La pobreza no afloja y sigue enviando a la gente a la intemperie. La Fundación Arrels ha presentado este miércoles su informe 'Vivir en la calle en Barcelona. Radiografía de una ciudad sin hogar', en el cual ha dado cifras sobre esta problemática. El pasado mes de diciembre, la entidad realizó su recuento anual, y ahora ha revelado que en aquella ocasión contabilizó en Barcelona a 1.384 personas viviendo en la calle, una cifra récord porque es la más alta desde que se hacen recuentos. Se trata de un incremento destacable, del 12%, respecto del año anterior, un aumento que es aún más significante si se compara con el recuento de 2015, cuándo se contabilizaron 892 sin techo en la capital catalana. En el último estudio, el 24% de las personas sin hogar encontraban en el distrito de Ciutat Vella, el 22% en el Eixample, y el 15% y el 14% pernoctaban en los distritos de Sants-Montjuïc y Sant Martí, respectivamente.
El informe también ha puesto el foco sobre otros motivos de preocupación. Y es que un 81% de las personas que hace menos de un mes que viven en la calle en Barcelona no han recibido ningún tipo de atención social. Un dato que, según la directora de Arrels, Bea Fernández, evidencia que alguna cosa está fallando y que no solo hace falta una prevención para evitar situaciones de sinhogarismo, sino también "una intervención rápida" porque cuanto antes se actúa más fácil es revertir la situación. Eso, por ahora, no se está haciendo, cosa que provoca que los sin hogar no encuentren una salida a su situación. En el último recuento, por término medio, las personas entrevistadas hacía cuatro años y cinco meses que vivían en la calle, un incremento de un mes respecto del año anterior. Fernández ha alertado que, cuando la situación se cronifica, tienden a surgir nuevos problemas como adicciones y eso también hace que se incrementen los impedimentos para que los recursos de la red puedan responder las necesidades de estas personas.
Con respecto a las necesidades básicas, el informe ha mostrado que un 26% de las personas encuestadas no puede resolver situaciones como poder comer caliente, descansar durante el día o tener un lugar cubierto. Las que llevan menos tiempo en la calle son las que menos pueden cubrirlas, una cifra que aumenta todavía más con los sin techo que llevan menos de 30 días viviendo fuera. Ahora bien, Arrels asegura que a medida que el tiempo de estancia en la calle aumenta, las personas tienen la percepción de cubrir de una manera "más satisfactoria" sus necesidades básicas, hecho que la fundación atribuye al mayor conocimiento de los recursos. Para Fernández, eso se explica porque con el paso del tiempo surgen más oportunidades de entrar en contacto con alguna entidad o asociación que pueda ayudar a estas personas.
Los jóvenes, los más desatendidos
Con respecto a la edad, Arrels ha detectado que la media de las personas que viven en la calle es de 43 años, uno menos que en 2022. Además, ha indicado que los individuos más jóvenes que se encuentran en esta situación son nacidos en el extranjero, mientras que los mayores provienen de Catalunya y el resto del Estado. También ha revelado que ser una persona migrante sigue siendo un factor de riesgo, ya que las personas inmigradas continúan sobre-representadas entre las personas sin hogar, representando el 74%.
La desatención afecta especialmente a las personas jóvenes, porque un 56% de los menores de 25 años y un 51% de los menores de 35 años manifestó no haber recibido atención social, pública o privada, los últimos seis meses. Y otro dato que demuestra la preocupante situación que vive este colectivo es que el 41% de personas de menos de 25 años ha vivido en algún momento de su vida en un centro de protección a la infancia y la adolescencia. "Esta es una realidad y una tendencia cada vez más significativa", ha señalado Fernández, que ha dicho que "hay que focalizar en políticas de atención y prevención para que estos jóvenes no pasen de residir en centros a vivir en la calle".