Nos pasa a todos: nunca encontramos el momento de acabar las tareas o planes que tenemos pendientes. Nos cuesta ponernos en marcha, y es normal. Todos posponemos tareas que nos resultan tediosas o que nos dan pereza.
Habitualmente aplazamos cosas que no nos apetece hacer o que nos producen malestar. Precisamente cuando procrastinamos estamos evitando este malestar. Posponemos con el fin de evitar emociones y sensaciones desagradables que acompañan la acción que tenemos que ejecutar.
Además, siempre encontramos cosas más interesantes para hacer. ¿Quién no se ha distraído ordenando la habitación el día anterior a un examen para evitar estudiar? En cambio, nunca encontramos momentos para limpiar cuando estamos de vacaciones. La mente, de manera automática, pone todas las tareas sobre una balanza y escoge la que proporciona más placer a corto plazo, o la que hace la función de evitar la anterior.
¿Nos ayuda hacer listas de tareas pendientes?
El recurso más común para organizarnos y empezar a hacer cosas es hacer listas de lo que nos queda para hacer. A pesar de que sí que pueden ayudarnos, también pueden tener el efecto contrario: puede dar la sensación que nos estamos ocupando de muchas cosas, pero en realidad no lo hacemos hasta que realmente pasamos a la acción.
Con lo que sí que nos puede ayudar es a tomar cierta conciencia de lo que queremos hacer, a establecer prioridades, a concretar cómo y cuándo lo haremos y a saber qué recursos necesitamos para llevar a cabo la tarea.
Consejos para dejar de procrastinar
No existe una solución mágica, pero sí que podemos hacer algunas cosas por evitar procrastinar. De la mano de Therapychat, estos son algunos consejos que nos pueden servir.
Tenemos que tener claro que la mente siempre pensamiento a corto plazo y, por lo tanto, nos propone hacer el más cómodo para cada momento. Pero somos capaces de ir más allá: se trata de llevar nuestra mente hacia el objetivo a largo plazo. ¿Por qué es tan importante para nosotros finalizar esta tarea que tanto nos está costando?
Quizás es hacer deporte, y sabemos que queremos hacerlo para tener una mejor salud. O quizás es acabar un trabajo o estudiar para tener más tiempo libre el fin de semana. El caso es recordar todas las razones por las cuales queremos hacerlo, aunque nos suponga mucho esfuerzo en este momento.
Cuando tengamos que llevar a cabo una tarea complicada o tediosa, siempre será recomendable preparar todo lo que necesitamos para que resulte lo menos desagradable y difícil posible. Se trata de ponérnoslo fácil a nosotros mismos.
Si nos fijamos, recurrimos a estos pequeños trucos muchas veces de manera natural: cuando preparamos la ropa el día antes para dormir cinco minutos más, cuando ponemos música para limpiar o cuando ordenamos el escritorio antes de estudiar o trabajar.
Puede parecer obvio, pero es importante remarcarlo. Normalmente, las tareas implican otras tareas más pequeñas y, por lo tanto, podemos dividir la tarea pendiente en otras mucho más sencillas. Por ejemplo, cuando tenemos que entregar un trabajo, el primer paso es encender el ordenador, después empezar a escribir y finalmente entregarlo.
La mente nos pone muchas excusas para seguir procrastinando y, por lo tanto, no tenemos que esperar que la situación sea la perfecta y adecuada para ponernos en marcha.
Tampoco sirve de nada preocuparnos por si saldrá bien o mal, pero nunca lo podremos saber si no empezamos dando el primer paso.
Finalmente, todos sabemos que hacer las cosas es más fácil cuando hay una recompensa. Tenemos que valorar lo que conseguimos y premiarnos por haberlo hecho. Hablamos de algo material, una actividad que nos proporcione placer o simplemente unas palabras de reconocimiento hacia nosotros mismos por haber recorrido el camino que tanto esfuerzo nos ha supuesto.