Alguien me dijo un día que si tenía una planta y conseguía que no se muriera durante un periodo de tiempo era un indicador bastante sólido de estar preparado para tener una relación. Claro que con esta afirmación pueden surgir unas cuantas preguntas. Evidentemente no es lo mismo cuidar un bonsai que un cactus. Ni se sabe cuánto tiempo es suficiente para comprobar el porcentaje de certeza absoluta (si es que existe) de esta afirmación.
Pues bien, tengo un geranio que se debate entre la vida y la muerte desde hace semanas. Quizás meses. Un día está guapísimo, –guapísimo porque es el geranio pero guapísima porque es la planta– y el día siguiente está medio marchito, como si le llegara la hora de caer balcón abajo. Como si me dijera, eo, ya estoy preparado para morirme, suéltame. Si eso fuera todo, todavía pensaría que mi problema es este geranio, que decide ser un día bonito y regalarme flores y el otro escoge ser desagradable y me entristece porque no sé ni qué quiere ni qué le pasa. La comunicación es difícil.
Pero hace unas semanas pasó una cosa. Se me murió una suculenta. Se lo comenté a una amiga que tiene miles en casa y no se lo podía creer. Yo la verdad es que tampoco mucho. A pesar de nuestra incredulidad, pasó. ¿Cómo puede ser que se muera una suculenta que, según ella casi no necesita nada, y un geranio me dé tantos problemas? Ojalá una buena respuesta a tantas preguntas e incertidumbres.
Así y todo, una planta y una relación tienen cosas similares. Y a pesar de que decir cosas tan azucaradas como que una relación se tiene que regar y cuidar pueden hacernos necesitar una inyección de insulina, hay cosas bien ciertas y paralelismos evidentes. Una planta se tiene que regar para que siga regalándonos verdor y flores y una relación (de cualquier tipo) también. Aunque, claro está, todos los geranios no son iguales. Si el lector se imagina uno, es posible que yo imagine otro. Una flor más roja o quizás blanca. Unas hojas bien verdes sin mordisquitos de gusano. Y así sucesivamente. Es difícil hablar el mismo idioma, al fin y al cabo.
Y, claro está, si cada uno se imagina una planta diferente, también hay necesidades bien diferentes. Puede ser que un geranio necesite una cantidad de suelo diferente a su geranio hermano gemelo o más agua. O quizás necesita más luz. Por poco que sea, los geranios también se expresan (¿no?).
Patente ha quedado que no soy una experta en plantas si se me muere una suculenta pero a veces ya se ve que una planta no está a gusto en su maceta. Quizás le va grande o demasiado pequeña. Entonces es momento de cambio. Se disparan las alarmas, taquicardia y no se sabe ni de dónde se viene ni de dónde se baja. A veces hay que dar un paso atrás para avanzar un par.
Esta amiga me dijo que buscara por internet como cuidar una planta. Pero claro está, las reglas genéricas en esta vida no siempre funcionan. Aquello que dicen que generalizar no está bien. El caso es que, según como, unas instrucciones no irían mal. Porque la otra opción, sabe mal. La de dejar morir un geranio del pisito para que pueda venir uno nuevo (con un manual de instrucciones bajo las hojas y las flores).