En un contexto donde la gestión de la migración ha vuelto en la palestra del debate público por la crisis de Lampedusa, y con Italia y Alemania pidiendo un cambio en la política migratoria europea, el Papa Francisco ha abogado este sábado durante su visita a Marsella por un acogimiento justo de los migrantes en Europa, facilitando la entrada de estas personas por vías legales, y ha rechazado la propaganda alarmista sobre la realidad de la inmigración. "Las palabras invasión y emergencia alimentan los temores de la gente y los puertos se cierran, pero quien se juega la vida en el mar no invade, búsqueda acogida, busca vida", ha apuntado al Pontífice. Durante la clausura de los 'Encuentros Mediterráneos', el Papa ha apelado a la responsabilidad europea y ha reiterado su petición de no encerrarse en la indiferencia ante el drama de la migración. "Los que se refugian con nosotros no tienen que ser vistos como una carga que hay que llevar, sino como dones", ha subrayado.
"Hay un grito de dolor que resuena sobre todo, y que está convirtiendo el Mare Nostrum en Madre Mortum, el Mediterráneo de la cuna de la civilización en la tumba de la dignidad. Es el grito ahogado de los hermanos y hermanas migrantes", ha dicho Francisco sentado en una butaca blanca en el centro del escenario instalado en el Palais du Pharo de Marsella. Este llamamiento ha ido acompañado de la denuncia de las "campañas alarmistas", de la "retórica fundamentalista" y de los "nacionalismos anticuados y beligerantes que quieren hacer disminuir el sueño de la comunidad de naciones".
Abordar la migración con responsabilidad
El Papa ha denunciado el hecho de que varias ciudades mediterráneas hayan cerrado sus puertos alimentando los temores de la gente: "invasión" y "emergencia". Pero quien arriesga su vida en el mar no invade, búsqueda acogida, señala Francisco. En cuanto a la "emergencia" ha remarcado que el fenómeno migratorio no es una urgencia momentánea, siempre oportuna para agitar la propaganda alarmista, sino una realidad de nuestro tiempo, un procés que involucra en tres continentes en torno al Mediterráneo y que tiene que ser gobernado con sabia clarividencia: con una responsabilidad europea capaz de afrontar las dificultades objetivas".
Francisco también ha señalado que el "Mediterráneo es un espejo del mundo", con los países más pobres del Sur "asolados por la inestabilidad, los regímenes, las guerras y la desertización" que se dirigen al Norte, más rico. El Mediterráneo es un espejo del mundo, con el Sur volviéndose hacia el Norte; con tantos países en vías de desarrollo, afligidos por la inestabilidad, los regímenes, las guerras y la desertificación, que miran en aquellos acaudalados, en un mundo globalizado, en el cual todos estamos conectados, pero en el cual las diferencias nunca habían estado tan profundas", ha declarado.
Visita a Marsella
El Mediterráneo es un "espejo del mundo" y "lleva en sí mismo una vocación global de fraternidad, único camino para prevenir y superar los conflictos", según las palabras del Papa. Durante siete días, más de 120 representantes de la Iglesia y jóvenes de las cinco orillas del Mediterráneo han compartido los actuales desafíos políticos, económicos y medioambientales de la región, pero también sus esperanzas para el futuro, con especial atención a la actual crisis migratoria. Recordando el carácter heterogéneo y cosmopolita distintivo de Marsella, una "multitud de pueblos" que "ha hecho de esta ciudad un mosaico de esperanza, con su gran tradición multiétnica y multicultural," reflejo de las múltiples civilizaciones del Mediterráneo, el Papa Francisco ha desarrollado su reflexión en torno a tres aspectos que caracterizan en la ciudad del sur de Francia: el mar, el puerto y el faro.