La sequía que ha sufrido Catalunya durante los últimos 3 años está dejando secuelas en el Massís del Garraf. La falta de aguas ha estropeado de forma moderada y alta los árboles y matorrales de unas 170 hectáreas del Massís del Garraf. Es el dato que se desprende de la estimación del Servei de Prevenció d’Incendis del Departament d’Agricultura, que desde hace unos días trabaja en la zona de Can Pere de la Plana de Sant Pere de Ribes para retirar los árboles muertos, mal formados o afectados por enfermedades a causa de la sequía.
En concreto, las especies afectadas son los pinos blancos ('Pinus halepensis') de poco diámetro y que tienen riesgo de caída. El objetivo de la suya es minimizar el peligro de incendio y evitar la propagación de plagas forestales. La previsión es dejar una densidad de entre 750 y 800 pies por hectárea, y los trabajos en esta zona se alargarán tres meses.
Las especies más castigadas
Desde el Departament d'Agricultura calculan, que del total de 12.000 hectáreas del bosque del Garraf, la sequía ha acabado con 81 arboladas y 65 forestales no arborizadas, básicamente de matorral o masas jóvenes de arbolado. La afectación más moderada afecta a 24 hectáreas. El jefe de la sección de Boscos dels Serveis Territorials de Barcelona, Eloi Beules, ha asegurado que el Massís del Garraf es una de las zonas de Catalunya más arrasadas por la sequía. Dentro del conjunto del parque, la vertiente que toca al mar "es de las peores, con diferencia".
Las tareas se centran en unos bosques de Sant Pere de Ribes donde se están realizando "actuaciones quirúrgicas porque actuar todos los bosques estropeados por todo Catalunya es una tarea inalcanzable". En este punto, se trata de 20,5 hectáreas de titularidad municipal, donde hay numerosos ejemplares partidos, caídos o en riesgo de hacerlo porque están muertos o bien enfermos. En concreto, se han detectado varios casos de perforador pequeño de los pinos ('Orthotomicus erosus') y perforador de los brotes ('Tomicus destruens').
La especie más castigada por la sequía es el pino carrasco. Beules ha advertido que "aunque haya llovido los últimos meses, la sequía no ha acabado y hay un debilitamiento de muchos árboles que no se pueden recuperar". En la otra cara de la moneda, hay especies que han superado mejor la falta de agua. Es el caso de la coscoja ('Quercus coccifera') y la encina ('Quercus ilex'), que tienen más capacidad de adaptarse a la sequía y de recuperarse cuando llega la lluvia.
Inversión en seguridad
La Generalitat y el Ayuntamiento de Sant Pere de Ribes apuntan que con la retirada de árboles, el objetivo es ganar seguridad. En este sentido, la alcaldesa Ana Herrera ha apuntado que sacan árboles muertos porque serían un elemento de combustión letal en caso de incendio, pero también para evitar caídas que puedan herir a las personas que transitan los bosques o que viven a las urbanizaciones próximas. Además, la actuación permite dar esperanzas de futuro a los árboles que han sobrevivido a la sequía. Beules ha precisado que aclarar los bosques permite repartir mejor el agua entre pocos ejemplares: "Si no retiramos los árboles más tocados, tampoco sobrevivirán los que ahora están en mejores condiciones".
Los troncos caídos retirados y los árboles talados estos días en Sant Pere de Ribes se están triturando en el mismo bosque. La previsión es que los restos sirvan para abastecer las calderas de biomasa que hay en el municipio, y que proporcionan calor a ocho equipamientos. La actuación tiene un coste de más de 47.300 euros por parte de la Generalitat.