La pandemia ha provocado "la peor crisis de la historia del sector musical, al menos de los siglos XX y XXI", que hace prever "una hecatombe", según se desprende de las "terribles cifras" del Anuario de la Música 2020, que se ha presentado este viernes.
Las medidas tomadas por las administraciones para contener el Covid han obligado a anular 16.500 conciertos y producciones en Catalunya durante el 2020, un paro de la actividad que ha perjudicado especialmente la industria del directo, con unas pérdidas económicas estimadas en 88 millones de euros, lo que supone una reducción de la facturación del 87% con respecto al 2019. "La industria de la música es un sector con muchas debilidades, que en el 2019 dio claras muestras de estar recuperándose de la crisis del 2008, y que ha recibido un golpe mortal con esta nueva crisis", según Lluís Gendrau, director de la Editorial Grup Enderrock, que elabora el Anuario.
El Anuario de la música 2020
El documento de más de cien páginas que se ha presentado hoy demuestra que el sector discográfico también se ha visto gravemente afectado por la pandemia, con una reducción de la facturación de un 65% debida principalmente a la bajada de las ventas de discos físicos, pero también digitales, que han bajado en un 25%. "Ha aumentado el consumo de música gratuita a la red, pero se han reducido los ingresos, que proceden principalmente de la publicidad", ha aclarado el presidente de la Associació de Productors i Editors Fonogràfics i Videogràfics Catalans (APECAT), Oriol Orfila.
"Necesitamos un plan de choque y de viabilidad: un rescate", ha sentenciado el presidente de la Associació de Representants, Promotors i Mànagers de Catalunya (ARC), Jordi Gratacòs, después de advertir que "hay muchas empresas que se están quedando por el camino". También ha añadido que "las buenas cifras del 2019 nos llevaron a invertir para seguir creciendo en el 2020, y el choque frontal que sufrimos en marzo fue dramático".
Durante los ocho meses que las salas de conciertos han estado cerradas, "las administraciones han cometido graves errores, como el despropósito que se produjo este verano, cuando se permitió que se llevaran a cabo conciertos a los teatros, pero se prohibió en las salas profesionales," ha recordado el presidente de la Associació de Sales de Concerts de Catalunya (ASACC), Lluís Torrents, en una rueda de prensa celebrada en la Sala Apolo de Barcelona, que sigue cerrada.
Las nuevas medidas no son suficientes
"La clase política ha demostrado una falta de sensibilidad hacia la música inaudita -ha denunciado-, con una política errática y unos cambios de dirección repentinos que demuestran una total falta de respeto hacia nuestra profesión". En su opinión, "tan solo algunos políticos concretos dedicados al ámbito de la cultura nos han escuchado y han entendido nuestra postura, mientras el resto han demostrado un desconocimiento absoluto del sector".
Las nuevas medidas, que solo permiten abrir hasta las 22.00 horas con aforo reducido, "no ayudan a las salas grandes, a que seguirán cerradas porque reanudar la actividad supone generar más pérdidas". Aparentemente, esta no es una solución por el sector, ya que "estas salas son mayoritariamente empresas privadas, con muy poca ayuda pública, para las cuales los conciertos de tarde son solo entre un 10 y 15% de la facturación y que viven principalmente del las actividades nocturnas."
El presidente de MUSICADO, Josep Reig, ha lamentado que "los músicos no hayan podido acceder a las ayudas" y el presidente de la Acadèmia Catalana de la Música, Gerard Quintana, ha pedido que se apruebe con urgencia el Estatuto de la Música. "Arrastramos una endémica falta de regulación y, además, hemos acostumbrado a la gente a la gratuidad de la música, y eso nos ha llevado a sufrir el golpe más duramente que si hubiéramos sido preparados", ha concluido Reig.
El último concierto
Cerca de 70 salas de conciertos del Estado denunciaron el pasado 18 de noviembre, la situación de un sector que acumula ocho meses de cierre. Lo que se anunció como un concierto en línea de varias bandas, "el último concierto". Se convirtió en una actuación sin notas, unas salas en el silencio. Esta fue la manera protestar y de avisar a las administraciones de que si no plantean un plan de rescate o les hibernan los gastos, el futuro de la música en directo a finales de año está condenado a la extinción y los locales caerán a manos de fondo buitre.
Entre otros las salas que participaron fueron, la Sala Apolo, Razzmatazz, Luz de Gas, Meteoro, Tablao Cordobés, Sidecar, Bóveda, Salamandra, Los Campesinos, La Mirona, Café del Teatro, Sala Cero, Stroika, Red Star, Mariscal, La Alternativa, Sunset Jazz Club o Voilà.
Artistas como Mishima, Albert Pla, Amaia, Els Amics de les Arts, Miqui Puig, Stay Homas subieron en el escenario unos breves momentos, en escena totalmente en silencio, intentando cantar o tocar algún instrumento en algunos casos, y dejando el escenario pocos según después. Varios representantes del mundo musical también han hecho cola en las puertas de la sala Sidecar que estaba cerrada.