La pasarela que atraviesa el río Túria y conecta el barrio de Sant Marcel·lí con la pedanía de la Torre, y los pueblos de la Horta Sud, una de las zonas más afectadas por el paso de la DANA del 29 de octubre, ha protagonizado algunas de las imágenes icónicas de la tragedia, con miles de voluntarios recorriendo los 300 metros del puente con cubos y palas, fregonas, agua y comida, dispuestos a ayudar a los damnificados en los momentos más críticos de la catástrofe. Esta infraestructura es una pasarela para bicicletas y peatones, la más larga del País Valencià, que empezó a ser conocida con el nombre oficioso de Pont de la Solidaritat y que será renombrada oficialmente para recordar una tragedia histórica y en homenaje a los voluntarios que la cruzaban cada día. La pasarela, sin embargo, también se ha convertido ahora en un espacio de culto y homenaje a las víctimas de la DANA, oficialmente 216 en València, y a las 16 personas que todavía están desaparecidas, en forma de viacrucis y otros recuerdos.
Cruces, mensajes y un piano
En el Pont de la Solidaritat aparecieron de manera espontánea dos decenas de cruces de madera, muchas de ellas con prendas de ropa, banderas, flores, velas y otros recuerdos dejados por los voluntarios en homenaje a las víctimas de los municipios afectados... Paiporta, Picanya, Sedaví, Alfafar, Catarroja, la Torre, Albal, Massanassa, Benetússer, Algemesí, Xirivella, Aldaia, Chiva...en total 75 municipios, especialmente de la Horta Sud, considerada la zona cero de la catástrofe, con pueblos enteros sepultados por el barro. Un camino simbólico que conmueve y pone la carne de gallina, que permite darse cuenta de la dimensión de la tragedia, y que crece cada día.
En este santuario en que se ha convertido el Pont de la Solidaritat también hay mensajes escritos por los voluntarios, vecinos y familiares, como el que escribe una niña que se llama Ema, y que dice: "A los niños que han perdido sus juguetes, sé que ahora están tristes, pero pronto volveremos a jugar juntos", como recoge informativos Telecinco. El impulsor de este nuevo espacio emblemático en la ciudad de València es el artista Roberto Márquez, quien ha explicado que el objetivo era "crear un espacio para recordar y honrar a los que ya no están, pero también por qué los que siguen adelante sepan que no están solos", explica en el portal Noticies Ciudadanas.
En el puente también se ha colocado un piano que se salvó de la riada y que fue rescatado entre los restos de una de las casas afectadas por la inundación. Ahora, en el centro del puente, estropeado por el agua y el barro, todavía es capaz de crear sonidos y música en las manos adecuadas, y espera que alguien se siente delante y lo toque en honor de las víctimas. Cuando eso pasa, muchas personas se detienen, cierran los ojos y se emocionan, pero al mismo tiempo, se enorgullecen de lo que la solidaridad ha sido capaz de conseguir gracias al esfuerzo de miles de personas venidas de todas partes.
El puente también tiene una zapatería, un espacio dedicado a todos estos voluntarios, en una especie de monumento creado con los zapatos y las botas de agua de los voluntarios. Botas desgastadas, llenas de barro, que personalizan la solidaridad, la entrega y el esfuerzo incansable de miles de personas que se sumaron a las tareas de búsqueda, limpieza y recuperación de las zonas afectadas.
Símbolo de la solidaridad
El Pont de la Solidaritat, que empezó como un nombre improvisado, ya se ha convertido en un nombre oficial gracias a la iniciativa del Consell de la Juventut, que solicitó a la alcaldesa de València, María José Català, que iniciara el cambio de nombre. El presidente del consell, Pablo Bottero, hizo la petición oficial a través de un mail. La alcaldesa ha afirmado que con este cambio de nomenclatura "no solo honraría a la memoria de las víctimas, sino que también destacaría el compromiso y la participación activa de la juventud en la recuperación de nuestra ciudad. Este puente se ha convertido en un símbolo de la solidaridad valenciana", añadió Catalán. En la petición, el presidente del Consell de la Juventut de València indicó que "después de la devastadora DANA que afectó a nuestra ciudad, este puente se ha convertido en un símbolo de unión y esfuerzo colectivo. Numerosos jóvenes han cruzado esta pasarela para brindar ayuda a las comunidades de Sedaví, Alfafar, Paiporta, Picanya, Albal y Catarroja, llevando alimentos, agua y herramientas y colaborando en las tareas de limpieza y reconstrucción".