En el tramo final de la Via Laietana, enfrente de la Llotja, se encuentra la estatua a Antonio López, ubicada en la plaza del mismo nombre. Desde hace años, SOS Racisme, los sindicatos CCOO y UGT, y el partido Esquerra Unida i Alternativa piden su retirada, alegando que López había sido esclavista y que un individuo tan poco ejemplar no puede merecer una plaza y un monumento. Ahora la CUP ha anunciado que solicitaría oficialmente al Pleno del Ajuntament de Barcelona la retirada de este monumento, así como el de Colón. El Comisionado de Programas de la Memoria Historia del Ajuntament de Barcelona, Ricard Vinyes, hace tiempo que está estudiando qué hacer con esta plaza y con este monumento. No es un debate nuevo: durante la República el semanario humorístico La Campana de Gràcia ya pidió que se fundiera la estatua.
Homenaje post mortem
La estatua, que representa al marqués de cuerpo completo, fue elaborada poco después de la muerte del personaje por el escultor Venanci Vallmitjana. Se construyó con metal procedente de los barcos de la Transatlántica y cuenta con sendos relieves de mármol que simbolizan el tabaco, las finanzas y el ferrocarril. La estatua tiene una inscripción dedicada a A. LÓPEZ Y LÓPEZ. GRAN NAVIERO, SENADOR VITALICIO Y PRIMER MARQUÉS DE COMILLAS. En el pedestal también se reproduce un fragmento del telegrama de pésame enviado por Alfonso XII a la familia: "España ha perdido uno de los hombes que más servicios le ha prestado". También cuenta con unos versos de Jacint Verdaguer dedicados al difunto: "Muntat de tos navilis en l'ala beneida / busqui de les Hesperides lo taronger en flor / mes ay! Es ja despulles / de l'ona que ha tants segles se n'es ensenyorida / y sols puch oferir-te, si't plauen exes fulles / de l'arbre del fruit d'or". En realidad, la relación de Verdaguer con los Comillas fue más conflictiva de lo que hacen suponer estos versos hagiográficos.
Recuperada por Franco
La estatua del marqués de Comillas era conocida popularmente, en Barcelona, como El negro Domingo, por la participación del marqués en negocios esclavistas. En 1936, en el fervor revolucionario que siguió al 18 de julio, la estatua a Antonio López fue derribada por militantes de la CNT, mientras la de Verdaguer, un sacerdote, se mantenía en pie. Pero el régimen franquista decidió instalar en el mismo lugar una copia de la original, y encargó la tarea a Frederic Marés, que en aquel tiempo ejercía como escultor oficial del sistema. Fue el mismo Marés quien reconstruyó, también, la estatua a Joan Güell, consuegro de Antonio López y, también, esclavista (actualmente está situada en la Rambla Catalunya esquina con Gran Vía y es otro de los monumentos polémicos).
De la miseria a la riqueza
Antonio López y López nació en 1817 en Comillas. Pasó muchas dificultades de niño, porque su padre se murió cuando él tenía 2 años y su madre, pescadera, tenía graves problemas económicos. Antonio López, antes de llegar a la mayoría de edad, se vio involucrado en una pelea tabernaria e hirió a alguien, y para escapar a la justicia se fue a América. En Cuba empezó a trabajar con el comerciante catalán Andreu Bru, y más tarde consiguió casarse con su hija, Lluïsa. Con el dinero de la dote empezó grandes negocios con los que multiplicó su riqueza. De retorno a la metrópolis se instaló a Catalunya, donde se convirtió en una de las grandes fortunas del país. Fue uno de los fundadores del Banco Hispano-Colonial, de la Compañía Trasatlántica, de la Compañía General de Tabacos de Filipinas y de otras muchas entidades financieras e industriales. Era propietario, además, de un gran número de propiedades inmuebles, en Barcelona, en otras ciudades y en zonas rurales. Por su fidelidad al rey y por su colaboración con el ejército colonial español fue nombrado marqués de Comillas y senador vitalicio.
La sospecha del esclavismo
En vida, el historial de Antonio López no salió a la luz. La prensa, unánime, elogiaba al marqués. Pero cuando murió, su cuñado, Pancho Bru, denunció que el marqués de Comillas se había empezado a enriquecer, justamente, con la venta de esclavos. Los estudios posteriores sobre esta familia, como los de Martín Rodrigo, demuestran que Antonio se había especializado con la compra de esclavos y en su reventa. A muy temprana edad ya se había dedicado a este comercio con su hermano Claudio y el asturiano Domingo Antonio Valdés, en la Compañía Valdés y López. Más tarde la compañía se convirtió en Antonio López y Hermano, y a partir de 1848 el comercio de negros fue el principal negocio del comerciante. Los apologistas del marqués niegan que participara en el tráfico de esclavos. Además, Antonio López y López se enriqueció con la mano de obra esclava de los negros de sus ingenios de azúcar. Sus defensores, eso, no lo niegan, pero afirman que los trataba con gran benevolencia. La familia Güell y algunos apologistas del magnate aseguran que su tarea positiva compensaría los daños que podría haber provocado con el tráfico de esclavos y justificaría el mantenimiento del monumento. Muchos otros no son de la misma opinión.