Los animales domésticos, sobre todo perros y gatos, ya se había detectado que también podían sufrir el coronavirus. Lo que todavía no se había constatado es que la transmisión de los gatos a una persona fuera posible. El caso está aislado pero ya está confirmado: un gato ha contagiado este virus a una persona. Un equipo de investigación de Tailandia informa de la primera evidencia sólida de un gato de compañía que infecta con SARS-CoV-2, añadiendo felinos a la lista de animales que pueden transmitir el virus a las personas.
Los investigadores dicen que los resultados son convincentes. Les sorprende que se haya tardado tanto en establecer que se puede producir la transmisión, dada la escalada de la pandemia, la capacidad del virus para saltar entre especies animales y el estrecho contacto entre gatos y personas. "Sabemos que eso era una posibilidad durante dos años", asegura Angela Bosco-Lauth, investigadora de enfermedades infecciosas en la Universidad Estatal de Colorado en Fuerte Colinos, en declaraciones en la revista Nature.
Precedente en Tailandia
Los estudios a principios de la pandemia encontraron que los gatos desprenden partículas de virus infecciosas y pueden infectar otros gatos. Pero establecer la dirección de la propagación viral (de gato a persona o de persona en gato) es complicado. El estudio tailandés "es un informe de caso interesante y un gran ejemplo de lo que puede hacer un buen rastreo de contactos", dice Marion Koopmans, viróloga del Centro Médico de la Universidad Erasmus de Róterdam, Países Bajos. A pesar de todo, hay que recordar que especialmente los perros o hámsteres han sido animales perseguidos e incluso condenados a la muerte por el gobierno chino cuando se ha detectado un rebrote importante.
El gato contagió a su veterinario
El hallazgo felino, publicada en Emerging Infectious Diseases1 el pasado 6 de junio, se produjo por accidente, dice el coautor Sarunyou Chusri, investigador de enfermedades infecciosas y médico de la Universidad Prince of Songkla en Hat Yai, en el sur de Tailandia. En agosto, un padre y un hijo que habían dado positivo fueron trasladados a una sala de aislamiento del hospital de la universidad. Su gato de diez años también fue limpiado y dio positivo. Mientras le fregaron, el gato estornudó en la cara de un veterinario, que llevaba máscara y guantes pero sin protección ocular.
Tres días más tarde, el veterinario tuvo fiebre y tos, y después dio positivo, pero ninguno de sus contactos próximos desarrolló covid, hecho que sugiere que había sido infectado por el gato. El análisis genético también confirmó que el veterinario estaba infectado con la misma variante que el gato y sus propietarios, y las secuencias genómicas virales eran idénticas.