Joan Josep Nuet es un profesional de la política y del comunismo. Nacido en Reus en 1964, es más inteligente, astuto y tiene más afán de protagonismo de lo que parece. Su talante amable y juvenil, combinado con un físico redondillo a medio camino entre Javier Cercas y Kim Jong Un, le da un aire de corderito que puede engañar un poco a los espíritus ingenuos.
Nuet es el más joven de los viejos comunistas y el más veterano de las hornadas que accedieron a los cargos públicos después de la caída del Muro de Berlín. Se afilió al PCC con 21 años, empujado por el prestigio que el comunismo tenía entonces entre la juventud de Reus. La primera cosa que hizo fue participar en la campaña contra la entrada de España en la OTAN en el Referéndum de 1986.
Después de aquella primera decepción vendrían muchas más. Enseguida, Nuet tuvo que digerir que el comunismo que había conocido en los libros y en las anécdotas de los veteranos no recuperaría nunca la fuerza -ni en Catalunya, ni en España ni en el mundo. En 1991, cuando entró de concejal en Montcada y Reixach, ya tenía claro que no haría ninguna revolución, aunque los comunistas todavía mandaban aliados con el PSC.
Licenciado en historia, Nuet ha hecho carrera a través de una ideología de influencia y de fuerza menguante que ha sobrevivido, desde los tiempos de Iniciativa, formando parte de espacios más abiertos, pragmáticos y ambivalentes. Acostumbrado a trabajar en minoría, ha desarrollado un sentido político agudo, a veces afilado como un estilete. Es ágil en el juego y sabe qué tiene que decir a cada momento y cuando tiene que dibujar un silencio con una sonrisa de chino.
Buen táctico y orador, en 1998 participó en la fundación de EUiA. En 2008 se presentó para liderar a los comunistas españoles en sustitución de Gaspar Llamazares. Fracasada la aventura hispánica, en 2012 desbancó al anterior coordinador general de EUiA, Jordi Miralles, después de un toma y daca que los alejó personalmente. Dos años más tarde reunió el PCC y el PSUC-Viu bajo la formación Comunistas de Catalunya, que él dirige.
Desde que entró de concejal en Montcada y Reixach, Nuet no ha dejado de encadenar cargos públicos a pesar de pertenecer a una facción de la izquierda cada vez más minoritaria. Los 12 años de política municipal, y el paso por el senado y el congreso, le han dado mucha experiencia. El desconcierto que el independentismo ha provocado en la izquierda de obediencia española ha contribuido a evitar que las nuevas generaciones lo barrieran, a pesar del aire de alienígena que tiene en su lado.
Arraigado en el país y conectado con la tradición psuquera que defendía el derecho a la autodeterminación, Nuet ha liderado el acercamiento de la nueva izquierda al soberanismo, desde su espacio de comunista old fashioned. Como si fuera un convergente de la vieja escuela, hace cinco años que habla de república catalana sin incomodar a los federalistas. El viaje a Itaca de la vieja CiU y el viaje a Itaca de Nuet tienen en común la misma manera de estar en el mundo resignada, reactiva y cofoista.
Muy pragmático en la politica diaria, pero marcado por ideales revolucionarios, Nuet votaría a favor de la independencia igual que votaría a favor de un Estado federal, que es el que él preferiría. El referéndum conecta con su ilusión de vivir alguna cosa que se parezca a una revolución o a una ruptura. Es su oportunidad de ganar a la España vencedora de la guerra civil y de la Transición, ni que sea por una vez a la vida.
El referéndum es la última oportunidad que Nuet tendrá de conectarse a través de alguna experiencia concreta con los ídolos de su juventud, como Joan Comorera o Fidel Castro. Eso hace que su postura ante la autodeterminación sea más atrevida que la de algunos compañeros de Catalunya en común, que venden otras tradiciones o son más jóvenes. Aun así, como siempre que alguien intenta convertir un capricho en categoría, Nuet no sabe explicar con rigor sus posiciones en este tema.
Su figura tomó un relevo inesperado cuando la Fiscalía se querelló contra Carme Forcadell y los miembros de la mesa del Parlamento de ERC y PDeCat por haber autorizado la celebración de un debate sobre el Referéndum. Nuet, que es secretario tercero de la Mesa, de entrada fue excluido de la causa, aunque había votado a favor de permitir la sesión en contra de la opinión de los representantes unionistas.
Viéndose al lado de la política represiva del estado, utilizó todos los altavoces que encontró para denunciar que era víctima de una "discriminación ideológica y de una politización grosera e intolerable". Finalmente la justicia española lo encausó y fue declarar. La imagen de Nuet con en el puño alzado en las escaleras de los juzgados, como si fuera Mas o Forcadell en versión obrera, es el clásico intento de dividir el país como en el tiempo del pujolismo.
Tanto Madrid como Nuet -que, en realidad, no cree que el Referéndum se llegue a celebrar- piensan que, si el independentismo falla, harán falta hombres que tengan una coartada -o un currículum de oposición al sistema- para seguir mandando. Al fin y al cabo ya es el papel que el comunismo hizo después de la muerte de Franco, para evitar una ruptura clara con la dictadura. La diferencia es que detrás del momento que vivimos ahora no está el trauma de una dictadura y de una guerra, y es más difícil que la táctica funcione.