Era un secreto a gritos. Desde la detención de Rosa Peral y Alberto López por la muerte de Pedro Rodríguez, muerto y quemado en el maletero de su coche, que todas las miradas giraban en torno a Peral y López y tomaba fuerza la hipótesis de un crimen que escondía alguna cosa más que un amor por despecho.
Que Rosa y Alberto estarían implicados en la muerte de un mantero y que Pedro tenía información era la principal hipótesis de la policía desde el principio, apuntada ya por El Nacional el 7 de julio.
Rosa Peral y Alberto López están acusados de la muerte del mantero y el juez los ha citado a declarar el viernes. Irán con los furgones policiales desde las prisiones donde cumplen la prisión preventiva a raíz de la muerte de Pedro Rodríguez, pareja de Peral.
Entre los indicios que han apuntado desde el primer momento a Peral y López están las esposas del detenido. Los acusados siempre han declarado que cuando cayó por el terraplén no las llevaba, que se las pusieron una vez en el suelo para que no se escapara. El mantero se cayó de una altura de 25 metros y quedó malherido. Cosa que hizo sospechar desde el primer momento el motivo real por el cual llevaba las esposas.
El caso, que se llegó a archivar, apuntaba a la idea de que habían sido los agentes quienes lo habrían empujado por el terraplén. Y no se descarta que ya le hubieran puesto las esposas antes.
Todos los agentes de la Guardia Urbana de Barcelona que estuvieron en el dispositivo en que murió el mantero y que la jueza de Vilanova cita a declarar remarcan que les extrañó que el detenido llevaras las esposas en el estado en que se encontraba.
Según estos testigos, el mantero estaba esposado con las manos en la espalda. El sargento que declara especifica que en el momento que llega al lugar de los hechos, el mantero está estirado en el suelo, esposado boca abajo y ordena que la prioridad es la asistencia médica y hace que le saquen las esposas.
El sargento también pregunta por qué llevaba las esposas, y los responsables de la operación explican que después de haber caído, desde 25 metros, se levantó y se enfrentó hacia ellos y que lo tuvieron que reducir y esposar.
Según el atestado policial, el mantero "dio un grito y saltó de espalda, hacia unos matorrales por encima de la valla que limita el camino de arena". El informe de los Mossos detalla cómo cae rodando y choca contra un muro de contención que hay al final de un terraplén de unos 25 metros.
Según el relato policial, el mantero intenta gatear unos metros después de la caída y esconder la navaja que llevaba a la mano y después empieza a perder el conocimiento.
Según la autopsia, José Antonio González murió a causa de una "lesión neurológica en el contexto de politraumatismo por precipitación".
El informe forense concluye que se trata de una muerte violenta accidental por precipitación.