El encuentro ultra del pasado jueves 12 de octubre en Barcelona, el que va desde plaza de España hasta Montjuïc, y que acaba en la plaza de Sant Jordi con un aquelarre españolista, estaba bajo la lupa de los agentes de Información de los Mossos d'Esquadra. Eran días críticos. Faltaban menos de siete días por la explotación del caso Dracaris y se tenía información que la mayoría de los integrantes de la cúpula dirigente de Combat 18 en España serían al encuentro. Y así fue. Además de dirigentes de Democracia Nacional, también había integrantes del grupúsculo, el brazo armado de Blood and Honour.

El presidente, el vicepresidente, el tesorero y cinco personas más vinculadas a Combat 18 participaron en la concentración, que tuvo, entre los más destacados, la participación de Pedro Chaparro, líder de Democracia Nacional, condenado por el caso Blanquerna, el asalto a la delegación catalana en Madrid el Once de Septiembre de 2015, y también por haber amenazado a un fotoperiodista. El 12 de octubre es, para estos individuos de ultraderecha, un día clave. El día de la Raza, en su argumentario neonazi, nacionalsocialista, racista y antisemita. Y un día que, además, se encuentran de manera presencial y, si bien bajo vigilancia policial, pueden andar libres por la ciudad de Barcelona.

Agresión a un hombre en silla de ruedas bajando de Montjuïc

Los Mossos hacía semanas que les iban detrás y la explotación del caso Dracaris ya tenía fecha y autorización judicial. Este encuentro ultra fue el último momento en que la dirección de Combat 18 se encontró antes de volver a reunirse todos en la comisaría de Manresa, cuando fueron detenidos, y antes de ser entregados a la jueza que llevó el caso, y que los dejó en libertad con cargos, algunos de ellos con medidas cautelares.

Bajando de Montjuïc, y según ha podido saber ElNacional.cat, algunos de los miembros de esta organización criminal atacaron a una persona que iba con silla de ruedas al grito de "tullido". El ataque se pudo frustrar de manera rápida por el seguimiento que estaban haciendo agentes de paisano de Información, que alertaron a patrullas uniformadas de los Mossos que se presentaron en la zona. Los agentes identificaron a los autores de la agresión y los insultos, y quedaron denunciados por un delito de odio, se decidió no detenerlos y solo imputarles el delito, para evitar frustrar la operación que estaba en marcha y que tenía que acabar con cacheos y detenciones esta semana.

Aplastar el huevo de la serpiente

Los integrantes de Combat 18 son personas conocidas por el entorno policial por su radicalización prolongada en el tiempo y por la relación que han mantenido los últimos años con grupúsculos de extrema y ultraderecha a escala española. La falta de capacidad económica les ha impedido poder hacer acciones letales contra sus objetivos; mezquitas, intereses judíos como sinagogas y casales y espacios de la izquierda antisistema.

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Imagen del material intervenido en la explotación del caso Dracaris / CME

Uno de los peligros, aseguran los investigadores de los Mossos, era que la organización, que estaba formada ahora por uno cúpula y un grupo de militantes que no superaba la veintena, era la captación de militancia. Era uno de sus objetivos. Los Mossos aseguran que la decapitación de Combat 18 en esta fase embrionaria, además de evitar acciones concretas y muy peligrosas, como las que en los encuentros habían llegado a imaginar, en un plan, de momento, fantasioso, también ha evitado la captación de nuevos miembros, jóvenes, en una fase inicial de radicalización, un hecho que habría dado músculo y financiación a la organización.

Explotando el caso ahora, antes incluso que Combat 18 hubiera conseguido capacidad para atacar sus objetivos, han conseguido, aseguran los analistas de los Mossos, aplastar el huevo de la serpiente y evitar que la organización se haya podido hacer más grande. Hay que recordar que más allá de los problemas internos, el golpe de Estado para derrocar al presidente o la falta de recursos, Combat 18 mantenía contactos internacionales con la facción en Francia y recibía formación e instrucción.

El peligro de supremacismo blanco

Esta organización desmantelada por los Mossos se basa en teorías de la conspiración contra el orden establecido para defender la "nación blanca", amenazada, aseguran, por políticos, jueces, inmigración, judíos y masones. Para combatir esta oleada progresista, causante de todos los daños de occidente, según ellos, avalan la lucha armada y las acciones que puedan causar bajas personales.

Justifican la violencia en cualquier lugar del mundo y lo hacen a partir de una táctica que se llama resistencia "sin líder" siguiendo las teorías del Manual del soldado político, un libro de referencia que marca los objetivos a escala internacional y los enemigos de su causa, que bebe del nazismo actualizando los postulados de Adolf Hitler, a quién rinden homenaje con el nombre del grupo. Los números 1 y 8, la posición de las letras 'a' y 'h'.