Estamos llegando a la fase final de la Navidad, y como siempre, la guinda del pastel la ponen los Reyes Magos, que llegan cargados de regalos la noche del 5 al 6 de enero. "Pórtate bien, o los Reyes no te traerán nada" o "los Reyes lo ven todo", son las frases más habituales de los padres durante las fiestas de Navidad para conseguir que los hijos obedezcan o se porten bien. Una de las "amenazas" más efectivas históricamente, ya que los niños esperan la llegada de los reyes como un hecho mágico. Sin embargo, estas advertencias de los adultos no son tan inocentes, y existen varias razones para dejar de utilizarlas. La psicopedagoga Marina Guzmán ha detallado que los padres no se tienen que centrar en los aspectos más negativos, y, en cambio, se tienen que proyectar valores positivos. En una de sus publicaciones en Instagram ha expuesto los 5 motivos por los cuales no utilizar estas amenazas.

¿Por qué no amenazar a los niños?

Según explica Guzmán, estas amenazas pueden generar miedo e inseguridad en los niños, ya que puede provocar que se sientan ansiosos o miedosos ante la amenaza de no recibir regalos e incluso puede creer que no es digno de la generosidad o afecto de los otros si no se comporta bien. Además, también puede provocar que el menor se comporte por un interés personal. Este tipo de frases hacen que los niños aprendan que el comportamiento adecuado depende de las recompensas externas, es decir, regalos. Por lo tanto, las familias corren el riesgo de que eso pase por encima de los valores éticos o morales, basados en el respeto y la responsabilidad, más que en la obtención de recompensas materiales.

En tercer lugar, refuerza la idea de amor condicional. El mensaje implícito de la amenaza es que el amor, la aprobación y las recompensas dependerán de su comportamiento. Puede hacer que los hijos consideren que no merecen afecto o atención si no cumplen las expectativas. Así, se crea una relación condicional con los otros. Otro de los peligros es que pueden promover el materialismo. El acento en los regalos como recompensa por el buen comportamiento puede fomentar valores materialistas en lugar de gratitud, esfuerzo personal, solidaridad o altruismo. Más que un símbolo de generosidad, los niños pueden ver los regalos como una meta en sí misma. Y por último, reduce el autocontrol y la responsabilidad personal. El énfasis en el miedo de perder un premio —en este caso los regalos— puede llevar los niños a hacer caso solo cuando hay una recompensa inmediata. Eso dificulta la disciplina y autocontrol, que son cualidades importantes para su madurez emocional y comportamental.