido, colapsado, distorsionado y afectado mucho. Un sector con quien en principio estábamos codo con codo durante muchos años, que era una parte del feminismo, se ha convertido en TERF (siglas del concepto 'feminista radical trans exclusiva', en inglés), ha puesto toda la carne en el asdor de una forma que le ha hecho el juego sucio a la extrema derecha. El Partido Feminista, algunas partes del PSOE y algunos sectores en Catalunya han entrado en este juego. No se quiere perder el sentido hegemónico de lo que eran las políticas feministas, había un concepto de mujer. Eso es lo que ha unido los dos extremos: el más uniforme y que no pueda haber una variación. ¿Por qué no se quiere a la mujer transexual? Porque de una forma cuestiona el modelo patriarcal que decías tú de toda la vida. Es un cambio de paradigma que no han querido aceptar, cuándo realmente es una aportación para dar pluralidad dentro del concepto de mujer que yo creo que favorecía.

¿Cómo es que los hombres trans no se encuentran sometidos al mismo grado de escrutinio y cuestionamiento en el debate político? Sobre las mujeres trans es cuestión el mismo concepto de lo que es ser mujer, pero en los hombres no. ¿La masculinidad, en tanto que sujeto universal, no se cuestiona a sí misma?
Realmente al hombre trans, en principio, no se le cuestiona porque no se le considera hombre, porque ya lo desacreditan, porque al final es una cuestión genitalista. En el caso de las mujeres, lo que molesta es que una mujer pueda tener unos genitales que ellas consideran masculinos. Pero en realidad no tenemos unos genitales que hacen un cuerpo, sino un cuerpo donde hay unos genitales.

El Observatori contra l'Homofòbia hace 15 años, desde sus inicios se han ido convirtiendo en una organización referente en el ámbito nacional e internacional. Foto: Anna Gibert

Este año el Observatori contra l'Homofòbia hace 15 años. ¿Aunque el momento es difícil, mirando atrás el balance de estos años es positivo?
Estoy muy contento, la verdad. Tenemos un equipo muy compacto, profesional, con activistas muy buenos y jóvenes. Hemos conseguido salir de Barcelona y estar presentes en parte del territorio. Pero lo más importante es que hemos pasado a ser un referente indiscutible. En el ámbito de Catalunya, en el ámbito de Estado y, te diré más, también a escala internacional.

¿Y de cara al futuro?
Creo que en Barcelona y en Catalunya, dentro del Estado español, estamos bastante salvados, en el sentido que no tenemos miedo de que haya un peligro que nos impida continuar con nuestro trabajo. Pero sí que me preocupa que no sea una prioridad, porque no lo es en Catalunya ni tampoco para el Ayuntamiento de Barcelona a la hora de dotar del apoyo económico y de recursos humanos para esta tarea inmensa. Lo dice Cristian Garriga, nuestro psicólogo y coordinador técnico: "Detrás de cada dato hay una persona".