Las placas tectónicas de la Iglesia católica están ya en movimiento y a punto de colisionar en el cónclave que tendrá que elegir al nuevo papa. Los 133 cardenales de 71 países que decidirán el futuro de la Iglesia se desplazan al Vaticano para recluirse en el cónclave. Sin embargo, hay algunos que ya se encuentran allí y están iniciando los primeros contactos, confirmando aquellos augurios que apuntan que la decisión será difícil en una institución dividida.
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El cónclave que está a punto de empezar será el más internacional y también con más cardenales que no se conocen entre ellos. Por eso, aquellos que ya están en Roma están aprovechando para reunirse y empezar a perfilar quién puede ser el futuro papa. Algunos de los cardenales electorales han dejado caer ante los medios, que esperan del nuevo pontífice. Por ejemplo, según recoge el ABC, el cardenal de Colonia (Alemania), Rainer Maria Woelki, ha alertado de que el hecho de que los religiosos que tienen esta decisión en las manos no se conozcan puede alargar el proceso. “Espero un cónclave largo”, ha avanzado y ha añadido: “Los cardenales tienen que tener tiempo para conocerse. Es importante que cada uno tenga la oportunidad de hacer su aportación, para comprender cómo se juzga la situación de la Iglesia en los diferentes continentes, qué retos vienen y qué exigencias tiene que tener el nuevo papa”.
Es en las expectativas de cada votante sobre el nuevo papa donde radican más incógnitas. ¿Una línea continuista de Francisco I o nuevo capítulo? El anterior pontífice despertó pasiones y odios entre los varios miembros de la misma institución. Por ejemplo, el cardenal italiano Fernando Filoni, ha apuntado: “Pensamos en alguien que dé continuidad a aquello que ha hecho al papa Francesc, pero no podemos pretender una fotocopia”. Pero otros no están nada cómodos con la idea de que la obra de Francisco I continúe.
La sombra de Estados Unidos
Algunas de las primeras voces a las que se ha oído hacer una lista de deseos sobre cómo quieren al próximo papa vienen de Estados Unidos (EE.UU.). El arzobispo de Nueva York, Timothy Dolan, ha afirmado: “Me encantaría ver a alguien con el vigor, la convicción y la fortaleza de Juan Pablo II, me encantaría ver a alguien con la fuerza intelectual de un papa Benedicto, me encantaría ver a alguien con el corazón de un papa Francisco, con más finura doctrinal y amor por la tradición”. Si bien son palabras positivas, esconden un dardo envenenado.
Para muchos miembros de la Iglesia católica en EE.UU. el papa Francisco era demasiado progresista y rechazaban muchas de sus políticas y acciones. Los movimientos aperturistas del pontífice argentino provocaban la furia de los altos estamentos de la Iglesia estadounidense. Según recoge la BBC, la mala relación empezó desde el mismo día de la elección de Jorge Bergoglio, ya que después de dos papados conservadores, la elección del primer latinoamericano y primer jesuita suponían un cambio radical de paradigma. El papa Francisco no fue ajeno a esta hostilidad y llegó a decir: “En EE.UU. la cosa no es fácil: hay una actitud reaccionaria muy fuerte, organizada”. No solo los cardenales, sino también laicos y todo tipo de grupos de presión.
Esta actitud no cambió con la noticia este lunes de su muerte. Por ejemplo, el artículo más destacado del día en la revista religiosa norteamericana First Things no fue un obituario, sino una columna de opinión afirmando que “en muchos sentidos, el pontificado de Francisco fue inadecuado para los verdaderos problemas que enfrentaba la Iglesia”.
Los conservadores, divididos
Los cardenales estadounidenses no son los únicos exponentes de las facciones más conservadoras dentro de la Iglesia. El analista del diario Corriere della Sera Massimo Franco y autor de varios libros sobre el Vaticano, ha asegurado que “la minoría conservadora son los que más se han expresado, pero en realidad hay una amplia y silenciosa zona gris que ha obedecido por lealtad, aunque en realidad ha desaprobado muchos de los comportamientos del papa Francisco”.
“Hay varios cardenales que han sido muy críticos con Francisco en ciertas cuestiones, pero han perdido influencia y voz los últimos años. Han sido cautos, pero en el cónclave podrían encontrar apoyo entre aquellos que están sorprendidos y cansados de un pontificado con tanta novedad y turbulencia”, ha subrayado el periodista. Sin embargo, eso no impide que el nuevo pontífice deje atrás lo que había construido Francisco I.