Pasar de la euforia inicial a la ruptura final de una relación no es algo fácil. Cuando se acaba una relación, normalmente, se pasan por diferentes estadios. Una mezcla entre negación, aceptación, frustración o caída libre en un pozo. El tiempo para pasar por las diferentes fases es tan subjetivo como personas hay en el mundo. Pero entre relación y relación es aconsejable pasar un luto o, cuando menos, dedicarse un tiempo a uno mismo para reponerse. Las maneras de hacer eso, también son múltiples.
No es casualidad que, en este contexto, algunas personas opten por pasar el luto buscando otra relación. Una relación para no sentirse solas, o por no saber estarlo. O por el miedo al vacío que puede provocar el fin de una etapa. Una relación corta, para olvidar a otra persona o quizás una que busca consolidarse en el tiempo. A pesar de todo, todas reciben el mismo nombre: una relación liana. Pero más allá de las causas que se pueden identificar a simple vista, ¿qué hay bajo el iceberg?
Un nombre y muchas causas
La psicóloga del Centro de Psicologia Dendros y experta en terapias sexuales y de pareja Eva Aguilar, identifica como mínimo seis causas. "Una es el concepto de estar enamorado del amor". En este sentido, resalta la sensación de estar enamorado del principio, cuando hay una explosión de emociones. "Cuando eso baja, ya no ves a la persona perfecta delante de ti y el estado emocional también es diferente".
Otro elemento que podría influenciar es la sociedad. "Vivimos en una sociedad que nos ha dicho que lo ideal es tener pareja. A los cuatro o cinco años ya te pueden preguntar si tienes. Estar solo también está bien, pero no nos lo han vendido así". Destaca que estando solo "no estás cumpliendo con las expectativas sociales". Un hecho bastante relacionado con tener o no las necesidades cubiertas. "Cada persona tiene sus mochilas, un vínculo emocional no cuidado. Si de pequeño no te has sentido querido o tienes hambre de amor, estás buscando pareja constantemente, cuando la persona no se mantiene, el foco de atención va hacia otra lado".
Pero este 'vivir en sociedad' pasa factura en varios ámbitos. Aguilar comenta que se nos ha enseñado que el dolor no forma parte de la vida. Que puede ser angustiante y que, para huir de él, buscamos otra cosa. "Si un niño está triste porque se le ha muerto el perro, y se le da uno nuevo, le estás diciendo que el dolor no es normal".
Las expectativas también tienen un papel clave en todo esto. Si nos las ponemos demasiado altas, ya se sabe. El golpe de bajada es fuerte. "Quizás las tuyas son muy altas y lógicamente la gente no tiene por qué cumplirlas, al cabo de poco tiempo, la persona ideal que habías conocido ya no lo es tanto". Otra de las razones que subraya es el compromiso. Cuando hay dificultades para comprometerse, no se saben resolver los conflictos "pero cuando la persona se angustia, se fija en alguien más".
La psicóloga también señala otro problema. Hay personas que cuando tienen pareja dejan toda su vida anterior. Se deja de tener el ocio personal, para tenerlo en pareja y así con todo. "No tienes una vida aparte, y si la relación se rompe, no sabes ni qué te gustaba. La sensación de vacío es espectacular".
Las consecuencias
No hacer el luto entre relaciones también tiene consecuencias. "Si no aprendes a vivir con el luto, te quedas como atascado, te quedas con la relación anterior" y es más fácil comparar, expone. "Piensas mucho o la comparas. Si no aprendes a resolver, tendrás carencias y volverás a repetir parámetros y cosas sin darte cuenta de todo lo que ha fallado".
Por otra parte, también puede pasar que la persona que salta de liana en liana tenga miedo a abrirse y no se relacione al 100%. "Si saltas de lado a lado, no aprendes la importancia del 'yo'. Si disfruto de yo sola, cuando esté en pareja disfrutaré mucho más que si lo hago desde el miedo o carencias". Y subraya que "si no se resuelve eso, las posibilidades de equivocarse son muy altas".