Las empresas náuticas que trabajan en pantanos y ríos han expresado su malestar después de que la Agència Catalana de l'Aigua (ACA) les haya subido un 900% el canon a pagar por las embarcaciones que operan en las cuencas internas. En declaraciones a la ACN, el gerente de la Federació Intercomarcal d'Hostaleria, Restauració i Turisme (FIHRT), Daniel Brasé, asegura que lo viven con "desazón y miedo" a la espera de que la ACA resuelva los recursos que han presentado para detenerlo. La FIHRT denuncia que la subida ha llevado al límite a muchas empresas del sector, de forma que algunas se han tenido que endeudar, todavía más, para seguir subsistiendo y otros han tenido que cerrar. Es el caso de Indomit, que operaba desde hacía 22 años en el pantano de la Baells, en el Berguedà. "No podemos más", lamenta su responsable, Albert Palau. Todo esto, en un contexto en el que el sector ha sufrido recientemente por las paradas forzosas de la pandemia, primero, y la sequía, después.

La ACA —adscrita al Departament d'Acció Climàtica, Alimentació i Agenda Rural de la Generalitat— ha aprobado la actualización de los cánones que pagan las empresas que navegan en embalses y en tramos de ríos de las cuencas internas. Según asegura el ente regulador, hacía 8 años que los precios estaban congelados y se ha hecho la actualización con la voluntad de fomentar la navegación en remo o vela, por delante de la navegación en motor. En concreto, esta puesta al día ha supuesto que los precios para las empresas han pasado de una media de 30 euros el año por kayak a 183 euros el año. Por el contrario, el canon para navegación de particulares ha bajado y se sitúa en los 5,6 euros por kayak y año, mientras que antes se movía en una horquilla de 7 a 30 euros por kayak y año.

"La subida [para empresas] no se corresponde con el aumento del IPC", denuncia Brasé. "Teniendo en cuenta que desde el 2022 venimos de sequía, riesgo de incendios y zonas cerradas donde no se puede trabajar, ahora se disparan las tasas", remarca. La federación se queja, además, de que el ACA no los ha avisado y que se lo han encontrado publicado en el Diari Oficial de la Generalitat de Catalunya (DOGC). Concretamente, hace un par de meses el ente público sacó una instrucción con los nuevos precios de matrícula de embarcaciones. El aumento de tasas, sin embargo, solo afecta a las empresas que hacen actividades en las cuencas internas gestionadas por la ACA: las que trabajan en cuencas de la Confederación Hidrográfica del Ebro, en cambio, no se encuentran en esta situación. "En Catalunya tenemos dos ámbitos completamente diferentes", se queja el gerente de la federación.

Incertidumbre durante dos años

Según explica la FIHRT, el precio de las tasas depende del tipo de embarcación —si tiene motor o la potencia, entre otros aspectos— y el precio es por cada unidad. Según el gerente, "las empresas tienen varias y, por lo tanto, el precio se multiplica", señala. Además, tienen que pagar ahora dos años por adelantado, en muchos casos y sin saber si realmente podrán trabajar. Una situación que ya les pasó antes de la pandemia, pero entonces no sabían que estarían años parados también por la sequía. El sector alerta de que detrás de estas empresas repartidas por el territorio hay autónomos que ya lo combinan con otras actividades durante el año porque son trabajos temporales. En temporada alta, lo que hacen es contratar personas de la zona. Es por eso que se muestran muy preocupados porque se perderán puestos de trabajo y las economías locales saldrán perjudicadas. "No queremos que haya despoblamiento y les estamos quitando una parte más de actividad", argumenta Brasé.

"Ya no podemos más"

La empresa Indomit hacía 22 años que trabajaba en el pantano de la Baells, en el Berguedà. En plena temporada de verano, trabajaban 15 personas y, según su responsable, Albert Palau, "creaba una oferta lúdica en una comarca de paso como es el Berguedà". "La falta de agua por culpa de la sequía y la gestión del ACA, las restricciones en olas de calor, y ahora eso. Ya no podemos más", lamenta en declaraciones en la ACN. Palau denuncia que la subida de los precios por embarcación ha sido "lo que ha hecho colmar el vaso". "Es que ni en un año bueno y con el agua al máximo lo puedes resistir", denuncia. Todo esto les ha llevado al cierre de la empresa: "No vemos ninguna solución más. Creemos que ha sido el momento de pasar página". Para Palau, esta subida de precios que les han hecho es "irrisoria" para la Generalitat "y, en cambio, a nosotros nos hunde. Entre nosotros y algunos compañeros más, dejará a un centenar de personas sin trabajo. ¿Qué sentido tiene? La única lógica que vemos es que no nos quieren", afirma.

Por su parte, el propietario de otra empresa que hasta hace poco operaba en el pantano de la Llosa, Albert Caelles explica a la ACN que cuándo dejan de hacer estas actividades afecta también a toda la economía de la zona. "Si no hay nadie que ofrezca actividades, viene menos gente, y entonces tampoco trabaja ni el hostalero, ni el del camping, ni lo que hace cafés. Es un pez que se muerde la cola", resalta. "Tampoco digo que aportemos una gran fuente de riqueza al país, pero haces las cosas con ilusión, amas el lugar donde estás, lo haces con respeto y tratas de arreglar el espacio que ocupas. (...) Se valora poco", lamenta Caelles con el temor que "cuando todo lo gestionen empresas grandes y de fuera, sin ninguna vinculación con el territorio, ¿de qué viviremos la gente que vivimos aquí?".

Diferencias con la Cuenca Hidrográfica del Ebro

En el pantano de la Llosa del Cavall (Solsonès), no trabaja ninguna empresa nautica desde el 2021. Solo había dos empresas y una cerró. La otra ha trasladado la actividad al pantano de Oliana (Segre), gestionado desde la Cuenca Hidrográfica del Ebro. Albert Caelles, propietario, explica que el último día que pudieron trabajar en la Llosa del Cavall acabó "enfangado" para ayudar a salir a unos clientes del agua. "Ibas viendo cómo el agua iba bajando y la gente se marchaba con el bañador lleno de barro. La experiencia acababa siendo desagradable y dijimos: mañana ya no abrimos", relata. De la cincuentena de kayaks con que operaba, una treintena formaban parte de un expediente que "por suerte" ha caducado y no tendrá que abonar, pero de la veintena restante sí que le han envidado el recibo. En total, 3.665 euros correspondientes al canon de navegación. Con todo, Caelles espera que la resolución de las alegaciones le sea favorable y, ya que no puede trabajar, al menos no tenga que pagar.

"Mientras aquí cada barca que pongas en el expediente te suma 183 euros a la factura final, en la Confederación Hidrográfica del Ebro me sorprendió que fuera cero". Caelles explica que de los 50 kayaks que tenía, previendo que en Oliana tendría la mitad de trabajo que en la Losa, dio de alta la mitad de los kayaks, "intentando no pagar mucho y poder trabajar con cierta comodidad". La sorpresa fue cuando dijeron que no había que pagar nada. Cosa que tampoco encuentro normal. Si estamos ocupando un espacio público es lógico que tenga que pagar alguna cosa", señala. "No digo que tenga que ser el canon que pagamos aquí, porque es una exageración, pero tiene que haber un término medio", añade.