La Costa Brava es un tesoro patrimonial de Catalunya que sufre una más que preocupante saturación de embarcaciones que, con la llegada del verano, se convierte en un problema y una fuente de conflictos. Poner puertas al mar es imposible, pero tanto la policía como los ecologistas piden una mayor y mejor regulación para evitar incidentes y más daños sobre los ecosistemas litorales. En los 214 kilómetros de litoral que abarca la Costa Brava, entre Blanes y Portbou, se concentran 15.000 de los más de 32.200 amarres que hay en Catalunya, y según los cálculos de la Generalitat, más de 1.500 embarcaciones navegan por estas aguas diariamente, con el perjuicio que comporta para la flora, fauna y los ecosistemas medioambientales. Además, entre el 2000 y el 2023 se matricularon o inscribieron en Girona un total de 13.572 embarcaciones, y 72 de las 130 empresas de alquiler de barcos y motos acuáticas que funcionan en el litoral catalán están operando en el litoral gerundense.

Nefastas consecuencias para los espacios protegidos

Según un trabajo técnico sobre la afluencia y movilidad de embarcaciones en el ámbito costero del Baix Empordà, elaborado en 2021 por la Direcció General de Política Marítima i Pesca Sostenible de la Generalitat, la utilización de embarcaciones de náutica recreativa se intensifica claramente en la época veraniega y se agudiza en el periodo eminentemente vacacional del mes de agosto. Las calas identificadas con mayor afluencia para fondear son las de Sa Tuna, cala de Senià, S'Alguer y cala Massoni, las cuales disfrutan de un entorno paisajístico claramente natural, pero a causa de su morfología encajada y reducida superficie, sufren un alto grado de congestión. "Se prevé que la alta afluencia pueda tener nefastas consecuencias sobre espacios de alto valor ecológico y paisajístico, algunos protegidos", afirma el estudio, que destaca que uno de los impactos más directos "lo ejerce el fondeo libre con ancla sobre las praderas de posidonia (Posidonia oceanica), el cual provoca el deterioro de los fajos de posidonia, reduciendo su intensidad, tal como muestran los resultados de los estudios hechos en el marco del proyecto MPA-Engage".

El peligro de las embarcaciones en manos inexpertas

La proliferación de empresas que alquilan embarcaciones preocupa especialmente a los Mossos, porque no solicitan ninguna titulación y ofrecen embarcaciones de hasta 15 caballos de vapor (CV) y 4,5 metros de eslora, que pueden transportar media docena de personas. Si estas embarcaciones caen en manos inexpertas, pueden constituir un peligro para la seguridad. También preocupan las empresas que alquilan motos acuáticas, porque son las que pueden provocar más incidentes.

Una cuarentena de denuncias

Los Mossos d'Esquadra ya acumulan una cuarentena de denuncias por varias infracciones este verano e incluso el pasado martes llegaron a imponer seis sanciones en solo tres horas. De estas seis embarcaciones, tanto de propiedad como de alquiler, tres estaban en cala de Senià (Palamós) varios metros dentro de la zona delimitada de baño y dos más en cabo de Planes, entre Mont-ras y Palamós, mientras que la última fondeaba en la playa Fonda, en Begur.

Las denuncias se hacen llegar a Capitanía Marítima de Palamós, que determina la cuantía de la sanción, en función de si considera la infracción leve, grave o muy grave. Los agentes aportan las pruebas, el posicionamiento exacto de la embarcación, la foto y una descripción de la infracción que incluye si ha provocado riesgo en bañistas o algún otro tipo de agravante.

Casos verídicos

Fuentes policiales consultadas por la agencia EFE, alertan de que "hay mucha gente que no sabe nada, del mar", y se encuentran con casos surrealistas, desde gente que se pone toda a proa para emular la imagen icónica de la película Titanic y si hay un exceso de peso les entra agua", a tripulantes que se ponen todos a un lado de la barca a hacerse un selfie y vuelcan, o a los que se les para el motor y no saben ponerlo de nuevo en marcha. También explican el caso de un hombre que denunciaron cerca de una zona prohibida de pesca de Ses Negres, en Begur, para conducir una moto acuática que circulaba a menos de 50 metros en paralelo a la costa, cosa que la normativa prohíbe, y tampoco llevaba el reglamentario chaleco salvavidas. O la detención del piloto de otra moto acuática en la zona de playas con chiringuitos de Roses, que huyó cuando le solicitaron documentación, invadió una zona de baño, acabó a la carrera por la arena y, finalmente, fue detenido por un agente de los Mossos.