Trece feminicidios este diciembre, una mujer asesinada cada 48 horas en España de media. Escalofriante. Lo llevan todas las portadas excepto la de El Punt Avui. Algunas —La Vanguardia, El Periódico, Ara, El País— hacen sonar un grito de alerta mientras otros —las del Trío de la Bencina, claro— aprovechan para cargar contra el gobierno español, hurgando en la división entre los ministerios del PSOE y los de Podemos, que se arrojan las muertas a la cabeza. Hace falta tener mucho nervio y una sensibilidad carcomida para considerar que el argumento principal en este asunto es la pelea infantil entre los partidos de la coalición gubernamental en lugar de guardar luto por las víctimas, una de ellas de 33 años, embarazada y a punto de dar a luz. Esos diarios y estos políticos empatan en inhumanidad. Mientras unos se pelean y otros buscan como perjudicar al gobierno que detestan, este año han asesinado a 48 mujeres y hay más de 700 en riesgo de muerte por violencia machista, como recuerda La Vanguardia. Qué pena: 2022 era el año con menos asesinatos machistas desde que se lleva registro, en 2003.

"¿Qué pasaría si fueran futbolistas"?, se quejaba este jueves en Madrid una de las participantes en la manifestación improvisada de condena a los asesinatos. De alguna manera, las portadas de este viernes dan respuesta a la pregunta porque un cáncer se ha llevado a Edson Arantes do Nascimento, Pelé, el mejor futbolista de la historia. De hecho, los diarios dedican más espacio a la muerte del futbolista brasileño que a las feminicidios. Es una media y es injusto, pero da que pensar.

En portada, representar la vida de una figura como Pelé es cosa, sobre todo, de escoger bien la fotografía. Hay diarios que publican la imagen de fotomatón de un señor mayor que no es el Pelé que se ha ganado los honores de primera página. Son las fotos insulsas y anodinas de ABC, La Vanguardia, El Punt Avui o La Razón. El Pelé que robó los corazones de todos y ocupa estas portadas en un día tan negro es otro: el campeón mundial, el dominador del juego, el líder del equipo, el primer futbolista que se convirtió en un icono global. Así aparece en las fotos de portada de Ara, El País, El Mundo.

"Pelé podría dirigirse a Miguel Ángel, Homero o Dante y saludarlos con íntima efusividad: —¿Cómo estás, colega?", escribía en enero de 1959 Nelson Rodrigues, el formidable dramaturgo brasileño —y un colosal cronista deportivo— en la revista Manchete Esportiva. Entonces, el futbolista, que venía de ganar el Mundial de 1958 con 17 años, cobraba un salario de 40 dólares, 375 euros de hoy, según explica Ruy Castro en Estrela solitária, la biografía canónica de Garrincha, aquel extremo sobrenatural. Cuando Pelé deja la selección, en junio de 1971, el mismo Nelson Rodrigues, en el diario O Globo, lo compara a Arthur Rimbaud, el poeta francés que dejó de escribir a los 17 años. Los genios hacen lo que quieren, dice el cronista para justificar la decisión del jugador, "y la misma pelota lo reconoce. Cuando él entra, ella sola se le acerca como un perrito adiestrado a lamerle las botas".

En su retirada definitiva, el 1 de octubre de 1977, la estrella brasileña acaba así su discurso de despedida: "Quiero pediros —porque creo que el amor es lo más importante que podemos sacar de la vida y que el resto de cosas pasan— que digáis conmigo tres veces: ¡Amor! ¡Amor! ¡Amor!" Pelé, que era algo más que un futbolista, nos regala un poco de luz y calor para resistir en un día de noticias tan oscuras y frías.

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