Cualquier persona que quiera a un perro puede imaginarse la desesperación de Núria Alonso y Angel, su pareja, cuando su perra Lúa se perdió hace cuatro años, un 5 de agosto del 2020, en el camino del estanque de Siscaró, en Andorra. Lúa es una eurasier de color arena que tenía 7 años cuando se asustó al cruzarse con una persona que corría, y huyó corriendo, dejando a sus humanos con el alma en un puño y una desazón que aumentó a medida que pasaban las horas y Lúa no aparecía. Las horas, los días, los meses e incluso los años, porque Núria y el Angel no han podido recuperarla hasta ahora, cuando ha aparecido en la Catalunya Norte a principios de esta semana, y ha podido volver a casa, donde ha conocido a Pimienta y Canela, dos perritas que adoptaron más tarde, pero que nunca llenaron el vacío dejado por Lúa.
Asustada y huida
Este es el final feliz de una pesadilla que esta pareja de Madrid no olvidará nunca. El suceso pasó cuando Lúa se encontraba con unos amigos de Núria y el Angel, que se la llevaron de vacaciones con otra perra de raza eurasier en una furgoneta tipo Camper, para pasar unos días en Andorra, como solían hacer cada año. La pareja, tal como explicaba el medio Altaveu en el 2020, viajaron de Madrid hasta el Principat para buscarla. Núria reconocía que "estaban desesperados". Sabían que Lúa, que para ella era su "niña", huyó cuando se asustó al cruzarse con el corredor, porque "es asustadiza con las personas, no con los perros", y corrió hasta una bifurcación que separaba un camino hacia la montaña o en dirección a Soldeu. La pareja estuvo durmiendo cinco días en un coche en la montaña por si retornaba.
Núria y el Angel, y la pareja amiga, removieron cielo y tierra, contactaron con diferentes protectoras de Andorra, como Laika, Bomosa, y contaron con el apoyo del grupo Alerta Gos Perdut, y aunque llegaba alguna noticia de qué la habían visto en el mismo camino de Siscaró donde se perdió, comiendo en unas obras en las pistas del Tarter, o en la carretera dirección a Encamp, no pudieron encontrarla. También llegó a sus oídos que se la había visto paseando con un hombre por territorio francés. Se formó un operativo para buscarla por diferentes valles y montañas del país, los amos de Lúa ofrecieron una recompensa económica de mil euros, pero los días pasaban y la pareja tuvo que volver a Madrid porque ya no podían alargar más la ausencia en el trabajo, Núria en el hospital donde trabaja. Ya había agotado todos los permisos y los cambios que había hecho para ganar tiempo y buscar su perra.
Gracias al chip
Lúa, llevaba un arnés azul y una chapa con el teléfono del Angel, que oficialmente es el propietario de la perra, también tenía puesto el preceptivo chip con sus datos, y también estaba castrada cuando desapareció. Según explica Altaveu, hace poco más de una llamada inesperada: Lúa había sido localizada en Perpinyà e identificadas gracias al chip. No se sabe exactamente que ha hecho Lúa durante estos cuatro años, si los echó de menos, si fue recogida por algún desconocido, o vivió sola en la montaña. Lo único de lo que se tiene certeza es que alguien la recogió en Perpinyà e hizo escanear el chip, lo que debe hacerse si se encuentra un perro perdido, para saber si tenía unos propietarios que seguramente lo estaban buscando.
La familia viajó en coche hasta la Catalunya Nord para reencontrarse de nuevo con su perra perdida, a la que pensaban que ya no verían nunca más. "Habíamos recogido dos perritas, pero Lúa era y es insustituible. Estamos muy, muy contentos", explicaba al medio digital andorrano Núria, que todavía se tenía que pellizcar para poder creer este milagro."Nos parece increíble que vuelva a estar con nosotros", añade. Lúa, explica Núria, se encuentra bien de salud, pero ha perdido un trocito de oreja en este tiempo. No se puso a saltar ni a dar unas muestras exageradas de alegría, porque tampoco era así hace cuatro años. Simplemente, se montó en el coche para hacer el retorno del camino de regreso a casa como si no hubiera pasado el tiempo.