"¿Qué somos?". Esta es una de las preguntas que, probablemente, todo el mundo se ha hecho alguna vez pensando en aquella persona. También puede ser motivo de discusión, cuando dos personas no quieren o esperan lo mismo de la otra. O de ruptura, entonces. A veces, identificar las emociones, cuesta. Un hecho clave para responder esta pregunta. Pero no únicamente. A menudo, puede dar miedo porque no se está acostumbrado. A sentir, a tener un compañero de viaje. No saber identificar las emociones también quiere decir no saber valorar tener el apoyo incondicional de alguien.
Al fin y al cabo, puede dar lugar a una relación geranio. La incapacidad de no saber definir qué se quiere o qué se espera de la otra persona implica no poner etiquetas. Pero la mayoría de veces, dos personas no se entienden si no hablan o se comunican (en el mismo idioma). ¿Sin etiquetas, cómo defines? Llamémoslo geranio, por ejemplo.
¿Sin embargo, por qué existe el miedo al compromiso? Pues esta frase por sí sola no dice gran cosa. La psicóloga del Centro de Psicología Dendros Eva Aguilar, explica que se tiene que ir más allá. "Creencias instauradas, creer que en una relación no podrás hacer lo que te dé la gana o bien alguna mochila de una relación anterior, donde el yo ha ido desapareciendo".
A pesar de todo, claro está, una persona puede recibir muchas influencias a lo largo de su vida. También está la cuestión familiar, señala la psicoterapeuta. "Cómo se han relacionado los padres entre ellos, por ejemplo, y que la persona no quiera tener el tipo de relación que han tenido sus padres".
Por otra parte, comenta que también hay que tener en cuenta el hecho de que, socialmente, "por narices" tenemos que estar en una relación. "Hay gente que escoge la opción de vivir sola, hay que trabajar esta elección". De esta manera, en conversación con ElNacional.cat, pone de manifiesto que "quizás no es el miedo al compromiso, sino la persona con quien estás, tienes miedo porque no te gusta lo suficiente".
Los tres miembros de una relación
Aguilar subraya algo esencial. "Entras en una relación y te la encuentras. Y no tendría que ser así. Una relación es una cosa constante, hace falta un trabajo. Eres parte implicada, por lo tanto, puedes proponer y tomar decisiones para que la relación también sea como tú quieres que sea".
"Una relación tiene tres miembros", insiste. Un hecho que, a simple vista, puede chocar. "Uno de los miembros soy yo, con mi trabajo, proyectos, amistades, sueños, sexualidad y un largo etcétera. El otro, eres tú. Con el trabajo, amigos proyectos... y el tercer miembro es el nosotros. El ocio compartido, las amistades, familia y todo lo que queramos. Las tres burbujas –o miembros– son igual de importantes". Y pregunta: "¿Qué pasa si una de las burbujas o miembros crece?". La respuesta es que las otras se hacen pequeñas. "Entonces hay un sufrimiento, algo no va bien. Y por eso, muchas veces, las personas decimos que nos estamos ahogando en una relación".
¿Hay soluciones?
El miedo al compromiso, sentirse atrapado o encarcelado son cosas que no se solucionan solas. Lo ideal sería empezar una relación con los deberes hechos pero la mayoría de veces no es así. "Si no hacemos un poco de trabajo personal, tenemos carencias. Entonces tenemos unas necesidades que tendrá que cubrir la otra persona", detalla. Y remarca que hay que olvidarse de las medias naranjas. "En una relación tiene que haber fruta entera, una naranja y una pera, por ejemplo".
Para intentar sentirse a gusto en una relación, Aguilar destaca que "se tiene que aprender negociar". "Si yo necesito que una relación vaya poco a poco, porque tengo una mochila, salgo de otra o quiero intentar no agobiarme, si voy rápido para complacer a la otra persona, tendrá un efecto negativo a la larga. Quizás no necesito que nos veamos cada día, y después me apetece que nos veamos más". Eso sí, "siempre hay que ir negociando" porque "los contratos no son permanentes".
En este sentido, destaca que los contratos indefinidos no son muy buenos para las relaciones. "Antiguamente, los contratos eran para siempre pero una relación no se crea un día y no se toca nunca más". En este sentido, la psicoterapeuta destaca que es mejor un contrato "por obra y servicio" que se vaya "renovando cada día. Haré lo mejor para mí y para la otra persona, para que al final de la jornada se decida si se quiere renovar o no". Eso, argumenta, ayuda a trabajar la relación cada día para que sea mejor.
Tal como destaca Aguilar, la comunicación es muy importante. ¿Pero, y qué pasa si también cuesta comunicarse? Ante tanta dificultad, la psicoterapeuta remarca que "hace falta un trabajo personal". Si no, se está condenado a la relación geranio.