La vulcanóloga y profesora de la Facultad de Ciencias de la Tierra de la Universitat de Barcelona (UB) Meritxell Aulinas ha afirmado que el riesgo de erupción en un volcán en Catalunya, especialmente en la zona de la Garrotxa, es muy improbable aunque es un riesgo "existente", no imposible.

En una entrevista con Efe desde la Palma, donde la vulcanóloga catalana está estudiando la erupción del Cumbre Vieja, Aulinas ha explicado que "desde el punto de vista de tiempo geológico, no se puede decir que el riesgo en la zona de la Garrotxa -la zona con más volcanes en Catalunya- sea cero".

"Activos pero dormidos"

Eso se debe al hecho de que la mayoría de expertos señalan que tienen que pasar unos 10.000 años desde la última erupción para calificar un volcán de "extinguido", un tiempo que en el caso de la zona de Olot no se ha cumplido y, por lo tanto, sólo se consideran "activos pero dormidos".

"Tenemos que pensar que, geológicamente hablando, 10.000 años no son nada en comparación con los 4.500 millones de años del origen de la Tierra", ha justificado.

Aunque estos volcanes se consideren "activos", la experta en vulcanología ha remarcado que no se tiene que crear alarmismo" porque "a diferencia del volcán de la Palma, en Olot ha habido una erupción cada mil o decenas de miles de años". El caso de la Palma, según ha relatado, es diferente porque "la última erupción tuvo lugar hace unos 50 años, por lo tanto el riesgo es mucho más elevado en esta zona".

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Un grupo de gente contempla el volcán de La Palma / EFE

Más de un mes de erupción en La Palma

El volcán de Cumbre Vieja lleva ya más de un mes en erupción, superando las áreas de terreno cubiertas con materiales desprendidas de otras erupciones históricas en las Canarias, y del como "no hay previsión de cuándo va a parar", ha explicado Aulinas. "Las erupciones volcánicas no se puede predecir, aunque en el caso de este volcán se pudo anticipar donde se produciría gracias a ciertos parámetros", ha dicho.

Uno de estos indicadores fue la deformación del terreno, que en La Palma supuso un aumento de la superficie de "más de 20 centímetros, lo cual muestra que el magma estaba empujando para salir".

Otro de los parámetros clave para detectar una erupción son los gases: "si hay una concentración más alta del normal, también quiere decir que una está a punto de empezar".

Según expone Aulinas, estos indicadores también pueden servir para saber cuándo una erupción llegará a su fin, por ejemplo si el terreno pierde esta deformación que ha ganado aunque "hoy por hoy, en La Palma no parece que eso se vaya a frenar".

¿Un nuevo delta en La Palma?

En la conversación, Aulinas también ha hablado del "alarmismo" que se creó con el delta formado por la lava acumulada en el lecho oceánico, ya que se señaló "un posible colapso de todo el delta y solamente hubo en la parte más lejana en el mar" y, por lo tanto, la de menos riesgo. La vulcanóloga ha explicado que no se puede descartar la creación de un nuevo delta en La Palma porque "hay nuevas coladas de lava". Aun así, Aulinas ha destacado que "en principio, estas coladas se canalizan siguiendo el camino de las antiguas" y no tienen por qué llegar al mar.

Según la experta, las coladas tienen un grosor de 5 a 6 centímetros e incluso algunas llegan a los 10 y "pueden tardar meses, si no algún año, a enfriarse". Además, a medida que se enfrían siguen liberando gases" por lo que tiene que pasar "todavía más tiempo" antes de poder pisarlas.

La vulcanóloga ha recordado que "aquí también hay temas políticos porque normalmente todo lo que son coladas de lava pasan a ser patrimonio del estado". La profesora estaba trabajando en un proyecto en la isla del Hierro y se ha desplazado hasta la Palma para aprovechar la oportunidad científica de ver "fenómenos volcánicos antiguos" y poder consolidar "los conocimientos del pasado".

 

Foto principal: El volcán de La Palma / EFE