Los cambios repentinos de la meteorología están provocando destrozos naturales difíciles de prever. El ejemplo más reciente que encontramos fuera de nuestra casa es el pasado mes de julio en el oeste de Alemania. Las inundaciones derivaron en la muerte de más de 160 personas y destrozos que llegan a los 30 millones de euros. Situaciones similares se vivieron, en paralelo, en Bélgica y Austria y muchos se preguntaron cómo en estos países tan avanzados no se pudo prever un desastre de estas dimensiones.
Si volvemos a casa, el caso de Alcanar guarda similitud sobre la falta de pronóstico. De hecho, el conseller de Interior, Joan Ignasi Elena, lamentó que ningún servicio meteorológico hubiera previsto las lluvias torrenciales y reiteró que no se los avisó con tiempo de la alerta, en declaraciones a Catalunya Ràdio. De hecho, los pronósticos anunciaban cantidades de agua de 20 a 30 litros en poco más de media hora y la realidad es que cayeron 230 litros en tres horas, unos 38 litros de media cada treinta minutos.
Los expertos aseguran que no se podía pronosticar lo que pasaría con unas seis horas de antelación como margen: "Hay unos límites en los pronósticos", asegura el meteorólogo Jordi Carbó, en declaraciones a Aquí Cuní de Ser Catalunya. Y añade que el problema real se debe a "la ordenación del territorio, decir que la culpa es del cambio climático y ya está es lamentarse y eso no sirve de nada". Para entenderlo con otro ejemplo, la causa es similar a las riadas que a menudo se vivían en el Maresme hasta la década de los 90. Progresivamente se han ido canalizando y controlando su impacto cuando hay episodios de fuertes lluvias y ahora ya no son noticia.
El fenómeno de la barrancada
En el caso de las tierras del Ebro, el fenómeno vivido ayer tiene un nombre propio: barrancada. Anteriormente también se reprodujeron el año 2018 y 2003. Sería la palabra que allí substituye la que popularmente se conoce como un aguacero. Donde este fenómeno es más frecuente ha adoptado diferentes terminologías: aiguada, en Mallorca; rubinada, en la Segarra y el Urgell; barrancada y riuada, también en el País Valencià; diluvio, en Menorca. Es una llovida fuerte que produce arroyadas e inundaciones. Carbó explicita las características que se produjeron ayer en Alcanar: "Los aguaceros cayeron sobre superficies poco absorbentes de limos y arcilla. Insisto, es difícil imputarlo al cambio climático".
¿Y el cambio climático?
La complejidad de los hechos tampoco nos puede hacer olvidar que el mundo está cambiando. El factor del cambio climático puede influenciar en la frecuencia de estos fenómenos. Según el último informe de la Agencia Mundial de Meteorología de las Naciones Unidas, los desastres naturales se han multiplicado por cinco en los últimos 50 años. El IPCC, el Grupo de expertos intergubernamental sobre el cambio climático, ha presentado este mes de agosto el primero de los tres informes previstos para el 2022. Estos textos muestran la contribución más importante sobre el estado del conocimiento actual de la crisis climática, sus orígenes, las causas, los impactos y las medidas de respuesta que tenemos al alcance.
La ciencia puede mostrar cómo el calentamiento global actual ha hecho que los incendios, las inundaciones, las tormentas y las olas de calor que estamos sufriendo ahora sean más probables. Por lo tanto, vivimos en un planeta con un sistema climático que hemos alterado y que ahora es menos estable. Norteamérica, Europa, Australia, gran parte de América Latina, la África Occidental y oriental, Siberia, Rusia y toda Asia ya experimentan temperaturas extremas. La aceleración de los cambios en los océanos, los glaciares y el nivel del mar se encuentra entre los síntomas más visibles y dramáticos. Esta aceleración continuará, incluso, si el calentamiento provocado por nuestras actividades se detiene.
Cada aumento de temperatura, por pequeño que sea, afectará a la frecuencia y la intensidad de los acontecimientos extremos. Estos se magnifican con cada aumento adicional del calentamiento global. Y los impactos que ya palpamos son aguaceros como los de Alcanar pero también de otros más indirectos como el aumento de la pobreza o flujos de personas que se desplazan a otros lugares.