Nuevas acusaciones de pederastia caen sobre la comunidad benedictina del Valle de los Caídos, actualmente llamado Cuelgamuros. Según informa El País, ya son siete monjes acusados de abusos a niños en el internado de la abadía. El último denunciante es un antiguo alumno de la escolanía que se suma a las tres acusaciones que hay contra Tirso Blanco, uno de los benedictinos. A pesar de las nuevas acusaciones, los benedictinos de Cuelgamuros siguen optando por el silencio y no se han posicionado ni han hecho ninguna declaración al respecto.
La orden que habita Cuelgamuros es especialmente descentralizada dentro del mundo religioso, ya que todas las abadías son autónomas y no responden a superiores comunes. De hecho, dependen orgánicamente de Solesnes, en Francia, y, como otras congregaciones y diócesis españolas, desobedecen sistemáticamente al Papa en su cruzada contra la pederastia.
El nuevo testimonio de los abusos de Tirso Blanco expone experiencias similares a las relatadas por los otros denunciados. Su denuncia refuerza las acusaciones contra Blanco, quien dejó el monasterio en 1975 y finalmente se jubiló el año 2013.
Primera sesión de la comisión de investigación sobre la pederastia en la Iglesia: un fracaso
Varias víctimas de abusos sexuales por parte de miembros de la Iglesia católica ha participado en la primera sesión de la comisión de investigación sobre la pederastia en la Iglesia, donde han asistido diputados de ERC, Junts, PSC-Units, comunes y la CUP. Sin embargo, algunas de estas han denunciado el comportamiento de los diputados que han participado.
Josep Antoni Roqueta, víctima del exprofesor de los Maristas Arnald Farré, ha reprochado la actitud de los diputados presentes: "Dejad el móvil y escuchadnos. Poneos en nuestra piel. Si habéis venido aquí a escuchar, ¿os viene de una hora sin móvil?". Otros supervivientes, ha apuntado que todavía hay falta de voluntad política para investigar la Iglesia. Es el caso del escritor Alejandro Palomas, que denunció abusos a la infancia en un colegio de La Salle, a quien ha afirmado: "La Iglesia es como un pulpo con millones de cerebros y tentáculos, que forma parte del aparato del Estado".
Por otra parte, Miguel Hurtado, que denunció abusos por parte de un monje en la Abadía de Montserrat, ha asegurado que las víctimas tienen "muchísimas barreras" para denunciar, sea por culpa, inmadurez o falta de apoyo del entorno, y ha subrayado las secuelas a largo plazo. Aurora Martín, que sufrió abusos durante la infancia, ha abogado para que las víctimas puedan ser atendidas por el servicio público de salud, ha pedido que se sea "contundente" a las penas y permisos a pederastas condenados, y ha asegurado que la ley de protección de la infancia todavía está en pañales.