Este miércoles se cumplían seis meses de uno de los relevos más esperados en la primera línea de la Generalitat: la llegada de Anna Simó al frente del Departament d'Educació en sustitución de Josep González-Cambray. El conseller consiguió alargar la agonía dos años, un periodo más largo de lo que preveían las encuestas, después de que sindicatos, familias y partidos políticos hubieran reclamado repetidamente su dimisión por tierra, mar y aire casi desde el inicio de su etapa al frente de la Conselleria. Hasta ahora, la etapa de Simó no ha estado exenta de sobresaltos. Una vez superados los cien días de gracia, la flamante titular de Educació ya ha cumplido medio año en el nuevo puesto y el escrutinio de su trabajo se hace necesario. Especialmente, tras dos semanas agitadas por el brutal descalabro que han supuesto los resultados de las pruebas PISA 2022, y todo el alboroto que los ha acompañado.
¿De dónde veníamos?
Antes de entrar en materia, resulta imprescindible dar un pequeño repaso a los dos años fatídicos que marcaron la derrota final de Cambray. El leridano llegó al frente de Educació recogiendo el testigo de un Josep Bargalló que se había ganado la enemistad de los sindicatos, pilotando el Departament durante el complicado periodo marcado por la pandemia. En un intento por dar un golpe sobre la mesa y abrir una nueva etapa de confianza, Cambray animó a los profesores a convertirse en los "protagonistas" del ámbito educativo, coincidiendo con el momento en el que ERC pasaba a encabezar el Govern de la Generalitat de la mano de Pere Aragonès.
Nada más lejos de la realidad. A pesar de haber tenido que hacer frente a las sentencias del 25% de castellano contra la inmersión lingüística, y conseguir avances importantes, como implementar la gratuidad en I2 en las guarderías, bajar las ratios en I3, pasos en la lucha contra la segregación escolar y la reducción de una hora lectiva a los docentes —una demanda histórica del sector que significó la incorporación de más de 3.500 docentes—, Cambray será especialmente recordado por la oleada de huelgas que tuvo que afrontar y el malestar generalizado del sector. Y en el origen de todo, la decisión de adelantar el calendario escolar, una medida que no acabó de satisfacer a la comunidad educativa por el fondo, pero que generó un rechazo unánime por las formas.
Cerrar la etapa Cambray
Con la llegada de Anna Simó al timón, el Departament d'Educació se ha esforzado por pasar página a la desastrosa etapa de Cambray sin tener que dar golpes de timón. Con la voluntad de dar continuidad a la gestión de ERC en la Generalitat, la opción escogida ha sido la de los relevos silenciosos. Son varios los cargos relevantes que han sido destituidos durante los últimos seis meses, desde la marcha de Cambray, a menudo recolocados a otras posiciones. Fue el caso de Núria Mora, exsecretaria de Transformació Educativa; Jean-Marc Segarra, exdirector general de Centres Públics —posteriormente director del nuevo Programa de coordinación de las delegaciones del Govern en el Exterior; Montserrat Soler, exsecretaria de alto cargo en la Conselleria; y Blanca de Gispert, exdirectora de Serveis—posteriormente interventora del Consell de l'Audiovisual de Catalunya. Ahora bien, para los sindicatos este es un movimiento insuficiente. "Se tiene que cesar a todo el equipo de Cambray", exige el representante de UGT Jesús Martín. "Es necesario que su herencia quede enterrada".
Para las organizaciones de los trabajadores, la etapa de leridano fue especialmente preocupante. El propio Martín afirma que las medidas que anunciaba el conseller venían definidas por la "imposición" y que venía "marcado por la soberbia". Contrasta con las formas de actuar de Anna Simó. "El tono es mejor, con un talante más dialogante", dice. Coincide con ello la portavoz de USTEC, Iolanda Segura, que dice que tiene una "actitud más abierta" con ciertas cuestiones, y se muestra "más dispuesta" a dialogar con los sindicatos y a escuchar las opiniones de los expertos.
"No existe un cambio sustancial de políticas"
Pero este cambio de actitud no se ha traducido en el fondo de la cuestión. Desde los sindicatos, advierten que Simó no ha roto con la etapa de Cambray con respecto a las medidas educativas. Martín afirma que "no ha habido un cambio sustancial de las políticas", y Segura añade que no se han visto "avances".
De hecho, en algunos aspectos incluso ha habido retrocesos. Durante la primera mitad del año, Cambray se reunió con los sindicatos para pasar página definitivamente a los recortes y a sus efectos, revirtiendo tres medidas que se aplicaron por la crisis de 2008 y que todavía no se habían recuperado: el retorno del sexenio a los seis años y el reconocimiento de la deuda acumulada, la reducción de la jornada en los mayores de 55 años, y la equiparación salarial para el profesorado técnico de Formación Profesional sin titulación universitaria. En enero, el conseller hizo una propuesta positiva que se tenía que acabar de pulir, y que se mejoró de cara a una nueva reunión en junio. Pero cuando todo parecía indicar que habría un acuerdo entre Educació y los sindicatos para dar por cerrada la polémica por los recortes, entró Simó y se ha tenido que empezar a negociar casi de cero. Las dos partes han celebrado nuevas reuniones este mismo mes, y las organizaciones laborales lamentan que se les ha presentado propuestas "más rebajadas" que las iniciales del pasado enero. "No tiene ni pies ni cabeza, no firmaremos esto", critica Segura.
El descalabro de las PISA
A todo el debate en torno a estas negociaciones, hay que añadir el quebradero de cabeza que ha provocado el informe PISA, y que ha situado al alumnado catalán por debajo de la media de España y de los países de la OCDE en matemáticas, ciencias y lectura. Anna Simó reaccionó a los pésimos resultados advirtiendo que no podían darse "volantazos" e "improvisar", descartando así medidas a corto plazo y proponiéndose 10 objetivos de futuro. "Tenemos que cerrar filas", pidió a toda la comunidad educativa, incluyendo a sindicatos, docentes y familias.
"Es una falacia. ¿Cerrar filas en torno a qué? ¿En torno a los recortes y la inacción?", se pregunta Martín. Similarmente, Segura lamenta que las diez medidas a largo plazo son "muy globalizadas y sin concretar nada". "Todo ha sido improvisación, nunca ha habido planificación". En este sentido, las palabras de la consellera no han sido bien recibidas por los sindicatos, que urgen revertir cuanto antes la pésima situación estructural que sufren los docentes para poder dar la vuelta a los malos niveles de los alumnos. "Queremos mejorar las condiciones del sistema educativo, pero no podemos cerrar filas con Educació cuando no nos tienen en consideración", concluye la portavoz de USTEC.