La península Ibérica fue un refugio para los europeos en la edad de hielo, hace 23.000 años. Es lo que sugieren dos artículos publicados este martes Nature y en Nature Ecology & Evolution, que reconstruyen los movimientos de nuestros antepasados y reescriben su historia genética. La cosa es que los humanos modernos llegaron a Europa hace unos 45.000 años y sobrevivieron en épocas tan difíciles como el último máximo glacial, el periodo más frío de la edad de hielo — hace entre 25.000 y 19.000 años, cuando el hielo cubría todo el continente. Las herramientas y objetos encontrados por los arqueólogos han ayudado a determinar las culturas que vivieron en aquella época, pero la falta de fósiles impedía saber más sobre sus migraciones e interacciones. Ahora, esto ha cambiado gracias al ADN.
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El primero de los artículos mencionados está liderado por el investigador Cosimo Posth (Universidad de Tübingen, Alemania) y revisa 30.000 años de historia genética europea: desde el paleolítico superior, con el desarrollo de las primeras culturas sapiens en el continente; hasta al inicio del neolítico, con la llegada de la agricultura. ¿La conclusión? Que la evolución humana fue más compleja de lo que se pensaba anteriormente. Es decir, que hasta ahora se creía que unos grupos reemplazaron otros... pero el estudio concluye que hubo heterogeneidades dentro de una misma cultura.
La península Ibérica, refugio climático
Es el caso del periodo gravetiense, que tenía dos poblaciones en Europa que compartían industria y que eran genéticamente diferentes. Una de estas poblaciones vivió en el oeste y sur del continente (la actual Península y Francia), mientras que la otra vivió en el centro y sur (actuales República Checa e Italia). El linaje de las poblaciones gravetienses se mantuvo durante unos 20.000 años y sus descendientes (solutrenses) permanecieron en la península Ibérica durante el periodo más frío de la última edad de hielo, para después volver a expandirse por toda Europa y diseminar la cultura magdaleniense.
"Con estos hallazgos podemos dar apoyo por primera vez a la hipótesis que durante el último máximo glacial los humanos se refugiaron en la región climáticamente más favorable del continente, el suroeste de Europa", defiende Posth. La cosa se pone más interesante cuando vemos que la estabilidad genética de los individuos del oeste y el sur del continente es diferente del panorama genético del centro. "El periodo más frío de la edad de hielo se correlaciona con grandes desplazamientos y reemplazos de poblaciones en Europa central, pero este no parece ser el caso de la península Ibérica", apunta a Efe la investigadora y coautora del estudio Vanessa Villalba-Mouco (Instituto Max Planck d'Antropologia Evolutiva de Leipzig, Alemania).
La Península resiste contra la edad de hielo
Todo eso toma fuerza con el segundo artículo mencionado, donde el genetista catalán del Instituto de Biología Evolutiva de la Universidad Pompeu Fabra Carles Lalueza-Fox presenta datos genómicos de otros dieciséis individuos del sur de la Península. Uno de los individuos es un hombre que hace 23.000 años vivió en la cueva de Malalmuerzo (Granada) y que está asociado a la cultura solutrense, de la cual hasta ahora no había datos genómicos. El ADN prueba la persistencia de algunos linajes en la península Ibérica y demuestra que "fue el único sitio de Europa dónde las poblaciones aguantaron el máximo glacial", comenta Lalueza-Fox a Efe. Y añade: "La Península fue su refugio".
Hace unos 14.000 años, las condiciones climáticas mejoraron y se produjo un nuevo reemplazo de la población en el centro de Europa: humanos de los Balcanes sustituyeron el linaje genético magdaleniense. Los investigadores creen que esto pasó porque el calentamiento del clima fue rápido y las poblaciones volvieron a recolonizar el continente. "Sin embargo, de nuevo, la península Ibérica se ve menos influenciada por las nuevas olas migratorias y vemos cómo sus habitantes siguen conservando unos rasgos genéticos más similares a las poblaciones que alcanzaron la Península durante el paleolítico superior", apunta Villalba-Mouco. Todo demuestra que "la historia de la humanidad está llena de éxitos y fracasos evolutivos", a la vez que "muchos de ellos dependieron directamente de las condiciones climáticas del momento y la capacidad con que los humanos se adaptaron al medio".