Cerca de dos de cada tres playas catalanas han perdido terreno con respecto al mar en las últimas siete décadas. Según datos preliminares de un estudio del Instituto Cartográfico y Geológico de Catalunya (ICGC) a que ha podido acceder la ACN, un 65% de las playas han sufrido regresión entre 1956 y 2019. Eso son 319 de las 489 de que se tienen datos. Por contra, un 35%, es decir las 170 playas restantes, han crecido en el mismo periodo y ganado terreno al mar. Las comarcas con más playas afectadas por el retroceso son el Baix y el Alt Empordà, mientras que la mayoría de las que se encuentran en el área metropolitana de Barcelona han ampliado su tramo de línea de costa.
Así, en el caso del Baix Empordà, con municipios costeros como Begur, Palafrugell o Platja d'Aro, 65 de las 87 playas analizadas han perdido arena entre 1956 y el 2019 (un 70,7%), mientras que 22 han ganado. Los datos son similares en el Alt Empordà, con municipios como Cadaqués, Roses o Castelló d'Empúries. De las 132 playas estudiadas, 90 están en regresión (el 68%) y 30, en acreción, es decir, ganando terreno respecto del mar. En el norte de Catalunya, la Selva también se encuentra en una situación similar, si bien no tan grave, con un 56% de playas que pierden terreno respecto del mar. El Baix Camp (68,1%) y el Tarragonès (59%) son las otras dos comarcas con una mayoría de playas en retroceso.
En el ámbito metropolitano, la tendencia es contraria a la del resto de territorios, ya que la mayoría de playas eran más largas el año 2019 que en 1956. El Maresme tiene 25 perdiendo terreno (44,6%) y 30 ganando, mientras que en el Barcelonès hay 7 en regresión (35%) y 11 en crecimiento. En el Baix Llobregat, la circunstancia es similar: 4 playas han perdido arena (26,7%), mientras que 11 tienen más. Y un poco más allá, en el Garraf hay solo un 33% de playas que pierden terreno.
Por otra parte, el ICGC también ha podido observar que en las dos comarcas ebrenses con litoral, Baix Ebre y Montsià, hay más playas en retroceso que ganando terreno al mar, pero con un porcentaje considerable sin datos. Así, el fenómeno de la pérdida de arena es más marcado en el sur del país. "El Delta del Ebro es quizás la zona más cambiante del litoral. Antes de la construcción de los embalses, la morfología del Ebro estaba condicionada por la aportación de sedimentos, que ganaba tierra al mar, actualmente eso ya no pasa y ahora la dinámica litoral está redistribuyendo los sedimentos", indica el técnico en riesgos geológicos del ICGC, Jordi Pinyol.
170 kilómetros más de línea de costa
Si la línea de costa catalana era de 740 kilómetros en 1956, en 2019 creció hasta los 911 kilómetros por la construcción de estructuras como puertos, diques o espigones. "La franja litoral de Catalunya está urbanizada en un 59% en los primeros 100 metros de playa y, si quitamos el Delta del Ebro y el Cap de Creus, el porcentaje aumenta hasta un 81%, y eso hace que a las playas les esté muy difícil adaptarse de manera natural a las condiciones de oleajes", detalla Pinyol. A la urbanización de la línea de costa se le suma un déficit sedimentario que hace años que se arrastra, así como el aumento del nivel de mar, que en los últimos 30 años ha incrementado en 10 centímetros. "Podemos decir que hay una tendencia regresiva en las playas", sentencia Pinyol.