Una prisión difícil, masificada, con un motín, donde los profesionales tenían que atender internas enganches a la heroína, después los efectos devastadores del sida; en los 90 el rechazo de los primeros vecinos del nuevo barrio de la Villa Olímpica, la crisis económica y ahora los efectos de la pandemia en la salud mental. Una cruda realidad asumida "por profesionales muy implicados, que experimentan programas que se exportan a otras prisiones, con directoras y directores que escuchan las necesidades de las reclusas y de los funcionarios, y que funciona como una comunidad, no como una prisión clásica, aunque la infraestructura no acompaña". Es una pincelada de los 40 años de vida del centro penitenciario de Mujeres de Barcelona, conocida como la prisión de Wad-Ras, que directores, educadoras y funcionarios del centro han rememorado en un acto, este jueves en el interior de la misma prisión. Además, Wad- Ras es la prisión más antigua del Estado español y no se cerrará hasta el 2029, dos años más tarde de la última fecha anunciada.
En el acto, la consellera de Justicia, Gemma Ubasart, ha destacado "la profesionalidad y la humanidad de los profesionales de Wad Ras" y ha adelantado que el año que viene se licitará la construcción de la nueva prisión de mujeres en la Zona Franca, de 50.000 m². En concreto, se destinarán 90 millones para la construcción y las obras se prevén que se ejecuten entre los años 2026 en el 2029. El edificio de la prisión de Wad Ras se construyó en 1915, por los arquitectos Enric y Josep M. Sagnier, y antes de acoger a las primeras mujeres reclusas, fue un centro tutelar de menores.
El secretario de Medidas Penales, Reinserción y Atención a la Víctima, Amand Calderó, ha recordado que "en los años 90, Wad-Ras era una prisión oscura, y cuando la Generalitat asumió las competencias de Justicia, se asumió con mucha sensibilidad" la gestión en la prisión de mujeres. Ha asegurado que "la nueva prisión de mujeres llegará y ¡no es una ironía"! Hace años que los profesionales escuchan este relevo necesario del equipamiento, pero que no llega.
Unas 100 mujeres y ocho hijos
Actualmente, en la prisión de Wad- Ras viven 107 mujeres, la mayoría de las de cuáles está pendiente de juicio. Además, hay 7 madres con sus 8 hijos menores de 3 años, en el departamento de madres, el único que hay Catalunya y tiene 11 plazas. Aparte, hay 384 personas que cumplen condena en régimen abierto, y trabajan 237 profesionales de tratamiento y régimen interno, además de 150 voluntarios de distintas entidades, como Cruz Roja o la Fundación Padre Manel.
La población penitenciaria femenina ha ido retrocediendo año tras año y actualmente representa el 5,7% (4563 mujeres) del total de 8.042 personas cerradas a las prisiones catalanas.
Prisión pionera
La actual directora de la prisión de Wad-Ras, Soledad Prieto, la exdirectora Paula Montero, y los exdirectores Antonio Olaya y José María Montero, que actualmente es director general de Asuntos Penitenciarios, han explicado vivencias en el centro.
Prieto ha destacado la dificultad que tienen actualmente para trabajar con mujeres condenadas porque entran a la prisión para penas de 4 o 6 meses, y no se puede hacer ningún tratamiento tan corto. Las comisiones de participación y el grupo de acogida son marca de la prisión de Wad- Ras que se ha exportado en otros centros penitenciarios. Y Olaya ha hecho reír al público cuando ha explicado que quería hacer obras en el centro, como “la puerta de la entrada torcida”, y entendió que se tenía que reunir y hablar con todo el mundo, incluso los voluntarios.
La enfermera Noemí Carreras ha recordado la primera médica en una prisión, fue la doctora Teresa Quiroga, el 1987 en Wad-Ras, y como todo el mundo ganó cuando todas las personas encarceladas en las prisiones fueron incorporadas en la red pública de salud catalana, el 2014, y no con expedientes de papel. Una educadora también ha explicado cómo Wad-Ras también fue un centro pionero en tener internet, y tener la primera mujer reclusa estudiante a distancia. Maria, funcionaria de vigilancia, ha explicado cómo reciben a las mujeres “que vienen del calabozo, sin ducharse, que quieren comer y fumar, y las animas; los despachos de las funcionarias siempre están abiertos; a pesar de que a veces son pesadas e insistentes”, ha confesado, haciendo reír a todo el mundo. Finalmente, Ruth y Jésica, internas de Wad-Raído, han explicado su situación a los periodistas.